Capítulo treinta. Ya eres abuela La visión de la fiesta de la inmaculada —al menos para algunos —, madre de Athos había variado para todos y en cada uno de una forma muy distinta y hasta dispersa. Se habían quedado en modo incógnita, eso si, todos. La pobre Lily que era la única que conocía a aquellos dos hombres comenzó a temblar asustada, tanto miedo sentía que se puso delante de su marido en un acto absurdamente protector puesto que si los rusos querían, acabarían allí mismo con Athos Stratos. —Les presento a mi buen amigo Sergey Smirnov y Vladimir Imitrov —indicaba Magda —. Ellos son mis hijos y sus esposas. Y Sophie, mi protegida. Entre los ojos en blanco de Athos ante su último comentario, la dura expresión de Praxis y los temblores de Lily, el padre de esta coló su sarcasmo para extender su mano hacia Athos y presentarse diciendo con acento ruso pero en perfecto griego: —Un placer inesperado conocer a mi yerno. Estas palabras llegaron justo cuando ambos hombres tenían s
Capítulo treinta y uno. Somos una familia Athos amaba con locura casi enferma a su madre. Desde muy pequeño había necesitado tenerla de vuelta a su vida y eso creó mellas imborrables en él pero tenerla de regreso justo cuando se enamora y se vuelve padre teniéndola de parte de sus mayores enemigos, era mucho para él. Por más que quisiera no podía posicionarse de su lado. Era imposible. —No puede ser cierto —Magda Stratos alucinaba con lo que acababa de escuchar —. ¿Cómo pudiste hijo mío? Sabía que harías una estupidez un día —bufó Magda. —No te consiento...—¡Callate! —alzó un dedo su madre —. Soy tu madre y la única que te ama por sobre todo pero no puedes vivir sin mi permiso.—Eres una demente.—Y tú un idiota que te fuiste a dejar embaucar por una niñera que escapó de sus responsabilidades familiares y si ahora está en mi familia al menos que tenga un rol que aporte algo. Las palabras de Magda era un insulto además de increíbles. Lily estaba a punto de irse y Thalia la sostuvo
Capítulo treinta y dos. No eres digna de mi hijoCuando todo parecía haber acabado, la madre de Athos volvió con los cañones recién cargados, al parecer se le quedaron cosas por decir y aunque por dentro estaba pensando la forma de sacar provecho del padre de Liliana, su intención era hacer su voluntad en todos los aspectos. Eso sí...si la dejaba Athos porque este parecía estar demasiado a favor de proteger a su mujer.La pareja se estaba dando un pequeño mimo de aliento cuando ella hizo su entrada nuevamente pegando fuerte la puerta contra la pared logrando sobresaltarlos. —Voy a decirte algo más Athos, y por supuesto algo definitivo para salir de ciertas situaciones ordinarias.El aludido que conocía perfectamente a su madre se incomodó y advirtió enseguida:—No voy a tolerar esta grosera intromisión ni tampoco semejante maltrato.—¡Tolerarás lo que te diga que toleres porque soy tu madre! —proclamó su madre con glacial contundencia —. Quiero que te divorcies de esa mujer, puedes q
Capítulo treinta y tres. El ganador de la apuesta —La única promesa aquí —el griego enfrentó al ruso a pesar de estar aguantado por su esposa —, es que voy a matarte con mis propias manos si te acercas a mi mujer o a mi hijo. Ninguna otra. ¡Lárgate! Y ahí estuvo de vuelta la sonrisa escalofriante de Vladimir. Sus ojos no dejaban a Athos pero Lily sabía que esa mueca era para ella. Era una inconfundible declaración de intenciones en la que dejaba claro sobre todo para ella que lo conocía muy bien, que las palabras de su marido eran una tonta broma para él. Lily sabía bien que Vladimir era inescrupuloso y si en su día había tratado de matar a un bebé, ahora que tenia más razones para hacerlo no dejaría de completar el trabajo. —Me encantaría ver como lo intentas —retó el ruso con su imborrable sonrisa macabra —. La inocencia de tu esposo te hará viuda muy pronto, mi reina. —¡Athos, no! Lily decidió encarar a Vladimir mientras Thalia sostenia a su cuñado al tiempo que su marido h
