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Todos los capítulos de Un regalo del destino: Capítulo 101 - Capítulo 110
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Débora intentó soltarse, quería darle una bofetada que diera de lleno en esa boca asquerosa que acababa de insultarla a ella y a su marido. Contrariamente a sus deseos, su forcejeo sólo consiguió enervarlo más y la golpeó en la cara. Ella salió impulsada para atrás, hubiera caído al suelo de no ser por la pared, a la que quedó pegada. No tenía escapatoria, Eddie se dio cuenta y sabiéndose vencedor la abrazó más fuerte, empezó a besarla… La tenía agarrada vigorosamente por los brazos, que empezaron a dolerle. Aprisionada entre la pared y Montrail su cabeza trabajaba a marchas forzadas buscando como zafarse. El aliento del francés apestaba a alcohol, el golpe le había ocasionado una pequeña herida, notaba la sangre emerger en sus labios. La mezcla de su sangre y el alcohol que desprendía su agresor le provocaba nauseas. Montrail la apretaba cada vez más, subió las manos hasta los hombros para aumentar la presión de su abrazo, Débora supo que iba a llorar de dolor… Al notar los bra
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Cuando entraron en la casa, casualmente coincidieron con Lisbeth que había invitado a cenar al doctor Dasan. Los dos jóvenes se encontraban hablando en el vestíbulo y obviamente se sorprendieron cuando la vieron entrar, sucia, golpeada y con la camisa rasgada… Seguida de Mike con cara de circunstancias. El médico insistió en revisarla pues se la veía muy lastimada. Ella intentó negarse, Lisbeth enojada también se opuso. El médico insistió tanto que al final se salió con la suya, regresó al coche a por su maletín y subieron a la habitación de la muchacha. Lisbeth, por supuesto, los acompaño sin poder disimular la rabia y el enfado que sentía.El doctor le desinfectó las heridas, por inercia, o por deformación profesional preguntó cómo se las había hecho. Débora no podía explicar la verdad, así que le rogó que no le preguntase nada de lo sucedido y que fuera discreto y no comentara con nadie que ella estaba herida. Dasan miró a Mike, para buscar su aprobación, este asintió e inten
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Débora intentó disimular todo lo que pudo-Tu siempre estás trabajando Daniel, no pensé que perderías el tiempo aquí conmigo…-¿No te alegras de verme?Pues claro que se alegraba, se lo dijo, intentó ser todo lo más convincente posible. Si la creyó o no, eso no lo supo pues Daniel cambió de tema y le preguntó si había sentido frío durante la noche. Débora aún entendía menos esa pregunta. Él le hizo notar que estaba durmiendo en bata.-Es…-dudó intentando inventar algo convincente - ayer tenía tanto sueño, ni me di cuenta de que me dormía con ella puesta…¡Dios! Que suplicio, por qué no la dejaba en paz de una vez y salía de su cuarto. Ya no soportaba tanto interrogatorio. Ya no sabía que otra excusa poner, no quería voltear a mirarlo, no podía. Confiaba en tener tiempo de vestirse y maquillarse para tapar el estropicio que dejó Montrail en su rostro, y no había podido. Con el rabillo del ojo se fijó en Daniel, seguía sentado en el sillón sus ojos se movían inquietos. Entonces se fij
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Se refugió en su despacho. Desde allí oyó bajar a su hermana, iba cantando, parecía de buen humor, se alegró por ella, y por él. Ojalá fuera un buen augurio. Ambos tenían una conversación pendiente y dado que últimamente sus encuentros habían terminado siempre en riña mejor encontrarla contenta. La llamó, ella hizo como si no lo oyera…, vaya, pues no estaba de tan buen humor, no le quedó más remedio que salir de detrás de su escritorio y enfrentarla….-Lisbeth, ¿No oyes que te estoy llamando? – preguntó mientras la cogía suavemente por el brazo.-Si..., pero yo no tengo nada que hablar contigo. No sabía que ya habías vuelto. ¿Bien supongo…?- se interesó tímidamente por él, antes de seguir burlándose - ¿Cuántos millones hemos ganado este año?-¡Dé hemos nada! – ironizó – Fui a una reunión de accionistas de la Corporación Savater, de la que deberías saber formamos parte mama y yo, tú no tienes participaciones, así que no te importan los beneficios que hayamos obtenido por nuestro esfue
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No podía apartar las dudas de su cabeza, nada de lo que le explicaban tenía demasiado sentido, si una persona se cae por las escaleras no se golpea en el labio. Vaya, al menos eso creía… Miró encima de su mesa, los papeles se le acumulaban así que se enfrascó en su trabajo. Oyó que Débora bajaba con su hijo y vio que se dirigían a la biblioteca, allí ya los estaba esperando la profesora. Los dejó trabajar y esperó al mediodía para comer con ellos. Le había pedido a José que sirvieran el almuerzo en el comedor pequeño y también aprovechó para preguntarle por la caída de Débora. Sorprendentemente José reconoció no saber nada, ni él ni ninguna de los otros miembros del servicio. Se extrañó que nadie hubiera oído el ruido de la caída. Aquello empezaba a no gustarle nada…Comieron con el niño en el comedor. David estaba muy contento de compartir con su padre y no paraba de hacer tonterías. Débora parecía asustada, como ausente. Se estaba preocupando. Con la excusa de acostar al niño
