Las personas que se encontraban allí presentes, se miraron unos a otros, pero ninguno se atrevía a dar un paso al frente.La sonrisa de Juan comenzó a enfriarse: —¿Qué pasa? ¿No hay nadie?—Vaya, parece que los miembros de La Orden del Dragón Celestial no son más que unos simples cobardes, ni siquiera tienen el valor suficiente de presentarse.—Claramente, los sobreestimé.Esas palabras encendieron cada vez más la indignación de todos. Que los insultara a ellos era una cosa, pero que involucrara a La Orden del Dragón Celestial, su más grande orgullo, era algo imperdonable.Entre la multitud, un hombre corpulento y musculoso, con una espalda ancha como la de un oso, dio un paso hacia adelante con una sonrisa burlona. —Juan, escucha bien. Me llamo Demetrio, y soy el primero en no estar de acuerdo contigo. ¿Qué te parece eso?—¡Bien!—¡Así se habla!El apoyo hacia Demetrio fue inmediato. Anabel y Tiberio pálidos: —Demetrio, tienes que mostrar respeto a Juan.Que un simple soldado se atre
Tan pronto como Juan y Demetrio decidieron el orden, ambos se dirigieron al campo de tiro.Todos los miembros de La Orden del Dragón Celestial los siguieron emocionados, posicionándose alrededor para presenciar la competencia que se avecinaba.Anabel asumió el papel de jueza y explicó en detalle: —Cada uno tendrá seis balas. Al final, el que obtenga más puntos de impacto en el blanco, gana.—¿Tienes alguna duda al respecto? —Anabel no pudo evitar echarle un repentino vistazo a Juan.—¿Basta con acertar los seis disparos en el centro del blanco, cierto? —preguntó Juan.Todos los presentes, al escuchar esto, no pudieron evitar sentir que Juan en realidad, era demasiado arrogante.Que lograra darle una sola vez al blanco esto ya sería una hazaña para alguien que jamás había disparado, pero ¿acertar seis veces en el centro? ¿Qué estaba pensando?Incluso Anabel esbozó una sonrisa, medio incrédula: —Sí, si logras dar en el blanco se considera un acierto, pero lo mejor es dar en el centro, qu
Restablecer la autoridad después será aún más difícil.Anabel ordenó de inmediato que el blanco se colocara a veinticinco metros de Juan y estaba a punto de dar la señal de inicio cuando él la interrumpió: —Espera, mueve el blanco a doscientos metros de distancia.Al escuchar esto, todos se quedaron atónitos.¿Qué?¿A doscientos metros?Este tipo debe estar realmente loco.Es una pistola, no un rifle de francotirador, y ni siquiera tienes una mira.Anabel lo miró estupefacta con los ojos muy abiertos y dijo: —¿Estás seguro de que no has perdido la cabeza?Disparar una pistola a doscientos metros era algo que nunca se había hecho en el ejército.Para ser más exactos, era algo completamente imposible.—Haz lo que digo—, respondió Juan con calma.Anabel suspiró profundamente y, sin más remedio, obedeciendo ordenó que movieran el blanco a doscientos metros.—Está loco, realmente estás loco—, murmuraban entre sí los presentes.—Te lo digo, seguro que sabe que no puede ganarle a Demetrio, as
Las palabras del Rey del Viento dejaron a todos asombrados.¡A doscientos metros!Cinco balas, todas dando justo en el centro del blanco, y lo más increíble de todo, es que todas pasaron por el mismo orificio.Era una hazaña que realmente desafiaba toda lógica posible, pero Juan lo había logrado.Este resultado marcaba una clara diferencia con Demetrio. Pero lo más impactante no era solo eso; Juan apenas había aprendido a usar un arma. Su primer disparo fallido lo confirmaba.Demetrio estaba desconcertado, murmurando runa y otra vez: —¿Cómo es posible? ¡Esto no puede ser!Anabel y Tiberio, tras la sorpresa inicial, no pudieron evitar sentirse satisfechos. Era evidente que Juan había logrado intimidar a esta banda de rebeldes con su habilidad.Con una expresión indiferente, Juan observó las caras de asombro a su alrededor y preguntó: —¿Gané esta competencia?—Sí, claro que ganaste— respondió Anabel de inmediato, afirmando.Entonces, Juan se volteó hacia donde se encontraba Demetrio: —¿E
