Capítulo cuarenta y seis. Yo los declaro marido y mujer Lily llevaba el pelo suelto y salvaje, y el viento lo hacía volar alrededor de su cara. Se había puesto polvo de oro en la frente y bajo los ojos, como era la tradición griega. La familia y algunos amigos íntimos estaban allí, pero Lily y Athos solo tenían ojos el uno para el otro. Había caído la noche cuando la Liliana Anderson, en esos momentos ya según la ley Liliana Stratos, atravesó el patio de la mansión de Athos Stratos con un vestido de encaje blanco que brillaba como la nieve, en dirección al novio. La luz se filtraba por las vidrieras de la capilla que habían construido para el evy, coloreando la nieve. Los copos caían suavemente sobre el pelo de Athos, sobre la chaqueta de su esmoquin. Todo estaba en silencio, pero no estaban solos. Nunca volverían a estar solos. Incluso cuando estuvieran separados llevarían su amor por el otro en el corazón para hacerles compañía. El sacerdote dio comienzo al servicio religioso
Capítulo cuarenta y siete. Juntos como familia Dos años después...La pareja seguía siendo tan feliz que casi no se lo creían , Liliana vivía en un estado como nunca imaginó llegar a sentirse. Ya sin la sombra de rusos ni mensajes terroríficos, sin que nadie pudiera asediarla o mandarle avisos porque el maldito que tanto tiempo la acosó, no estaba en sus vidas para atormentar a ninguno de ellos con sus enfermas venganzas que no los llevaron a nada bueno. Todo el dolor había pasado, aunque la huella generalmente era difícil de borrar, vivían bien...y juntos como familia.Lily se había vuelto una esposa trabajadora más , no la princesa de ninguna parte. No una mujer mantenida. No la mujer florero de un hombre de negocios cuya fortuna crecía cada día. Ella había querido ser emprendedora también, mostrarle a sus pequeños hijos quw se podía pertenecer a una familia acomodada y labrar su propio futuro. Ya venía de un mundo de confort en el que le costó caro no tener autonomía.Habia monta
Epílogo. Volver a empezar Lily estaba abrazada a su marido, en un domingo cualquiera como esos que ellos solían tener cuando los niños se iban a pasar tiempo con sus tíos al campo, tiempo que ellos aprovechaban para dedicarse el uno al otro, instante para su pareja, tiempo a solas donde la felicidad batía récords, siendo amada como solo él sabía hacerlo. Como solo a su lado encontraba sosiego, felicidad y extrema alegría.Sus piernas le rodean las caderas mientras sus manos subían y bajaban por su miembro sediento de ella. La barriga que tenia eea enorme porque ya estaba de siete meses de embarazo de su tercer hijo pero aún así, todas las mañanas él le hace el amor como nadie era capaz de imaginarse. Y ese domingo un poco más, ella ya sabía que tenían una cita cuando los niños se iban con sus tíos.Una cita diferente, donde había una manta en la terraza en la zona de césped artificial que su esposo había ordenado poner para simular un jardín urbano. A sus hijos les encantaba el áti
Después de un fatídico accidente, sus sueños frustrados y el engaño de su pareja, Diane se sentía decepcionada del amor y de la vida en general. Ahogando sus penas en un bar de Madrid se encontró con un desconocido con pinta de acosador y ojos hipnotizantes que la hizo olvidar sus penas a cambio de un huracán de pasión. Después del fiazgo de vida que tenía Tyler West en Londres decidió comenzar de nuevo en España con su carrera de Chef y desde que conoció a Diane se sintió dispuesto a reparar su corazón roto. Un bar, mucho alcohol y una noche de pasión fueron suficientes para cambiar su destino y obtener aquello que tanto anhelaban los dos... aunque el sueño llega en el momento y de la persona más inesperada. ***Hola mis amores. ¿Cómo están? ¿Creían que el viaje había terminado? Pues ahora comenzamos con la historia de Tyler West, el hermano de Thalia y Athos. Hay muchas sorpresas preparadas que no se pueden perder.***
