OliviaEl pequeño mafioso seguía dando patadas. Más fuertes, más frecuentes.Estos últimos días habían sido una sinfonía de movimientos inquietos dentro de mi vientre, una danza frenética que me mantenía en vilo.La doctora Clara había sido clara: —Estamos entrando a los nueve meses, podría llegar en cualquier momento.Sus palabras resonaban en mi cabeza, un eco constante de anticipación y, lo confieso, un poquito de terror.El miedo, una fría serpiente, que se enroscaba en mi estómago. No era el miedo al dolor, aunque sí lo sentía latente, una punzada distante. Era el miedo a lo desconocido, a la responsabilidad abrumadora que se acercaba a pasos agigantados. El miedo a no estar a la altura.Enzo, mi Enzo, estaba igual. O peor. Su ansiedad era palpable, una tensión constante que vibraba en el aire entre nosotros. No se separaba de mí ni un instante.Lo veía a veces mirándome con una mezcla de asombro y pánico, como si estuviera intentando memorizar cada detalle de mi rostro, como s
Leer más