Los cuatro comandantes habían alcanzado el dominio completo del nivel de Canalización de Meridianos, estando solo a un paso de convertirse en maestros. Por eso también se les llamaba de nivel de poder casi maestro.Juan, por su parte, había reprimido de forma deliberada su poder hasta lograr el mismo nivel.—¡A luchar! —gritó el Rey del Viento, con los ojos brillando con una intensa determinación, lanzando un puñetazo impresionante directo hacia la cabeza de Juan.Su objetivo era el punto vital en la parte superior de la columna vertebral, un golpe ahí podría paralizar a cualquiera. Mientras tanto, los otros tres comandantes desplegaron sus mejores técnicas y atacaron de forma simultánea desde diferentes ángulos, con la única esperanza de lograr acorralar a Juan por completo. Su estrategia era simple: si lo atacaban desde los cuatro lados, Juan se vería abrumado y no tendría forma alguna de defenderse de todos a la vez.Pero Juan no mostró ni una pizca de preocupación. Con un ligero m
La noche había caído.Sentado en el coche de regreso, la mirada de Juan se perdía por completo en sus pensamientos.—La Orden del Dragón Celestial, sin duda alguna es una de las instituciones más importantes de Luzveria. Cualquiera de sus miembros, si se les colocara en el exterior, sería considerado un maestro entre los maestros.—Demetrio, por ejemplo, es un genio del tiro. En caso de una guerra, sería una máquina de matar; incluso un maestro de artes marciales podría caer si baja la guardia frente a él.—Y luego están los cuatro comandantes. Cada uno de ellos, tanto en talento natural como en carácter, son realmente excepcionales. Con un poco más de entrenamiento, alcanzar el nivel de maestro de las artes marciales no será un problema en lo absoluto para ellos en el futuro.Juan lo afirmó,by en su interior prometió: —La Orden del Dragón Celestial, ya que me has elegido, yo, Juan, no dejaré que caigas en desgracia.—Algún día, haré que el nombre de La Orden del Dragón Celestial resue
Cuando Juan salió de la habitación, los ojos de Celeste brillaron con admiración. Se acercó un par de pasos, observándolo de arriba abajo, y exclamó sorprendida: —¡Qué guapo! Te queda perfecto, la ropa te sienta como anillo al dedo.Juan se sintió un poco avergonzado por los elogios, pero antes de que pudiera decir algo, Celeste agregó con un tono burlón: —Lástima que no sé qué mujer afortunada se va a beneficiar de todo esto en el futuro.Juan no pudo evitar sentirse avergonzado.Celeste soltó una risa burlona, tomó su brazo y dijo: —Vamos, te llevaré a ver si encuentras alguna señorita guapa, a ver si te consigo una esposa.Veinte minutos después, llegaron a la entrada del hotel más lujoso de Solestia, el Palacio de Oro.Juan y Celeste se bajaron del coche, y Quirino y Clarisa, que ya los estaban esperando ansiosos, se acercaron de inmediato.—¿Por qué tardaron tanto? ¡Nos han hecho esperar por una eternidad!, se quejó Clarisa con molestia evidente.Mientras decía esto, sus ojos refl
Al ver las miradas de todos, Celeste se sintió un poco incómoda.Sabía que los jóvenes presentes eran altos mandos de las familias más influyentes de Solestia, y que, en comparación, y en fundamento no estaba a la altura.Juan, percibiendo su nerviosismo, le apretó con suavidad la mano y le susurró al oído: —Hermana, no te preocupes. Sé tú misma, esta noche es tuya.Celeste sintió un calor reconfortante en su corazón, obedeció y siguió a Quirino y a los demás hasta su asiento.—Voy al baño—, dijo Clarisa sin mirar a Juan y Celeste antes de alejarse.Quirino, por su parte, se unió a un grupo de conocidos, los hijos de las familias más influyentes, para charlar.Todos esperaban.Esperaban la llegada de Benigno, el verdadero anfitrión de la noche, quien también sería el protagonista de este majestuoso evento.La familia Landa, la más poderosa de Solestia, tenía el prestigio suficiente para hacer esperar a todos.Comenzó a sonar una suave melodía, y poco a poco, varias parejas de jóvenes s