Todos los capítulos de La sumisa del príncipe : Capítulo 41 - Capítulo 50
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Capítulo 40
El regreso al palacio fue completamente perfecto, mis ojos se deleitaban con el paisaje que dejábamos atrás, he vivido toda mi vida en este reino y jamás había pasado por este lugar.Sus manos acariciaban el dorso de las mías despreocupadas mientras también tenía la vista perdida en todo aquello con los ojos de un niño que mira lo el postre que tanto le gusta.Las casas comenzaron a aparecer hasta que comenzaron a ser más frecuentes dejando el bosque como el bello recuerdo de haberlo visto por unas horas.Los carruajes le cedían la vía al vehículo real y los ciudadanos del reino se detenían en las zonas contiguas para saludar a quien fuese dentro de él.Pero en lugar de mantenernos en la ruta que nos llevaría directamente a las enormes rejas del palacio el conductor tomó la siguiente desviación dirigiéndonos al centro del pueblo donde los más ostentosos locales de comercio se encontraban.—¿Pasa algo? ¿A dónde vamos?—indagué mirándolo por unos segundos mientras el simplemente sonreía
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Capítulo 41
Las palabras de Arthur resonaban en mi mente, dejándome la cabeza dando vueltas, no podía evitar pensar en todo lo malo que podía pasar si la maldición no se rompiera.El resto del camino hasta nuestra llegada al palacio fue en un absoluto silencio que verdaderamente agradecí.A pesar de mi preocupación no pude evitar notar el hecho de que la seguridad dentro de las enormes rejas había aumentado considerablemente.Los muros estaban abarrotados de personas con el uniforme real vigilantes a cualquiera que se atreviese a adentrarse en el interior de esos muros.Desde que descendimos del automóvil chocamos de frente con un pelotón de guardias que se disponían al cambio de turno.—¿Qué está pasando Arthur?—indagué buscando la mirada de él esperando sinceridad en sus ojos pero fue todo lo contrario.Parecía preocupado a la vez que su rostro se endurecía por los gritos que se hacían cada vez más fuertes a medida que nos adentrábamos en el palacio. Detuvimos nuestro andar frente a las puertas
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Capítulo 42
—Ella es Magdomely—me señaló Arthur a la señora de edad avanzada que nos acompañaba en nuestra habitación—la mejor organizadora de ceremonias del reino y está aquí para ayudarte con todos los detalles de la boda—me sonrió cómplice mientras la mujer asentía—Todo será como usted decida futura reina, me asegurare de que cada detalle sea de su completo agrado—se apresuró a decir Magdomely ampliando su sonrisa pero por alguna extraña razón la mía se congeló mientras un extraño escalofrió recorrió mi columna vertebral—Gracias—logré decir mientras Arthur fruncía el ceño mirándome fijamente—Magdomely por que no traes las opciones para que la señorita Andrea vaya tomando decisiones—su tono era suave pero dejaba en claro que era una orden y ella se limitó a asentir para alejarse de nosotros.—¿Quién es ella?—rompí el silencio en cuanto Magdomely se alejó lo suficiente pero su expresión cambio haciéndola casi indescifrable para mí.Separó sus labios unas cuantas veces como si buscara valor pa
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Capítulo 43
La habitación estaba en penumbras, por la ventana cerrada ni siquiera penetraba un atisbo de luz, todo permanecía en silencio y a pesar de la oscuridad una silueta era perceptible en la cama.Alguien yacía ahí, tumbado como si durmiese. Camine a paso lento y a medida que me acercaba mis ojos se acostumbraban aún más a la falta de luz y las cosas se podían apreciar mejor.En la cama no había una sola persona, por el contrario eran dos los que descansaban, dormían abrazados como si estuvieran tan cómodos como profundamente dormidos y podía observar sus cuerpos carente de prenda alguna.Mis ojos se abrieron de par en par como si intentaran salirse de mi rostro incrédulos a aquello que veían a la vez que mis pasos se detuvieron y mis lágrimas comenzaban a descender por mis mejillas.Los ojos de la ahora pelinegra se conectaron con los míos mientras abrazaba a su acompañante y una sonrisa burlona se dibujó en sus labios mientras yo negaba rápidamente con mi cabeza incrédula de que Nikolas
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Capítulo 44
—Señorita Andrea dejamos sobre la cama su vestido para esta noche pero…—comenzó a hablar una de mis doncellas mientras me sumergía en la bañera—ha llegado esto de la sastrería pedido especialmente por el príncipe en persona—concluyó con una sonrisa extremadamente pícara mientras me mostraba una lencería a juego con el precioso vestido que iba desde el rojo vino en los hombros hasta el negro de la falda.Mi cara comenzó a arder por la vergüenza lo que aumento las risillas de las chicas enrojeciendo mi rostro más todavía.Pero no puedo negar que aquella lencería extremadamente diminuta resaltaba mis pequeños pechos y mis casi inexistentes glúteos, pero me avergonzaba el hecho de llevarlo puesto o que fuese él quien lo eligiera.—Cambia esa cara—se burló Emily de mi rubor desmedido— el sastre lo hizo para ti el regalo del príncipe no tiene nada que ver con eso—se cortó aún con la sonrisa en el rostro llegando hasta la cama para tomar lo que parecía una pequeña cajita de terciopelo negra
