OliviaEn la madrugada, desperté sobresaltada. Una sensación inesperada me había interrumpido de mi sueño profundo. Al incorporarme, noté la humedad en la cama y comprendí inmediatamente lo que estaba sucediendo: había roto fuente.—¡Enzo! —exclamé con un tono que mezclaba nerviosismo y emoción. Enzo, reaccionó de inmediato, saliendo del sueño en un instante. Al ver la situación, comprendió al instante la urgencia y corrió hacia el baño conmigo en brazos para ayudar a prepararme mientras llamaban a la clínica.—Tranquila, todo va a estar bien, muñeca —repetía Enzo, tratando de calmarme a medida que me asistía. Con cada movimiento, la adrenalina los mantenía enfocados y sin perder la compostura. Yo me encontraba agitada, pero confiaba en la seguridad de las palabras de Enzo, que ha manteniendo la calma de manera sorprendente.Con el bolso preparado anticipadamente para este momento, salimos hacia la clínica. La noche todavía oscura nos regalaba un
EnzoEl aire en la sala de partos era denso, cargado de una tensión palpable que sentía clavarse en mi piel como agujas diminutas.Olivia, mi Olivia, jadeaba entre contracciones que la doblaban por la mitad, su rostro bañado en un sudor frío que le empapaba el cabello. Cada quejido, cada gemido ahogado, era un puñal en mi oscuro corazón. Habían planeado este momento, soñado con él, pero la realidad era brutalmente distinta a la dulce imagen que habíamos acariciado durante meses.La doctora Clara daba instrucciones rápidas y precisas, su voz serena era un oasis en medio de la tormenta. Pero yo apenas la escuchaba.Mis ojos solo veían a Olivia, su cuerpo convulsionado por el esfuerzo titánico de dar a luz. El monitor cardíaco, con sus picos y valles irregulares, era una sinfonía de terror. Pero todo quedó en segundo plano cuando Olivia y yo escuchamos el primer llanto se Ezio. La miraba con más amor que antes, es mi Diosa, una Diosa magnífica que dió todo para traer a nuestro beb
OliviaLa luz tenue del cuarto me cegó por un momento. Parpadeé varias veces, tratando de ajustarme a la realidad que me rodeaba.El olor a desinfectante impregnaba el aire y, aunque mi mente trataba de despejarse, un nudo de preocupación se formaba en mi estómago. ¿Dónde estaba mi bebé?Los recuerdos del parto comenzaron a fluir, difusos y fragmentados. La agonía, la presión, y aquella conexión intensa con Enzo, quien sostenía mi mano mientras prometía que todo estaría bien. Ahora, me encontraba sola, inmersa en una habitación desconocida, con el eco de su voz aún resonando en mi mente.Las sábanas se sentían frías contra mi piel. Intenté moverme, pero una oleada de dolor me detuvo. Mis ojos, todavía aturdidos, recorrieron la habitación. Un monitor pitaba suavemente, como un recordatorio constante de la vida que había traído al mundo poco tiempo atrás. Pero el silencio que rodeaba el cuarto era abrumador. No había llantos, no había risas; solo un
OliviaSentada en la habitación del hospital, no podía dejar de mirar a mi pequeño hijo, mi corazón se llenó de un amor que nunca había conocido. A mi lado, Enzo me miraba con orgullo, con su mano descansando con ternura sobre mi hombro. La emoción de tener a mi familia reunida era inmensa, aunque la sombra de la mafia nos amenazaba con nublarnos la felicidad. Pero no estaba dispuesta que eso sucediera.El silencio de la habitación contrastaba con el bullicio que sentía en mi mente. Había tanto que procesar: el dolor aún fresco del parto, la responsabilidad de amar y cuidar a este nuevo ser, y la tensión de saber que pronto tendría que enfrentarme a la amenaza en Rusia, tenia que tomar el mando o esto se complicaría más.–Enzo –susurré, buscando su mirada. –Quiero concentrarme en nuestro bebé, en aprender a ser madre y a darle el mejor comienzo posible. Sé que dije que quiero tomar el mando en Rusia, pero tenemos que hacer algo para que esto funcione sin tener que separarme de mi peq
Enzo–Señor, tengo a la madrastra de la señora en la línea telefónica que le asignamos.Red entró a mi despacho, con el teléfono desechable que había designado solo para las llamadas de Amanda. –¿Te dijo qué quería? –pregunté con la vista fija en la montaña de papeles que tenia en la mesa del despacho de mi casa en Roma, ya que aquí nos quedaríamos hasta que Ezio tuviera al menos dos meses y poder trasladarnos a la fortaleza.Odiaba dejar a mi mujer y a mi bebé en la clínica, pero tengo que encargarme de varias piedras en el camino para mantenerlo a salvo.–Pues exige ver a la señora –explicó mi hombre confianza.Fruncí el entrecejo, porque eso es imposible, no los quiero cerca de mi mujer, ni siquiera a sus hermanos, llámenme egoísta, pero no quiero que los vean. Y mi Olivia tampoco ha manifestado querer verlos desde que acabó con la vida del cobarde de su padre. No sabemos que reacción tengan ante la confesión de mi mujer.
