Al escuchar esto, Anabel no pudo evitar mirarlo de nuevo con cierta curiosidad. Cuanto más lo observaba, más se daba cuenta de que Juan tenía un rostro bastante atractivo, con rasgos bien definidos y una mirada llena de confianza. No pudo evitar murmurar para sí misma: —Este tipo... al final no es tan desagradable, ¿verdad?Juan, con los ojos cerrados, sonrió y preguntó: —¿Mujer acaso, me estás espiando?Anabel, inquieta como si le hubieran descubierto un gran secreto, se sonrojó y tartamudeó: —¿Quién te está espiando a ti?—Vamos, no lo niegues— respondió Juan, aún con los ojos cerrados. —En los últimos cinco minutos, me has mirado veinte veces. La vez más larga duró unos diez segundos.—¿Será que acaso, te estás enamorando de mí?—¡Por supuesto que no! —gritó Anabel, su rostro enrojeciendo aún más. Con una fuerte mezcla de enojo y vergüenza total, exclamó: —¡Ni de broma! Si tuviera que sentir algo por alguien, ¡preferiría que fuera por un cerdo antes que por ti!Juan abrió ampliame
Leer más