Capítulo uno: El desconocido del bar.Diane bebía sin parar mientras miraba hacia la nada perdida en sus propios pensamientos. Saboreaba un trago tras otro en tanto recordaba su mísera existencia.Hacía ya siete meses desde que su padre había caído en un estado de coma tras un aparatoso accidente. Fernando de la Concepción, el famoso presidente de la Cadena de Hoteles de la Concepción, había decidido tomarse unas vacaciones junto a su esposa en una isla paradisíaca, sin embargo, la pareja no llegó al aeropuerto, puesto que el coche se estrelló contra un camión de carga a mitad de camino.El matrimonio de la Concepción tuvo la mala suerte de toparse con aquel conductor ebrio. El sujeto fue condenado a prisión, pero el daño ya estaba hecho. Fernando quedó inconsciente sin un pronóstico preciso de si despertaría o no, mientras su mujer por fortuna no había sufrido daños físicos severos, aunque quedaron las secuelas emocionales. Ana Lucía de la Concepción se sumió en un estado de depresió
Capítulo dos. Tu casa o la mía.El extraño no le dio tiempo a replicar, puesto que de inmediato tomó su mano y la arrastró hacia la pequeña pista de baile.¡Y cómo bailaron!Por horas movieron sus cuerpos al compás de la música, se sedujeron el uno al otro, se tentaron, se excitaron y final, se besaron. El encuentro de sus bocas había sido inevitable. Ambos se sentían atraídos hacia el otro por una corriente inexplicable desde que sus ojos conectaron.—¿Tu casa o la mía? — preguntó ella con suspicacia. No le gustaba irse con rodeos y aquella noche deseaba ser más impulsiva de lo habitual.—Mi departamento queda cerca.Diane no esperó por él, simplemente emprendió al camino hacia la salida. Tyler se detuvo unos minutos a contemplar con detenimiento su sensual movimiento de caderas al andar.Aquella mujer despampanante de pocas palabras era el mejor espectáculo que había visto en toda su puñetera vida sin dudas y lo quería para sí mismo.Le siguió el paso mientras sonreía de manera abie
Capítulo 3. Nos volvemos a encontrar.Diane contemplaba a sus padres desde el pequeño sofá dispuesto en la habitación de aquel hospital, el cual ya podía considerar como su segunda casa.La madre acariciaba el rostro de su esposo con una ternura increíble. Ana Lucía y Fernando de la Concepción habían tenido que atravesar difíciles obstáculos a muy temprana edad para estar juntos. No obstante, con cada prueba superada el amor se había vuelto más fuerte entre ellos.Diane jamás había visto una pareja tan sólida, amorosa y compenetrada. Por esa razón siempre había anhelado experimentar aquella clase de amor en primera persona y por supuesto, tener su propia familia; pero nada había salido según sus planes.Mientras poseía una habilidad extraordinaria para los negocios desde la infancia cuando era capaz de extorsionar al ser más inflexible a cambio de una golosina, en cuestiones del amor resultaba ser fiasco.Más de cinco relaciones fallidas en los últimos diez años, siendo la más recient
Capítulo cuatro. El deseo sigue latente.El pervertido del bar con aspecto de Titán apareció frente a ella como una especie de espejismo e incluso llegó a dudar por unos segundos si era real o no.Podría reconocer aquellas esferas esmeraldas con matices brillantes en cualquier sitio. De hecho, soñaba con ellos a menudo. Él también la reconoció y por varios minutos, ambos quedaron atrapados en la mirada del otro, encerrados en su propio mundo.El desconocido llevaba un traje a la medida que marcaba cada uno de sus trabajados músculos. Diane recordó haberlos tocado, acariciado, lamido y casi al instante percibió el ahora tan familiar rubor en sus mejillas.—Mi querida Diane —intervino su buen amigo Hector, quien además era la mano derecha de los de la Concepción en la empresa —, permíteme presentarte al creador de tales manjares adictivos —se vio arrastrada hasta el último hombre con quien había compartido más que gemidos —. Tyler West, el chef con una Estrella Michelín más famoso de Es