EnzoEl trabajo me atrasó un poco, y cuando salí de la casa hacia la clínica ya había anochecido. Estaba desesperado por ver a los amores de mi vida, tenía unos deseos incontrolables de verlos y aunque pasé el día pendiente de ellos, pues no es lo mismo.Lo bueno de tener todo el poder y dinero del mundo es que podía entrar a esa clínica a ver a mi mujer e hijo las veces y a la hora que yo quisiera.Según los reportes de Alexa, mi esposa ha estado muy metida en el tema de amamantar a nuestro bebé, no es algo que me guste, particularmente, porque soy posesivo con ella y sus tetas y toda ella me pertenece, pero puede que tenga un poco de consciencia y entienda que debe alimentar al pequeño mafioso y a mí también, ahora que sus pechos producen suficiente leche, o eso fue lo que me dijo Alexa.Salvatore se encargaría del tema del tal Dimitri en Rusia y de la carga trampa para la mafia Irlandesa. A mí nadie me ve la cara de estúpido y mucho menos se la
OliviaEnzo se quedó con nosotros hasta pasada la media noche, pero se tuvo que ir ya que Salvatore lo llamó indicándole algo sobre una carga lista.Sé que no ha dejado de trabajar, y la mafia es lo que más problemas le da. Quería recuperarme rápidamente para poder salir de aquí y así poder ayudarlo.La doctora Clara me dijo que para la tarde de hoy, ya me daría de alta porque esperarían mis resultados de mis últimos análisis, me la vi muy mal en el parto y posiblemente me queden secuelas.Miré la hora en mi celular y me fije que eran las dos de la mañana, me aseguré de que Ezio estuviera profundamente dormido y fui a la puerta a buscar a Alexa para que se quedara al pendiente mientras me duchaba, porque apestaba a leche materna.Cuando abrí la puerta, me vi rodeaba por mas de diez hombres y mujeres que estaban a mi disposición, todos se alertaron cuando me vieron, pero les hice seña con una mano para darles a entender que estaba bien. Habían muchos de ellos, y sé que allá afuera hay
EnzoCorte la llamada que tenía con Alexa donde me informaba que mi mujer había sido dada de alta, y no hay nada que me alegre más que eso, es mejor tenerla en casa que fuera de ella y lejos de mi, y aunque tuviera cientos de seguridad a su alrededor no me quitaba la preocupación.Era un paso más adelante, me quedaba el resto de los pasos.Uno de esos era ir a la fortaleza para hablar personalmente con mis cuñados, más con el mayor, el cuál quiero formar para que tome el lugar de la Bratva, sé que Olivia pondrá sus restricciones pero si ellos vienen a vivir con nosotros sí o sí deben saber defenderse, porque no estamos en un buen momento en la Mafia.Me refiero a la parte de la seguridad, porque en el dinero, cada día vamos creciendo y más por la producción de mi veneno que es un arma mortal que por las mismas drogas.Mi padre me enseñó a no preocuparme por otros que no fuera por mi o por mi familia, y eso es lo que hacía, podrán llamarme monstruo o lo que quieran, pero no era de mi i