Capítulo cuatro. El deseo sigue latente.El pervertido del bar con aspecto de Titán apareció frente a ella como una especie de espejismo e incluso llegó a dudar por unos segundos si era real o no.Podría reconocer aquellas esferas esmeraldas con matices brillantes en cualquier sitio. De hecho, soñaba con ellos a menudo. Él también la reconoció y por varios minutos, ambos quedaron atrapados en la mirada del otro, encerrados en su propio mundo.El desconocido llevaba un traje a la medida que marcaba cada uno de sus trabajados músculos. Diane recordó haberlos tocado, acariciado, lamido y casi al instante percibió el ahora tan familiar rubor en sus mejillas.—Mi querida Diane —intervino su buen amigo Hector, quien además era la mano derecha de los de la Concepción en la empresa —, permíteme presentarte al creador de tales manjares adictivos —se vio arrastrada hasta el último hombre con quien había compartido más que gemidos —. Tyler West, el chef con una Estrella Michelín más famoso de Es
Capítulo cinco. El cabronazo infiel. Diane se detuvo a observar a su ex novio con detenimiento; Ernesto llevaba el cabello un poco despeinado, la camisa desabotonada, la pajarita había desaparecido y sus ojos oscuros brillaban de una forma peculiar. Podía asegurar con certeza que se había pasado de copas. —Eso no es asunto tuyo —utilizó su habitual tono cortante e intentó continuar su camino, pero el sujeto volvió a cortarle el paso. —Claro que lo es —objetó él —. Nadie mira a mi mujer de la manera en que ese tipejo lo hizo y mucho menos delante de mis propias narices. —No soy tu mujer —protestó ella —y quítate del medio. —No me iré hasta que hablemos. Eres mía, Diana, solo mía, ¿lo entiendes? —¡Deja de llamarme Diana! — exclamó la muchacha furiosa. Ernesto había perdido el derecho de llamarla de esa forma el día que la había traicionado —. Lo único que entiendo es que el alcohol te está haciendo delirar —le empujó con todas sus fuerzas al sentirse atrapada —. ¡Suéltame! El enf
Capítulo seis. Está despierto El viaje en coche estuvo cargado de una ansiedad mezclada con miedo y tensión pese a que no fue silencioso, puesto que Tyler intentaba por todos los medios distraerla con preguntas.Para él había sido una forma de matar dos pájaros de un tiro: consiguió su cometido de calmar la desesperación y a su vez, obtuvo información adicional sobre ella.Se sorprendió al saber sobre el estado de gestación de la madre de Diane en primera instancia. Luego se metió de lleno en la historia acerca del tórrido romance entre Ana Lucía Velázquez y Fernando de la Concepción.El británico la contemplaba hablar fascinado a ratos, anhelando dejar de conducir para poder prestarle toda su atención. Era incluso más hermosa de lo que la recordaba.La muchacha hablaba de una forma tan soñadora respecto a sus padres que le removió las entrañas de una manera extraña e incómoda. Debía admitir que la historia parecía sacada de una novela romántica famosa que pasaban por la tele.Por va
Capítulo siete. ¿Cree en el destino?Diane se llevó la palma de su mano derecha al pecho y de pronto el piso tembló bajo sus pies. Supo distinguir el instante exacto en que le fallaron las piernas. De no ser por Tyler, quien había permanecido en segundo plano contemplando la conmovedora escena hasta ese momento, hubiese caído desplomada en el suelo.'Está despierto.'¡Malditą fuera que su padre estaba despierto!—Yo... necesito… —a la muchacha se le entrecortó la respiración debido al repentino mareo —, necesito sentarme.Tyler la dejó con su madre para ir corriendo por un vaso de agua.—Toma —el hombre le extendió la bebida. Se había movido a la velocidad de la luz un poco asustado—. ¿Te sientes mejor?Diane le dio un leve asentimiento con gesto agradecido. La horrible sensación había pasado por el momento.—¿Cómo está? —se obligó a preguntar.—Los médicos se encuentran examinándole —respondió Ana Lucía —. Apenas estuve con él unos minutos…, pero me habló, hija. ¡Me habló!El
