— Un, dos, Papi se escondió... — canturreó Lisa muy lentamente con una voz tan dulce que me heló la sangre. Me había escondido detrás de una columna: ésta vez, la pesadilla sucedía en las ruinas de una iglesia.— Tres, cuatro, ¿dónde estará..? — la voz de Lisa sonó más cerca pero no me atrevía a moverme: Si me movía, delataría mi posición.— Cinco, seis, conmigo vendrá — cada vez estaba más cerca y noté cómo el corazón comenzaba a latir más deprisa, mientras gotas de sudor recorrían mi cuerpo desnudo. Intenté controlar la respiración para que no escuchase mi ubicación.— Siete, ocho, siempre estaremos juntos — la voz se escuchó un poco más lejos y sentí algo de alivio. — Nueve, diez... ¡TE ENCONTRÉ! — escuché gritar en mi oído. Me giré aterrado y vi a Lisa cayendo desde el cielo con un cuchillo en la mano. Era demasiado tarde. Grité.***Me desperté gritando y empapado de sudor. Enseguida llegó Sophie, corriendo y preocupada.— ¡E-esteban! ¿Te encuentras bien?— Sí, Sophie, tan sólo e
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