Capítulo treinta y cuatro. La mente que conspira Lo primero que hizo Lily cuando llegó a casa con su marido fue salir corriendo a comprobar que su hijo estaba bien. Y por fortuna lo estaba.Casi sin aliento por la carrerilla que había marcado en esos pocos metros, se quedó recostada en el marco de la puerta mirando como la nana de su hijo mecía la pequeña cuna.Recostó después su propio cuerpo en el de su esposo que la asió contra si por detrás, teniendo la misma urgencia que ella de ver a su hijo.—¡Ven un momento!Athos después de susurrar al oído de su esposa la llevó consigo a la habitación que compartían. —Lo siento mucho, Athos —ella puntualizó —. Siento tanto haberte escondido el origen de mi familia casi tanto como te quiero. No quería que salieras lastimado y al final siento que es justo lo que voy a conseguir con todo esto. Entenderé si quieres romper por nuestro matrimonio y te lo digo en serio. —Lo puedes decir cuanto quieras pero creo que los dos sabemos que no va a pa
Capítulo treinta y cinco. No me interesa tu dinero. Lily y Athos decidieron cenar en el salón de la casa esa noche. —Se han esmerado con la decoración del salón —comentó Lily —. ¿Estamos celebrando alguna ocasión especial de la que yo no esté enterada? —No, la ama de llaves simplemente quiso hacer una cena especial para nosotros —respondió el griego —. Al parecer se le despertó la vena creativa. —Pues la comida estuvo deliciosa y la decoración está hermosa. Combina con los platillos que han servido. —Bueno en esta casa siempre habrá lo mejor para mi señora Stratos. De un momento a otro Athos tomó la mano de su esposa y le besó del dedo donde tenía el anillo de compromiso. —El anillo que me has regalado también es precioso —comentó Lily con una sonrisa —. No te lo había dicho antes. —Lo sé, tengo buen gusto —presumió el griego con burla —. Sin importar lo que pase, te lo puedes quedar Liliana. Este anillo y todo lo que te he dado siempre será tuyo. A Lily no le gustó a
Capítulo treinta y seis. Reparando un error Athos abrió la puerta, aliviado al comprobar que no la había cerrado con llave, y le tendió una copa de vino.Lily se sobresaltó al verlo y automáticamente se abrazó las rodillas para taparse, adoptando una actitud defensiva.—¿Qué haces? —le preguntó en tono acusador.—Trato de hacer algo —respondió él en tono seco—. Aunque puede que no se me dé muy bien.—¿Me has llenado la bañera y has encendido las velas? —preguntó ella mirándolo con los ojos como platos.Athos se agachó al lado de la bañera, demasiado cerca para el gusto de Lily, y miró con sus hermosos ojos el rostro sofocado de ella.—Eres mi esposa y estás triste. ¿Tanto te cuesta creer que trate de hacer algo para remediarlo?Ella entreabrió sus rosados labios, presa de la incertidumbre, y volvió a cerrarlos. Lo miró con expresión de desconcierto.—No sueles hacer ninguna clase de esfuerzos.—Las situaciones cambian —reflexionó Athos. Hablaba como si pronunciar cada palabra le cost
Capítulo treinta y siete. La disculpa de la suegra A la mañana siguiente Athos y Lily se despertaron intentando dejar atrás todo lo sucedido. La sola sonrisa de su bebé en medio de los dos en la cama era un impulso a seguir adelante. Si bien era un error dejar de lado el peligro, también intentaban poner en las manos adecuadas la situación. Praxis había llamado a su hermano en plena madrugada para decirle que un investigador estaba llevando el caso para evitar cualquier problema que se pudiera presentar como por ejemplo: un intento de secuestro a su mujer.El servicio, haciendo caso de la orden de Athos preparó el desayuno de la pareja en la terraza. Los dos se arreglaron juntos para bajar y luego de tomar en brazos a Nyan, su padre se sentó a la mesa con su esposa justo frente al poco sol que salió en aquel día nublado.—Estás preciosa hoy —aduló Athos a su mujer.—¿Solo hoy? Ambos rieron ante la broma de ella y esta se dispuso a preparar tostadas para su marido, cuando les hubo un