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Vaya, era la segunda chica que lo trataba de usted en el Memfis, y encima de señor. Eso no debía ser demasiado bueno para él negocio, lo comentó irónicamente antes de pedirle que se sentara y lo escuchara con atención. Primero que nada, necesitaba averiguar cuanta verdad había en la historia que le había contado Débora, así que le preguntó directamente si era verdad lo que le había explicado a su esposa.-Si – mintió. Ni estaba embarazada ni debía dinero a Juárez, fue una treta para dar pena a Débora e intentar sacarle algo de dinero. Además, aprovechó cuando la mujer estaba distraída con el niño para mandar un mensaje a Juárez. Ahora no te quedaba más remedio que seguir con el cuento y no descubrirse.-Débora quiere ayudarte, creo que te ofreció trabajo en el rancho ¿Verdad? – esperó la aprobación de la chica antes de proseguir - Yo no termino de creerte, pero mi mujer si y por lo tanto, no la voy a contradecir, si quieres el trabajo es tuyo, vente a la casa cuando quieras y pregun
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A Eddie ya no le dio tiempo de terminar la frase, el duro puño de Dan se estampo inmediatamente en su cara, cayó de espaldas arrastrando la silla en la que estaba sentado, intentó levantarse, pero su contrincante volvió a pegarle y lo tiró otra vez al suelo, rodaron empujando mesas y sillas rompiendo todo lo que encontraban a su paso. Ambos eran fuertes, la pelea prometía. Rápidamente se hizo un corrillo en medio del local para poder seguir la lucha. Daniel estaba como loco y golpeaba al otro sin dar tregua… , finalmente se impuso a su rival que casi estaba ya fuera de combate. La llegada de las autoridades alertadas por Juárez detuvo la pelea y evitó que Montrail acabara demasiado lastimado. Juárez los denunció por destrozos y los dos terminaron en el calabozo. Dan había dejado el móvil en el coche y no pudo llamar a la casa, tampoco hubiera podido pues se quedaron sus efectos personales al ingresar en la cárcel.-¿Dónde está Toni? Necesito verlo – gritó Daniel mientras era conducid
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Mike entró con paso firme en la comisaría, aliviado al comprobar que no había trascendido el incidente. Se interesó por su patrón y le permitieron pasar a verlo. La mala noche pasada y los restos de la golpiza habían dejado huella en el rostro de su amigo. Le preguntó que había sucedido. Lo que menos quería Daniel en ese momento era perder el tiempo en estúpidas explicaciones. Sólo le relató que tuvo una tonta pelea con su vecino en el Menfis, sin mencionarle el motivo. No quiso explicarle nada más. Dan estaba seguro de que Mike sabía más de lo que le contaba, pero como no había sido sincero con él, estaba dolido, ya hablaría más tarde con su “hermano” para aclarar las cosas y preguntarle porque le ocultó la agresión a Débora. No era normal que le mintiera, era la primera vez que no estaba de su parte, ni siquiera recordaba cuando fue la última vez que discutieron… y eso le dolió mucho…La llegada de Tony a la comisaría aceleró su puesta en libertad. El juez fijó una fianza a
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Inmerso en sus cavilaciones no se dio cuenta del paso del tiempo. José interrumpió sus pensamientos para informar que el doctor Hatahle estaba en la casa y pedía verlo. Ordenó que subiera a la habitación, a fin de cuentas, aprovecharía para darse una miradita a sus heridas. Le dolía mucho el pecho, quizá tenía algo roto…, solo eso le faltaba. El doctor entró, resopló al ver su rostro…-Bueno amigo, vaya cara que le han dejado ¿qué le pasó?-Me caí por la escalera – ironizó.-Vaya… creo deberían revisar las escaleras de esta casa, todo el mundo se cae en ellas últim… –No terminó la frase, enseguida se dio cuenta que había hablado más de la cuenta, pero ya era tarde, lo descubrió en los ojos inquisidores de Dan.-Mejor nos dejamos de tonterías, ¿verdad? – Anunció sirviendo dos copas – ¿le apetece? - Y le entregó una al joven. Se sentó en una silla y le indicó al hombre que hiciera lo mismo a su lado.Dasan intentó rehusar la bebida, estaba de guardia y le quedaba trabajo pendiente, p
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Afortunadamente Daniel no tenía nada de importancia. Sólo golpes y moratones que desaparecerían con el tiempo. Volvió a quedarse sólo y a oscuras, había corrido las cortinas adrede, la noche en vela le había dejado una terrible jaqueca y prefirió la oscuridad y el silencio. Interiormente sabía que no lograría apartar ese dolor de su cabeza, por muchos analgésicos que tomara y mucho menos de su corazón. Oyó como se abría la puerta de la habitación contigua, prestó atención y escuchó la voz infantil de su hijo y la de Débora, observó a través de la puerta encenderse la luz. Adivinó que acostaba al niño para la siesta. Al cabo de un ratito ella salió, dirigiéndose por el pasillo a su propia habitación. Esperó un tiempo y se encaminó hacía allí. Entró en el cuarto por la puerta interior y la encontró acostada encima de la cama, a su lado la muñeca que le había comprado en Las Vegas. Cuan lejano le parecían esos días, no había tenido un momento de paz desde ese maldito día de septie
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