Al terminar de hablar, una poderosa e invisible aura de intimidación emanó del cuerpo de Juan, dejando a los miembros de la familia Abarca sin palabras, demasiado sorprendidos como para atreverse a responder.Celeste, mordiéndose el labio, finalmente respiró hondo y dijo: —Juan, está bien, no sigas. Al fin y al cabo, ellos siguen siendo aún mi familia.—Aunque no me hayan tratado bien, no puedo ser injusta con ellos, —añadió con un tono de voz tranquila.Al escuchar esas palabras, los miembros de la familia Abarca suspiraron de alivio y alegría.Realmente temían que Celeste decidiera marcharse, ya que la familia Abarca había prometido casar a Celeste con la familia Landa. Y la influencia de la familia Landa en Solestia era mucho mayor que la de la familia Abarca, lo que los hacía imposibles de ofender.Juan, sin embargo, refunfuñó. Pero, si su hermana estaba decidida, no le quedaba más opción que respetar su decisión.Al percatarse de la situación, el rostro de la abuela Abarca se sua
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