Capítulo treinta y ocho. Matar a Lily Para Athos era esperanzador ver a su esposa y su madre yendo hacia la calle de la concordia. O al menos eso creía, que ambas estaban poniendo su mejor esfuerzo hacia la paz por el bien de todos y eso para él era importante en ambos lados por igual. Sabía mientras las veía que estaban haciendo un esfuerzo por él y nunca pensó que estaría en una situación así, porque sobre todo no se planteaba tener más mujer en su vida que su madre y su hermana. Pasaron un par de horas en las que Athos se dedicó a trabajar desde su oficina contando los minutos para que llegara su esposa aprovechando que la nana de su hijo pasaba la mañana mimando al bebé. En algún momento su hermano Praxis se enfadó por haber permitido que Magda y Lily salieran juntas pero ya estaba hecho, muy al pesar de los griegos. —No debiste confiar en que estarán bien, Athos —insistía su hermano. —No voy a ir por la vida huyendo de todo, hermano. Ya creo que lo he hecho bastante y los
Capítulo treinta y nueve. Te lo he quitado todo Lily estaba sentada con su suegra en una cafetería cualquiera. Ella ni siquiera la miraba, no reparaba en ella en absoluto y eso era un poco freustrante para Lily. De repente encontró en esa mujer cosas de su esposo, aquel silencio agotado, la mirada torcida y el gesto marchito del momento en que no le interesa nasa le recordó las ocasiones en que Athos se comportó así con ella en algún tiempo... entonces la chica suspiró mientras se preguntaba cual de las dos debía romper el hielo. Cual seria la mejor forma de sacar adelante aquella reunión y en ese instante justamente Magda prendió un cigarrillo y le espetó: —Te dije nada más ayer que nunca serias una señora adecuada para mi ilustre hijo... —Sí, lo recuerdo —inquirió Lily. Se había dado cuenta en aquellas catorce palabras que esa mujer no pensaba conciliar con ella para nada. En todo caso y tal vez, intentaría llegar a un acuerdo para engañar a Athos con respecto a su relación pe
Capítulo cuarenta. No te rindas —¿Que pretendías hacer loca? El grito de Vladimir vino acompañado de un tirón que impidió que se disparara. En cambio la bala impactó en el chófer que comenzó a perder el rumbo del vehículo mientras los otros dos forcejeaban detrás. Durante unos pocos minutos en los que Lily solo luchaba por perder la vida y dejar atrás tanto dolor, un disparo escapó de la pistola de Vladimir y le dió a este en medio de la frente. Todo a su lado en aquel auto no era más que cadáveres hasta el punto en el que coche deambuló solo hasta chocar contra un árbol y lanzar a la chica contra el parabrisas. Poco a poco ella sintió que finalmente se iba su conciencia y decidió dejarse ir, hasta que se rindió al letargo. —¡¿Lily?! Lejos oía como su nombre era voceado en una conocida persona. De pronto sintió los primeros estremecimientos de alguien que la removía intentando despertarla pero la rusa no quería volver a la vida. No quería regresar al dolor. —¡¿Lily?! Praxis
Capítulo cuarenta y uno. Es mi culpa Habían pasado cinco días, cinco días en los que Lily no había podido pegar ojo y cinco días en los que Athos seguía todavía en coma. Por más que los médicos le explicaban a la familia que todo iba a estar bien y que el griego parecía estar en un simple sueño reparador, para Lily era demasiado deprimente verlo de esa manera, demasiado solitario sentir su piel fría y demasiado desgarrador no poder ver sus ojos maravillosos. Se había pasado los días al lado de su marido muy a pesar de que la doctora insistía en que descansara debido a su prematuro embarazo. Tenía tan poco tiempo de gestación que el bebé ni siquiera se veía en los ultrasonidos pero estaba ahí, demandado d e del cuidado de su madre que solo podía pensar en la peor de sus pesadillas que sería tener a sus dos hijos sin su padre.Lily ni siquiera había tenido tiempo para procesar lo sucedido con su madre. Ya no estaba, ya jamás volvería a verla... La carga sobre sus hombros era demasiad
