Capítulo treinta. Ya eres abuela La visión de la fiesta de la inmaculada —al menos para algunos —, madre de Athos había variado para todos y en cada uno de una forma muy distinta y hasta dispersa. Se habían quedado en modo incógnita, eso si, todos. La pobre Lily que era la única que conocía a aquellos dos hombres comenzó a temblar asustada, tanto miedo sentía que se puso delante de su marido en un acto absurdamente protector puesto que si los rusos querían, acabarían allí mismo con Athos Stratos. —Les presento a mi buen amigo Sergey Smirnov y Vladimir Imitrov —indicaba Magda —. Ellos son mis hijos y sus esposas. Y Sophie, mi protegida. Entre los ojos en blanco de Athos ante su último comentario, la dura expresión de Praxis y los temblores de Lily, el padre de esta coló su sarcasmo para extender su mano hacia Athos y presentarse diciendo con acento ruso pero en perfecto griego: —Un placer inesperado conocer a mi yerno. Estas palabras llegaron justo cuando ambos hombres tenían s
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