Olivia
La luz tenue del cuarto me cegó por un momento. Parpadeé varias veces, tratando de ajustarme a la realidad que me rodeaba.El olor a desinfectante impregnaba el aire y, aunque mi mente trataba de despejarse, un nudo de preocupación se formaba en mi estómago. ¿Dónde estaba mi bebé?Los recuerdos del parto comenzaron a fluir, difusos y fragmentados. La agonía, la presión, y aquella conexión intensa con Enzo, quien sostenía mi mano mientras prometía que todo estaría bien. Ahora, me encontraba sola, inmersa en una habitación desconocida, con el eco de su voz aún resonando en mi mente.Las sábanas se sentían frías contra mi piel. Intenté moverme, pero una oleada de dolor me detuvo. Mis ojos, todavía aturdidos, recorrieron la habitación. Un monitor pitaba suavemente, como un recordatorio constante de la vida que había traído al mundo poco tiempo atrás. Pero el silencio que rodeaba el cuarto era abrumador. No había llantos, no había risas; solo unOliviaSentada en la habitación del hospital, no podía dejar de mirar a mi pequeño hijo, mi corazón se llenó de un amor que nunca había conocido. A mi lado, Enzo me miraba con orgullo, con su mano descansando con ternura sobre mi hombro. La emoción de tener a mi familia reunida era inmensa, aunque la sombra de la mafia nos amenazaba con nublarnos la felicidad. Pero no estaba dispuesta que eso sucediera.El silencio de la habitación contrastaba con el bullicio que sentía en mi mente. Había tanto que procesar: el dolor aún fresco del parto, la responsabilidad de amar y cuidar a este nuevo ser, y la tensión de saber que pronto tendría que enfrentarme a la amenaza en Rusia, tenia que tomar el mando o esto se complicaría más.–Enzo –susurré, buscando su mirada. –Quiero concentrarme en nuestro bebé, en aprender a ser madre y a darle el mejor comienzo posible. Sé que dije que quiero tomar el mando en Rusia, pero tenemos que hacer algo para que esto funcione sin tener que separarme de mi peq
Enzo–Señor, tengo a la madrastra de la señora en la línea telefónica que le asignamos.Red entró a mi despacho, con el teléfono desechable que había designado solo para las llamadas de Amanda. –¿Te dijo qué quería? –pregunté con la vista fija en la montaña de papeles que tenia en la mesa del despacho de mi casa en Roma, ya que aquí nos quedaríamos hasta que Ezio tuviera al menos dos meses y poder trasladarnos a la fortaleza.Odiaba dejar a mi mujer y a mi bebé en la clínica, pero tengo que encargarme de varias piedras en el camino para mantenerlo a salvo.–Pues exige ver a la señora –explicó mi hombre confianza.Fruncí el entrecejo, porque eso es imposible, no los quiero cerca de mi mujer, ni siquiera a sus hermanos, llámenme egoísta, pero no quiero que los vean. Y mi Olivia tampoco ha manifestado querer verlos desde que acabó con la vida del cobarde de su padre. No sabemos que reacción tengan ante la confesión de mi mujer.
EnzoEl trabajo me atrasó un poco, y cuando salí de la casa hacia la clínica ya había anochecido. Estaba desesperado por ver a los amores de mi vida, tenía unos deseos incontrolables de verlos y aunque pasé el día pendiente de ellos, pues no es lo mismo.Lo bueno de tener todo el poder y dinero del mundo es que podía entrar a esa clínica a ver a mi mujer e hijo las veces y a la hora que yo quisiera.Según los reportes de Alexa, mi esposa ha estado muy metida en el tema de amamantar a nuestro bebé, no es algo que me guste, particularmente, porque soy posesivo con ella y sus tetas y toda ella me pertenece, pero puede que tenga un poco de consciencia y entienda que debe alimentar al pequeño mafioso y a mí también, ahora que sus pechos producen suficiente leche, o eso fue lo que me dijo Alexa.Salvatore se encargaría del tema del tal Dimitri en Rusia y de la carga trampa para la mafia Irlandesa. A mí nadie me ve la cara de estúpido y mucho menos se la
OliviaEnzo se quedó con nosotros hasta pasada la media noche, pero se tuvo que ir ya que Salvatore lo llamó indicándole algo sobre una carga lista.Sé que no ha dejado de trabajar, y la mafia es lo que más problemas le da. Quería recuperarme rápidamente para poder salir de aquí y así poder ayudarlo.La doctora Clara me dijo que para la tarde de hoy, ya me daría de alta porque esperarían mis resultados de mis últimos análisis, me la vi muy mal en el parto y posiblemente me queden secuelas.Miré la hora en mi celular y me fije que eran las dos de la mañana, me aseguré de que Ezio estuviera profundamente dormido y fui a la puerta a buscar a Alexa para que se quedara al pendiente mientras me duchaba, porque apestaba a leche materna.Cuando abrí la puerta, me vi rodeaba por mas de diez hombres y mujeres que estaban a mi disposición, todos se alertaron cuando me vieron, pero les hice seña con una mano para darles a entender que estaba bien. Habían muchos de ellos, y sé que allá afuera hay
