La decepción del amor que jamás fue para mí, duró mucho en desaparecer de mi pecho y hasta que cumplí los diecinueve años no me interesé en nadie. Comencé a trabajar en una cafetería muy concurrida, por lo tanto las propinas eran bastante buenas. Estaba ahorrando para poder irme a vivir sola y había podido comprar algunos muebles para eso. Me sentía orgullosa, aunque aún mi depresión por la falta constante de cariño me acompañaba. En la cafetería solo había dos chicas trabajando, además de mi. Ellas eran muy lindas y los clientes les dejaban buenas propinas, pero si yo estaba con ellas era todo lo contrario. Me sentía totalmente deprimida en la cafetería, pero era demasiado rápida para preparar los pedidos, por lo que mi jefa no quería despedirme y por eso decidió cambiarme de turno. Me sentí totalmente triste por no poder trabajar con las chicas y también por no ser lo suficientemente bonita para que algún cliente pidiera ser atendido por mi. ¿Quien elegiría a la "gordita"? Ni si
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