— ¿Por qué te escondes de mi, Papi? — escuché decir a Lisa — Sólo quiero jugar contigo, Papi.Estábamos en un cementerio y me había escondido detrás de una lápida.— Esteban, ¿dónde estás? No estás con tu familia. Ven con nosotras...El corazón me latía acelerado, mi cuerpo estaba sudando y por algún motivo desconocido estaba desnudo.— ¡PAPI! — escuché la voz de Lisa a mis espaldas. Me giré con terror y ahí estaba: con sus labios morados, el agujero en el pecho y un cuchillo enorme en la mano — ¡ESTÁS AQUÍ! Ven, ¡vamos a jugar! — levantó el cuchillo e intenté moverme, pero un par de manos que salían de la tumba en la que me había estado escondiendo, me sujetaron. Intenté gritar y no pude. Desesperado, conseguí moverme hacia adelante, para caer de cabeza y terminar en una voltereta. Un segundo después mi hija había bajado el cuchillo donde había estado, pero las manos seguían sujetándome. Me giré para ver quién era y me paralicé cuando lo reconocí: con los labios morados, una puñalada
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