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Capítulo 45
—Esto es para ti—susurre a pocos centímetros de su boca y con su frente aún pegada a la mía extendiéndole mi regalo perfectamente envuelto en papel de colores azul y verde.La extrañeza en su expresión con esa sonrisa nerviosa de niño de 10 años que recibe su primer regalo de cumpleaños… pero que podría llevar en aquella caja rectangular. ¿Qué se le regala a un futuro rey?; al hijo maldito nacido en uno de los reinos más prósperos de esta era.Estoy segura que nada en el mundo estaría a la altura de su ego, sin embargo me dedique a buscar aquello que al menos le fuese relativamente útil a él, mi prometido, mi príncipe maldito.—¿Verde y azul?—sonrió con curiosidad acariciando la envoltura de la caja—quisiera futura esposa conocer el ¿por qué de ello?—fijo sus ojos en los míos.—Como sabes que hay uno—me limité a responderle y solo conseguí que intensificara su mirada como si quisiera arrancarme las palabras con ella—Por favor, obvio que lo hay tratándose de ti—presionó y solté un su
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Capítulo 46
No puedo explicar en qué momento exacto la fiesta había acabado menos puedo asegurar como estábamos de vuelta en la habitación, pero allí estábamos comiéndonos con la mirada a escasos centímetros uno del otro.Una de sus manos comenzó a acariciar mi espalda desnuda a través del escote de mi vestido. Su respiración se mezclaba con la mía en un cálido aliento que erizaba cada bello de mi cuerpo mientras una electricidad llegaba desde su delicado tacto hasta estremecer mi sexo que chorreaba de humedad.Mi espalda topo con alguna pared pero ni eso hizo que su fría mano se apartara de ahí, su voz era un susurro melodioso en mi oído mientras que su otra mano ascendía por mi muslo con aquel aliento cálido golpeando la piel de mi cuello.Nuestros ojos se conectaron con los míos y mi boca dejo escapar un corto gemido que se ahogó en la suya en un beso cargado de deseo e intensidad.Su lengua y la mía danzaban como si de una misma se tratase y sus manos recorrían cada parte de m i cuerpo a la v
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Capítulo 47
Cuando era niña me encantaba imaginarme como sería la boda de mis sueños, ese día al que me entregaría a alguien por amor donde todo sería perfecto tal y como los libros que tanto leía describían y aunque Nikolas había cuidado hasta el más mínimo detalle para que este día fuera perfecto algo en mi me gritaba que tuviese cuidado.No sabría explicármelo a ciencia cierta pero una mala sensación recorría mi cuerpo de pies a cabeza desde que salí de la alcoba rumbo a la ceremonia. Como si alguien estuviese observándome en todo momento o si la peor de las tormentas se avecinara.Mamá me había asegurado que eran los nervios de la boda y que era normal que me sintiera así pero yo comenzaba a preocuparme.Además es bien sabido en el reino que el marido no debe ver a la novia antes de la boda y nosotros claramente no habíamos hecho caso alguno a esa regla. Llegué al vehículo que me esperaba en las puerta de palacio donde mi madre y padre aguardaban con la más amplia de las sonrisas y los ojos
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Capítulo 48
Estábamos en los enormes jardines del palacio donde las flores resplandecían orgullosas de nuestra felicidad. Cada detalle había sido minuciosamente seleccionado para este día. Los invitados esparcían alegría y dicha por todo el lugar con discretas carcajadas y placenteras conversaciones que eran apenas perceptibles sobre la melodía suave que resonaba en los alrededores.Pero aquella desagradable sensación que me había acompañado toda la mañana no abandonaba mi pecho, era un pésimo sabor de boca que no lograba quitarme por mucho que comiera o bebiera.Mis ojos se mantenían alertas recorriendo el lugar a cada dos por tres como si buscara a alguien entre los invitados o si esperase que algo ocurriera de repente.—¿Estás bien mi niña?—la voz preocupada de mi madre me sacó de mis pensamientos y como si acabara de darme cuenta que ella estaba justo a mi lado.La reina, la princesa Nadia, mi padre, Mariantonieta y su prometido también me observaban con la misma angustia, como si intentaran
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Capítulo 49
Si en algún momento de mi vida alguien me hubiese dicho que mi increíble noche de bodas después de esta magnífica celebración sin duda alguna yo hubiese estallado en carcajadas, jamás imaginé que justo este día el ahora mi esposo explotaría en cólera por algo tan absurdo como un vestido...Unas horas antes, justo después del brindis y antes de comenzar con el banquete; subí a nuestra habitación a despojarme del voluptuoso vestido de novia por uno igual de blanco pero mucho más cómodo y sencillo.La gracia del vestido estaba únicamente concentrada en el busto con algunas mariposas blancas con brillos resaltando mi escote, sin mangas o hombreras y con la blanca tela únicamente ceñida en mis pechos y que simulaba una cascada hasta quedar arrastrado por unos pocos centímetros en el suelo con un abierto desde mi entrepierna hasta el dobladillo del vestido mostrando mi pierna derecha completamente.Las doncellas me desenredaron el cabello haciendo dos pequeñas trenzas a los lados de mi cabe
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