Capítulo treinta y tres. El ganador de la apuesta —La única promesa aquí —el griego enfrentó al ruso a pesar de estar aguantado por su esposa —, es que voy a matarte con mis propias manos si te acercas a mi mujer o a mi hijo. Ninguna otra. ¡Lárgate! Y ahí estuvo de vuelta la sonrisa escalofriante de Vladimir. Sus ojos no dejaban a Athos pero Lily sabía que esa mueca era para ella. Era una inconfundible declaración de intenciones en la que dejaba claro sobre todo para ella que lo conocía muy bien, que las palabras de su marido eran una tonta broma para él. Lily sabía bien que Vladimir era inescrupuloso y si en su día había tratado de matar a un bebé, ahora que tenia más razones para hacerlo no dejaría de completar el trabajo. —Me encantaría ver como lo intentas —retó el ruso con su imborrable sonrisa macabra —. La inocencia de tu esposo te hará viuda muy pronto, mi reina. —¡Athos, no! Lily decidió encarar a Vladimir mientras Thalia sostenia a su cuñado al tiempo que su marido h
Capítulo treinta y cuatro. La mente que conspira Lo primero que hizo Lily cuando llegó a casa con su marido fue salir corriendo a comprobar que su hijo estaba bien. Y por fortuna lo estaba.Casi sin aliento por la carrerilla que había marcado en esos pocos metros, se quedó recostada en el marco de la puerta mirando como la nana de su hijo mecía la pequeña cuna.Recostó después su propio cuerpo en el de su esposo que la asió contra si por detrás, teniendo la misma urgencia que ella de ver a su hijo.—¡Ven un momento!Athos después de susurrar al oído de su esposa la llevó consigo a la habitación que compartían. —Lo siento mucho, Athos —ella puntualizó —. Siento tanto haberte escondido el origen de mi familia casi tanto como te quiero. No quería que salieras lastimado y al final siento que es justo lo que voy a conseguir con todo esto. Entenderé si quieres romper por nuestro matrimonio y te lo digo en serio. —Lo puedes decir cuanto quieras pero creo que los dos sabemos que no va a pa
Capítulo treinta y cinco. No me interesa tu dinero. Lily y Athos decidieron cenar en el salón de la casa esa noche. —Se han esmerado con la decoración del salón —comentó Lily —. ¿Estamos celebrando alguna ocasión especial de la que yo no esté enterada? —No, la ama de llaves simplemente quiso hacer una cena especial para nosotros —respondió el griego —. Al parecer se le despertó la vena creativa. —Pues la comida estuvo deliciosa y la decoración está hermosa. Combina con los platillos que han servido. —Bueno en esta casa siempre habrá lo mejor para mi señora Stratos. De un momento a otro Athos tomó la mano de su esposa y le besó del dedo donde tenía el anillo de compromiso. —El anillo que me has regalado también es precioso —comentó Lily con una sonrisa —. No te lo había dicho antes. —Lo sé, tengo buen gusto —presumió el griego con burla —. Sin importar lo que pase, te lo puedes quedar Liliana. Este anillo y todo lo que te he dado siempre será tuyo. A Lily no le gustó a
Capítulo treinta y seis. Reparando un error Athos abrió la puerta, aliviado al comprobar que no la había cerrado con llave, y le tendió una copa de vino.Lily se sobresaltó al verlo y automáticamente se abrazó las rodillas para taparse, adoptando una actitud defensiva.—¿Qué haces? —le preguntó en tono acusador.—Trato de hacer algo —respondió él en tono seco—. Aunque puede que no se me dé muy bien.—¿Me has llenado la bañera y has encendido las velas? —preguntó ella mirándolo con los ojos como platos.Athos se agachó al lado de la bañera, demasiado cerca para el gusto de Lily, y miró con sus hermosos ojos el rostro sofocado de ella.—Eres mi esposa y estás triste. ¿Tanto te cuesta creer que trate de hacer algo para remediarlo?Ella entreabrió sus rosados labios, presa de la incertidumbre, y volvió a cerrarlos. Lo miró con expresión de desconcierto.—No sueles hacer ninguna clase de esfuerzos.—Las situaciones cambian —reflexionó Athos. Hablaba como si pronunciar cada palabra le cost
