Las colinas ondulantes y los valles secos se extendían ante Zeynep y Ayse mientras corrían sin descanso, alejándose de los territorios del clan Ozturk, el sol del atardecer parecía cobijarlas bajo su regazo.—¿A dónde vamos, Ayse? —jadeó Zeynep, sujetando su vientre mientras trataba de seguir el ritmo.—Hacia Mardin —respondió Ayse sin detenerse— es la ciudad más cercana que conozco, la rodearemos y desde ahí, podremos encontrar una ruta segura para cruzar la frontera hacia el oeste.Zeynep dudó por un instante al pensar en Kerem, le era difícil creer que lo que habían dicho Neylan y Elif fuera cierto, se sentía con el corazón desgarrado, pero finalmente, asintió secando las lágrimas de sus mejillas.—Lo siento, Kerem, pero haré lo que sea necesario para proteger a nuestro hijo, vamos, Ayse, guíanos hacia la libertad.Varias horas después, las dos mujeres se encontraban acurrucadas en una pequeña cueva, refugiadas de la creciente oscuridad, Ayse atizó el fuego de la hoguera que habían
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