Alice estaba de rodillas frente al espejo, su reflejo, mostrándole a una novia que aún no podía reconocer del todo. El vestido blanco, delicado y etéreo, parecía pesarle más que nunca. Cada pliegue y cada encaje le recordaban la magnitud de lo que iba a suceder en cuestión de minutos. Temblaba, no solo por los nervios, sino por la mezcla de emoción y miedo que la invadía.—¿Por qué estoy tan nerviosa? —Murmuró para sí misma, apretando las manos sobre sus muslos. La habitación, decorada con flores frescas y luces suaves, parecía burlarse de su ansiedad.En ese momento, la puerta se abrió y su tía Elizabeth entró con paso decidido. La mujer siempre había sido un pilar en la vida de Alice, aunque ahora no estaban en los mejores términos entre ellas, siempre había estado llena de consejos y abrazos reconfortantes, los cuales habían hecho de la castaña la mujer que era ahora. Pero, al ver a Alice en esa posición tan vulnerable, su corazón se apretó.—Alice, cariño. —Dijo Elizabeth con voz s
Leer más