Capítulo treinta y siete. La disculpa de la suegra A la mañana siguiente Athos y Lily se despertaron intentando dejar atrás todo lo sucedido. La sola sonrisa de su bebé en medio de los dos en la cama era un impulso a seguir adelante. Si bien era un error dejar de lado el peligro, también intentaban poner en las manos adecuadas la situación. Praxis había llamado a su hermano en plena madrugada para decirle que un investigador estaba llevando el caso para evitar cualquier problema que se pudiera presentar como por ejemplo: un intento de secuestro a su mujer.El servicio, haciendo caso de la orden de Athos preparó el desayuno de la pareja en la terraza. Los dos se arreglaron juntos para bajar y luego de tomar en brazos a Nyan, su padre se sentó a la mesa con su esposa justo frente al poco sol que salió en aquel día nublado.—Estás preciosa hoy —aduló Athos a su mujer.—¿Solo hoy? Ambos rieron ante la broma de ella y esta se dispuso a preparar tostadas para su marido, cuando les hubo un
Capítulo treinta y ocho. Matar a Lily Para Athos era esperanzador ver a su esposa y su madre yendo hacia la calle de la concordia. O al menos eso creía, que ambas estaban poniendo su mejor esfuerzo hacia la paz por el bien de todos y eso para él era importante en ambos lados por igual. Sabía mientras las veía que estaban haciendo un esfuerzo por él y nunca pensó que estaría en una situación así, porque sobre todo no se planteaba tener más mujer en su vida que su madre y su hermana. Pasaron un par de horas en las que Athos se dedicó a trabajar desde su oficina contando los minutos para que llegara su esposa aprovechando que la nana de su hijo pasaba la mañana mimando al bebé. En algún momento su hermano Praxis se enfadó por haber permitido que Magda y Lily salieran juntas pero ya estaba hecho, muy al pesar de los griegos. —No debiste confiar en que estarán bien, Athos —insistía su hermano. —No voy a ir por la vida huyendo de todo, hermano. Ya creo que lo he hecho bastante y los
Capítulo treinta y nueve. Te lo he quitado todo Lily estaba sentada con su suegra en una cafetería cualquiera. Ella ni siquiera la miraba, no reparaba en ella en absoluto y eso era un poco freustrante para Lily. De repente encontró en esa mujer cosas de su esposo, aquel silencio agotado, la mirada torcida y el gesto marchito del momento en que no le interesa nasa le recordó las ocasiones en que Athos se comportó así con ella en algún tiempo... entonces la chica suspiró mientras se preguntaba cual de las dos debía romper el hielo. Cual seria la mejor forma de sacar adelante aquella reunión y en ese instante justamente Magda prendió un cigarrillo y le espetó: —Te dije nada más ayer que nunca serias una señora adecuada para mi ilustre hijo... —Sí, lo recuerdo —inquirió Lily. Se había dado cuenta en aquellas catorce palabras que esa mujer no pensaba conciliar con ella para nada. En todo caso y tal vez, intentaría llegar a un acuerdo para engañar a Athos con respecto a su relación pe
Capítulo cuarenta. No te rindas —¿Que pretendías hacer loca? El grito de Vladimir vino acompañado de un tirón que impidió que se disparara. En cambio la bala impactó en el chófer que comenzó a perder el rumbo del vehículo mientras los otros dos forcejeaban detrás. Durante unos pocos minutos en los que Lily solo luchaba por perder la vida y dejar atrás tanto dolor, un disparo escapó de la pistola de Vladimir y le dió a este en medio de la frente. Todo a su lado en aquel auto no era más que cadáveres hasta el punto en el que coche deambuló solo hasta chocar contra un árbol y lanzar a la chica contra el parabrisas. Poco a poco ella sintió que finalmente se iba su conciencia y decidió dejarse ir, hasta que se rindió al letargo. —¡¿Lily?! Lejos oía como su nombre era voceado en una conocida persona. De pronto sintió los primeros estremecimientos de alguien que la removía intentando despertarla pero la rusa no quería volver a la vida. No quería regresar al dolor. —¡¿Lily?! Praxis