Capitulo ocho. No he dejado de pensar en tiTodos observaban a la mujer embarazadas expectantes, quien a su vez parecía alucinar en medio de un estallido de fuegos artificiales.—¡Eres Tyler West! —por fin, regresando a sus cinco sentidos y completamente relajada, Ana Lucía le reconoció —. El conductor del programa de television "Sabor a la tierra". Veo todos tus programas y tengo suscripción pagada a tu escuela en línea por cinco años. He tratado replicar varias de las recetas.En ese preciso instante, fue Diane la alucinada. Así que Tyler era presentador de un programa de televisión...Diane recordó la mañana en la que ella y el desconocido se despidieron. Él le había preguntado si en realidad ella no sabía quién era y la pregunta rondó en su cabeza en varias ocasiones durante aquellas semanas. Nunca imaginó que aquella fuera la razón. No le conocía, pero su madre le había hablado sobre el famoso chef y aquel programa de televisión.—Mi madre pasa mucho tiempo en la cocina — se vio
Capítulo nueve. Brilla para mí El viaje en auto fue divertido, muy diferente al que habían compartido horas antes. Diane descubrió que Tyler llevaba apenas unos pocos años trabajando bajo el calor de los fogones. Tyler había descubierto su verdadera vocación un poco tarde en su vida, pero con su experiencia en la administración de empresas y las finanzas y la ayuda de su familia pudo comenzar su negocio con rapidez. Llevaba ya diez años dirigiendo su propio restaurante y desde hace cuatro años era conocido como el protagonista de un programa de televisión española. También supo que su apellido sonaba raro porque era británico, que tenía casi la misma edad de su madre y que hacía apenas cuatro meses, había recibido su segunda Estrella Michelín. Estaba frente a un ídolo de la Alta Cocina Europea.—Siento curiosidad — Tyler se detuvo en el estacionamiento privado del edificio.—Apuesto a que lo haces.Él curvó los labios hacia arriba. La mujer de frases cortantes que había conocido en e
Capítulo diez. El hombre idealDiane despertó más tarde de lo habitual aquella mañana, pero no le importó. La noche anterior había sido reconocida como la Empresaria del Año, se había encontrado con el extraño del bar, su padre se encontraba fuera del coma y ella se sentía extasiada debido a una de las mejores noches de sexo de toda su vida. No podía definir cuál encuentro lideraba la tabla de posiciones: el de hacía un mes o este último. Lo que sí debía admitir con certeza era que jamás se había sentido de esa forma antes; ni si quiera con Ernesto, a quien consideraba un experto en la cama. Se descubrió sola en la habitación, por lo que aprovechó para utilizar el baño. Luego, se colocó la primera camisa que encontró y se dirigió hacia la salida, puesto que necesitaba encontrar su ropa. No obstante, apenas cruzó la puerta, un delicioso aroma invadió sus fosas nasales. No dudó en seguir el camino hasta la fuente del mismo. Al llegar a la espectacular cocina, se encontró con el magn
Capítulo once. ¿Qué hay de nuestro bebé?El día transcurrió de forma habitual entre reuniones, proyectos y firmas. Diane no tuvo mucho tiempo para pensar en las últimas veinticuatro horas, sin embargo, la sonrisa no desaparecía de su rostro. Había comprobado el estado de su padre en la mañana y la recuperación del mismo parecía marchar sobre ruedas. Por fin, después de meses agotadores, volvía a sentir un poco de sosiego. Aunque debía admitir que desde hacía un mes muchas cosas habían cambiado en su vida y en el fondo sabía que en su mayoría se debía a un nombre. "¿Cenamos esta noche?" Apenas vio el mensaje Diane soltó una pequeña carcajada, pero su felicidad se arruinó al notar la presencia de su ex novio. —Diana... —¿Qué quieres? —le cortó ella en el acto —. Si necesitas alguna firma, déjale el documento a mi secretaria. —Diana, yo… —Ya te dije q mi nombre es Diane. No quiero escuchar nada de ti si no es sobre trabajo, Ernesto —le volvió a interrumpir de inmediato. La situaci