Esa mañana recibí la esperada llamada de George. Yo me había duchado, estaba metida en una bata, me hacía un delicioso hígado frito, ya había comprado pan antes de darme el baño y me haría, además, café con leche porque tenía mucha hambre. La había pasado de maravillas, además, en los brazos de Rudolph, estaba feliz, en realidad, me sentía súper coqueta y femenina y por eso deseaba darme una sabrosa comilona, cuando timbró mi móvil. -Todo bien, Patricia, los exámenes han salido todos bien, estás en condiciones de inseminarte, esto se hará la semana entrante, el miércoles o jueves que estarás ovulando-, me dijo él resoluto. Junté los dientes, las rodillas, moví los hombros, creo que mis mejillas se pintaron, por completo, de rosa y quería explotar de felicidad. -¿Soportaré un embarazo múltiple?-, parpadeé varias veces. -Por supuesto, eres una mujer, fuerte, sana, sin ningún tipo de problemas. Te reitero que es una posibilidad no es nada definitivo-, me aclaró George. Como
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