Capítulo treinta y seis. Reparando un error Athos abrió la puerta, aliviado al comprobar que no la había cerrado con llave, y le tendió una copa de vino.Lily se sobresaltó al verlo y automáticamente se abrazó las rodillas para taparse, adoptando una actitud defensiva.—¿Qué haces? —le preguntó en tono acusador.—Trato de hacer algo —respondió él en tono seco—. Aunque puede que no se me dé muy bien.—¿Me has llenado la bañera y has encendido las velas? —preguntó ella mirándolo con los ojos como platos.Athos se agachó al lado de la bañera, demasiado cerca para el gusto de Lily, y miró con sus hermosos ojos el rostro sofocado de ella.—Eres mi esposa y estás triste. ¿Tanto te cuesta creer que trate de hacer algo para remediarlo?Ella entreabrió sus rosados labios, presa de la incertidumbre, y volvió a cerrarlos. Lo miró con expresión de desconcierto.—No sueles hacer ninguna clase de esfuerzos.—Las situaciones cambian —reflexionó Athos. Hablaba como si pronunciar cada palabra le cost
Capítulo treinta y siete. La disculpa de la suegra A la mañana siguiente Athos y Lily se despertaron intentando dejar atrás todo lo sucedido. La sola sonrisa de su bebé en medio de los dos en la cama era un impulso a seguir adelante. Si bien era un error dejar de lado el peligro, también intentaban poner en las manos adecuadas la situación. Praxis había llamado a su hermano en plena madrugada para decirle que un investigador estaba llevando el caso para evitar cualquier problema que se pudiera presentar como por ejemplo: un intento de secuestro a su mujer.El servicio, haciendo caso de la orden de Athos preparó el desayuno de la pareja en la terraza. Los dos se arreglaron juntos para bajar y luego de tomar en brazos a Nyan, su padre se sentó a la mesa con su esposa justo frente al poco sol que salió en aquel día nublado.—Estás preciosa hoy —aduló Athos a su mujer.—¿Solo hoy? Ambos rieron ante la broma de ella y esta se dispuso a preparar tostadas para su marido, cuando les hubo un
Capítulo treinta y ocho. Matar a Lily Para Athos era esperanzador ver a su esposa y su madre yendo hacia la calle de la concordia. O al menos eso creía, que ambas estaban poniendo su mejor esfuerzo hacia la paz por el bien de todos y eso para él era importante en ambos lados por igual. Sabía mientras las veía que estaban haciendo un esfuerzo por él y nunca pensó que estaría en una situación así, porque sobre todo no se planteaba tener más mujer en su vida que su madre y su hermana. Pasaron un par de horas en las que Athos se dedicó a trabajar desde su oficina contando los minutos para que llegara su esposa aprovechando que la nana de su hijo pasaba la mañana mimando al bebé. En algún momento su hermano Praxis se enfadó por haber permitido que Magda y Lily salieran juntas pero ya estaba hecho, muy al pesar de los griegos. —No debiste confiar en que estarán bien, Athos —insistía su hermano. —No voy a ir por la vida huyendo de todo, hermano. Ya creo que lo he hecho bastante y los
Capítulo treinta y nueve. Te lo he quitado todo Lily estaba sentada con su suegra en una cafetería cualquiera. Ella ni siquiera la miraba, no reparaba en ella en absoluto y eso era un poco freustrante para Lily. De repente encontró en esa mujer cosas de su esposo, aquel silencio agotado, la mirada torcida y el gesto marchito del momento en que no le interesa nasa le recordó las ocasiones en que Athos se comportó así con ella en algún tiempo... entonces la chica suspiró mientras se preguntaba cual de las dos debía romper el hielo. Cual seria la mejor forma de sacar adelante aquella reunión y en ese instante justamente Magda prendió un cigarrillo y le espetó: —Te dije nada más ayer que nunca serias una señora adecuada para mi ilustre hijo... —Sí, lo recuerdo —inquirió Lily. Se había dado cuenta en aquellas catorce palabras que esa mujer no pensaba conciliar con ella para nada. En todo caso y tal vez, intentaría llegar a un acuerdo para engañar a Athos con respecto a su relación pe