Capítulo cuarenta y dos. La vida en un segundo Lily seguía atrincherada en el suelo mientras los aparatos a los que estaba enchufado Athos pitaban desesperados. El correr del personal de salud de un lado para el otro no ayudaba a mucho, eso solo conseguía que la familia se inquietaba más. Era increíble como Lily podía ver pasar toda su vida en un solo segundo, y cuánto podía cambiar en ese diminuto espacio de tiempo. —Por favor señores, esperen fuera. Había dicho un medico del equipo antes de entrar. Praxis, aparcando su pena por la situación de la muerte de su madre tiró de Lily con la ayuda de Thalia y viendo que no se movia la levantó en brazos para llevarla fuera de la sala. Era lo mejor. —Por favor que alguien nos diga algo —imploraba la rubia entre sollozos. —Pronto sabremos, cariño —murmuró su cuñada —. Tienes que calmarte y ser paciente. Thalia no daba a basto. No sabía si consolar a su marido por la muerte de Magna o a Lily por la situación desconocida de su esposo. Ad
Capítulo cuarenta y tres. Vas a ser papá Las palabras en ese momento se habían atascado en la garganta de Lily. Por más que miraba hacia su esposo menos podía parar de llorar y apagar su mutismo. Él por su parte se dedicaba a mirarla embobado, simple y llanamente perdido en la belleza de su esposa a pesar de su clarisimo estado de tristeza. Athos sentía cada vez que la veía que le gustaba más, que no podía parar de enamorarse de ella en cualquier circunstancia y saber que estaba bien era más que suficiente para sentirse hundido en el mar de su pasión. Incluso, en una cama de hospital. —¿Vas a dejar de llorar en algún momento, mi rubia favorita? —preguntó él sintiendo que tenía quw decir algo que la hiciera sonreír y al tiempo acercarse a besarlo, se moría por sentir la piel de su mujer de nuevo, comprobar que estaba sana y no era producto de un sueño.—No te imaginas cuanto te quiero, Athos Stratos —masculló ella al mismo tiempo que se sorbía la nariz —. Estoy tan perdida sin ti, At
Capítulo cuarenta y cuatro. La mitad perfecta del otro El velorio fue fugaz, las dos partes de ambas familias no querían pasar por más dolor antes de acabar con todo ese pasado escabroso y seguir con sus vidas.En cambio los entierros se dieron lugar en el mismo campo santo pero en distintos puntos. Aunque eran las madres amadas de sus hijos —por muy arpía que hubiese sido una de ellas —ninguno de ellos quería hacer un final conjunto para ellas. No se conocían, no tenían nasa en común y no tenían porqué acabar juntas para toda la eternidad. Athos se presentó allí dos días después de haber sido dado de alta con todo el dolor del recuerdo que guardaba de su madre aunque, ahí también había espacio para los reproches. Ella l había intentando matar a su esposa e hijos y eso era algo que el griego nunca olvidaría.Praxis por su parte la despidió acongojado por la vergüenza que supuso para él todo la situación al final de su vida pero sobre todo reprochandole haber vivido una existencia eg
Capítulo cuarenta y cinco. No merezco tu amor —¿Sabes? —comentó Athos de repente, mientras acariciaba el vientre desnudo se su esposa después de hacerla suya una vez más —. Yo al principio estaba tan empeñado en destruirme a mí mismo que no quise pensar que también te destruiría a ti si te llevaba conmigo. Iba a decirte que podríamos ser los padres de Nyan, o compañeros, hasta socios, que no habría sentimientos entre nosotros porque… temía querer más. Y entonces tú dijiste que me querías.—Athos…—No creía que me amases lo suficiente, Lily. No porque pensara que estabas mintiendo, sino porque nunca he creído que ninguna mujer pudiese quererme de verdad. En cierto modo, pensé que mi dureza no te haría tanto daño. Pensé que… te liberaría. Pero no voy a fingir que era solo por ti, ni siquiera voy a fingir que pensé en ti. Pensaba solo en mí mismo, en el dolor que quería ahorrarme. En los largos años viendo cómo el brillo de tus ojos iría disminuyendo poco a poco porque te había forzado