EnzoCorte la llamada que tenía con Alexa donde me informaba que mi mujer había sido dada de alta, y no hay nada que me alegre más que eso, es mejor tenerla en casa que fuera de ella y lejos de mi, y aunque tuviera cientos de seguridad a su alrededor no me quitaba la preocupación.Era un paso más adelante, me quedaba el resto de los pasos.Uno de esos era ir a la fortaleza para hablar personalmente con mis cuñados, más con el mayor, el cuál quiero formar para que tome el lugar de la Bratva, sé que Olivia pondrá sus restricciones pero si ellos vienen a vivir con nosotros sí o sí deben saber defenderse, porque no estamos en un buen momento en la Mafia.Me refiero a la parte de la seguridad, porque en el dinero, cada día vamos creciendo y más por la producción de mi veneno que es un arma mortal que por las mismas drogas.Mi padre me enseñó a no preocuparme por otros que no fuera por mi o por mi familia, y eso es lo que hacía, podrán llamarme monstruo o lo que quieran, pero no era de mi i
Olivia Hogar dulce hogar. No es la fortaleza, pero es fuera de la clínica y con eso estaba bien. A lo que entré a la mansión fui recibida por todo el personal de la casa, super alegres por nuestra llegada. Había un cartel de bienvenida y muchos detalles en colores azules, estaba totalmente feliz por recibimiento pero Enzo nos llevó a nuestra habitación indicando que debía descansar y es la verdad, en la clínica se me hizo imposible descansar y más porque Ezio tenía un horario complicado. Le diría adiós a dormir como morsa, mi hijo me necesita y debo acostumbrarme a sus horarios y yo ir arreglandolos. Cuando llegamos, él tomó al bebé en brazos y lo llevó a la cunita que había instalado justo en mi lado de la cama, quedaba bajita y sabía que no tenía que hacer esfuerzos para tomar a mi bebé. Mi cuerpo sigue débil, y el moverme demasiado me agota de sobremanera, y sumando a los puntos internos que tengo en mi vagina luego del parto, imagínense. —¿Quieres cambiarte de ropa?
OliviaMe desperté de golpe al escuchar el llanto de mi hijo, y cuando me fije en él, me di cuenta que Enzo lo tenia en sus brazos mientras lo mecía para calmar su llanto.Enzo se encontraba aun en bóxer y me daba la espalda mientras le hablaba a nuestro hijo en la voz más baja y dulce que le había escuchado ahora.—Mami necesita descansar, deja los berrinches.Bueno, eso no fue tan dulce, pero me sacó una sonrisa burlona.Es la primera vez que lo veo teniendo más paciencia de lo normal, y eso me hace sentir orgullosa de él.Me levanté de la cama sin hacer ruido y fui directamente a donde se encontraban, Enzo lo tenia cargado con un solo brazo y con la otra mano le daba caricias en su pequeño rostro. Fue inevitable que mis ojos se cristalizaran al verlo así tan unido a nuestro bebé, y más porque Ezio se quedó tranquilo al sentir el calor de su padre.—Mis hombres, —le dije en un susurro a su lado.Enzo se exaltó por un momento y volteo a mirarme con una sonrisa en su rostro.—Deberías
EnzoEl clima cálido de roma se instalaba en el aire, pesado y sofocante, pero en mi mundo solo había espacio para la decisión. Olivia y nuestro pequeño no podían seguir en esta ciudad llena de tantos traidores asechándonos. La situación se tornaba cada vez más peligrosa, y yo no iba a permitir que se convirtieran en víctimas de las intrigas que habían a nuestras espaldas. A través de las calles empedradas, los murmullos del pueblo donde estábamos parecían un eco distante, incapaces de penetrar mi mente centrada en un objetivo: obtener la seguridad de mi familia. Con cada paso que daba más cerca de lo que quería, sentía la adrenalina fluir en mis venas. Sabía que sacar a Olivia y al bebé de Roma no sería fácil; había riesgos, pero estaba dispuesto a enfrentarlos con tal de darles tranquilidad.Luego de largas horas de planear con mi gente la salida de mi mujer y mi hijo de roma, por fin las sombras de la fortaleza nos recibieron con calidez, era como si sintiera que sus dueños despué