Capítulo cuarenta. No te rindas —¿Que pretendías hacer loca? El grito de Vladimir vino acompañado de un tirón que impidió que se disparara. En cambio la bala impactó en el chófer que comenzó a perder el rumbo del vehículo mientras los otros dos forcejeaban detrás. Durante unos pocos minutos en los que Lily solo luchaba por perder la vida y dejar atrás tanto dolor, un disparo escapó de la pistola de Vladimir y le dió a este en medio de la frente. Todo a su lado en aquel auto no era más que cadáveres hasta el punto en el que coche deambuló solo hasta chocar contra un árbol y lanzar a la chica contra el parabrisas. Poco a poco ella sintió que finalmente se iba su conciencia y decidió dejarse ir, hasta que se rindió al letargo. —¡¿Lily?! Lejos oía como su nombre era voceado en una conocida persona. De pronto sintió los primeros estremecimientos de alguien que la removía intentando despertarla pero la rusa no quería volver a la vida. No quería regresar al dolor. —¡¿Lily?! Praxis
Capítulo cuarenta y uno. Es mi culpa Habían pasado cinco días, cinco días en los que Lily no había podido pegar ojo y cinco días en los que Athos seguía todavía en coma. Por más que los médicos le explicaban a la familia que todo iba a estar bien y que el griego parecía estar en un simple sueño reparador, para Lily era demasiado deprimente verlo de esa manera, demasiado solitario sentir su piel fría y demasiado desgarrador no poder ver sus ojos maravillosos. Se había pasado los días al lado de su marido muy a pesar de que la doctora insistía en que descansara debido a su prematuro embarazo. Tenía tan poco tiempo de gestación que el bebé ni siquiera se veía en los ultrasonidos pero estaba ahí, demandado d e del cuidado de su madre que solo podía pensar en la peor de sus pesadillas que sería tener a sus dos hijos sin su padre.Lily ni siquiera había tenido tiempo para procesar lo sucedido con su madre. Ya no estaba, ya jamás volvería a verla... La carga sobre sus hombros era demasiad
Capítulo cuarenta y dos. La vida en un segundo Lily seguía atrincherada en el suelo mientras los aparatos a los que estaba enchufado Athos pitaban desesperados. El correr del personal de salud de un lado para el otro no ayudaba a mucho, eso solo conseguía que la familia se inquietaba más. Era increíble como Lily podía ver pasar toda su vida en un solo segundo, y cuánto podía cambiar en ese diminuto espacio de tiempo. —Por favor señores, esperen fuera. Había dicho un medico del equipo antes de entrar. Praxis, aparcando su pena por la situación de la muerte de su madre tiró de Lily con la ayuda de Thalia y viendo que no se movia la levantó en brazos para llevarla fuera de la sala. Era lo mejor. —Por favor que alguien nos diga algo —imploraba la rubia entre sollozos. —Pronto sabremos, cariño —murmuró su cuñada —. Tienes que calmarte y ser paciente. Thalia no daba a basto. No sabía si consolar a su marido por la muerte de Magna o a Lily por la situación desconocida de su esposo. Ad
Capítulo cuarenta y tres. Vas a ser papá Las palabras en ese momento se habían atascado en la garganta de Lily. Por más que miraba hacia su esposo menos podía parar de llorar y apagar su mutismo. Él por su parte se dedicaba a mirarla embobado, simple y llanamente perdido en la belleza de su esposa a pesar de su clarisimo estado de tristeza. Athos sentía cada vez que la veía que le gustaba más, que no podía parar de enamorarse de ella en cualquier circunstancia y saber que estaba bien era más que suficiente para sentirse hundido en el mar de su pasión. Incluso, en una cama de hospital. —¿Vas a dejar de llorar en algún momento, mi rubia favorita? —preguntó él sintiendo que tenía quw decir algo que la hiciera sonreír y al tiempo acercarse a besarlo, se moría por sentir la piel de su mujer de nuevo, comprobar que estaba sana y no era producto de un sueño.—No te imaginas cuanto te quiero, Athos Stratos —masculló ella al mismo tiempo que se sorbía la nariz —. Estoy tan perdida sin ti, At