Alice sintió las lágrimas asomarse a sus ojos mientras luchaba por mantener la compostura.—Lo siento, Malek. No puedo quedarme más tiempo y te pido perdón por haberte hecho venir aquí conmigo— Masculló la castaña manteniendo la vista fija en Dalton, quería asegurarse de que él no la viera.Malek estudió su expresión por un momento y luego se dio la vuelta para ver hacia donde estaba mirando Alice y así poder entenderla. Pero, lo que menos esperaba era ver a Dalton pavoneándose con su exesposa y menos en público, en un club donde hay docenas de empresarios de la ciudad que lo conocen al igual que a Alice.—Está bien. Ahora lo entiendo… —Afirmó el pelinegro— Vamos, te acompaño al auto.Alice asintió ansiosamente y luego ambos salieron del club. Al llegar a la camioneta, Malek se apresuró a abrirle la puerta a la joven y esta subió de inmediato.Alice se acomodó en el asiento del conductor, mientras inspiraba hondo para intentar calmar los latidos de su corazón que latía desbocado al ti
—¡Por favor! ¡No le hagas daño!— Suplicó a gritos la castaña llevándose ambas manos a la cabeza. —¡No grites! ¡No quiero que tus guardaespaldas nos interrumpan!— Ordenó el rubio con una sonrisa malévola. —Si los haces venir las cosas se podrían poner feas para este pequeño bastardo… —Añadió entre risitas psicópatas. —Bien, haré lo que me digas. Pero, por favor… suéltalo. —Suplicó Alice entre sollozos. —Descuida… No soy un asesino, de hecho, el pequeño estorbo me agrada más que su padre— Respondió el rubio con sorna. —Damián, él no tiene nada que ver con esto. Es a mí a quien quieres… Alice dio un par de pasos hacia ellos con sus manos alzadas en son de paz, Pero Damián, la vio como una amenaza y de inmediato apretó más la hoja del cuchillo contra la piel del pequeño. —¡Alice, ayúdame, por favor!— Chilló Samuel con una mezcla de desesperación y terror en su voz. —Si das un paso más, serás la causante de convertirme en asesino— Sentenció Damián. —Está bien, está bien— Musitó la
Cómo un saco de papas, Dalton lanzó a Alice a la cama y luego comenzó a desvestirse, dejando todo en el piso, sin apartar la mirada de la de Alice ni un segundo. En los ojos de Alice podía verse el deseo ardiente, mientras jadeaba con urgencia, entre tanto los ojos de Dalton eran intensos y perversos, tenía las pupilas dilatadas como un animal al acecho que está a punto de desmembrar a su presa.Cuando estuvo totalmente desnudo, con sus veinticinco centímetros de gruesa hombría palpitante, se trepó sobre Alice y comenzó a besarle el abdomen, succionando y mordiendo cada tanto; Dejaba su rastro por toda la zona, claramente quería demostrarle a quien sea que pudiera desnuda, que Dalton Monroe estuvo allí.Continuó descendiendo con destreza, controlado por su enfermizo frenesí, el cual había. Mantenido a raya por demasiado tiempo. Hábilmente, sujetó los muslos de la castaña para luego tirar de ellos hacia afuera, abriéndola como puertas de iglesia en domingo.—¿Por qué te humedeces sin m
Alice permanecía sentada al borde de su cama, con la cabeza metida entre sus rodillas y el corazón latiendo con fuerza. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, cada una representando un fragmento de su angustia. La habitación estaba en silencio, pero el eco de sus pensamientos resonaba en su mente como un tambor. —¿Por qué no puedes entender? —Murmuró ella, rompiendo el silencio, sin levantar la vista—. No estoy lista para esto. Dalton, aún parado en el umbral de la puerta, sintió cómo una mezcla de impotencia y frustración lo invadía. Su mirada se suavizó al ver a Alice tan vulnerable, pero rápidamente se endureció de nuevo. —¿Y qué pasa con lo que yo quiero? —Replicó el ojiverde, con su voz cargada de desdén—. ¿Acaso mis deseos no importan? Alice levantó la mirada, sus ojos brillantes reflejaban una tormenta de emociones. —No se trata de tus deseos, Dalton. Se trata de mi vida. Hay tantas cosas que quiero hacer: viajar, estudiar un posgrado, encontrarme a mí misma. Tener h
Alice finalmente salió de la farmacia cabizbaja, con un nudo en la garganta y el corazón agotado por tanto bombear sangre tan rápido. Lo importante es que había tomado su decisión y ya no había vuelta atrás. Si es que estaba embarazada, iba a mantenerlo en secreto de todos, incluso de Dalton hasta decidir qué haría con él bebe, podría quedarse con él o solo lo daría en adopción a Nicholas y su esposa para que cuidaran muy bien de él.Su mente divagó hacia Nicholas y su esposa. La idea de dar al bebé en adopción a ellos parecía tentadora; sabían cómo cuidar a un niño y tenían tanto amor para dar. Pero también había algo profundamente doloroso en esa opción. ¿Podría realmente dejar ir a su propio hijo?Mientras continuaba perdida en sus pensamientos, optó por dejar las bolsas en su camioneta y luego ir a tomar un paseo caminando para distraerse un poco. Esa mañana había nevado bastante, pero ahora ya había parado y las calles estaban mucho más pobladas. Alice se detuvo frente a un parqu
¿Truco o trato?Alice asintió, apretando los dientes. No podía dejar que el miedo la dominara.—¿Dónde está? —Preguntó con firmeza.—En el sótano. —Respondió Dalton mientras gesticulaba para que lo siguiera. —Lo encontraron en un departamento cerca de nuestra casa, tal parece que asesinó a los dueños y los lanzó al río Hudson.Con cada paso hacia el interior del edificio, Alice sentía cómo la tensión aumentaba en el aire. El sonido de sus propios pasos resonaba ominosamente mientras descendían por las escaleras hacia el sótano oscuro. La luz escasa apenas iluminaba el camino y su mente se llenó de pensamientos sobre lo que podría suceder cuando viera a Damián cara a cara.Finalmente, llegaron a una puerta metálica. Dalton se detuvo y miró a Alice a los ojos.—¿Estás lista? Su aspecto puede ser un poco fuerte para ti…Alice respiró hondo y asintió con determinación.—No me interesa como se encuentre, solo quiero que me deje en paz. —Dijo, aferrándose a la esperanza de que esta noche po
Caos inminenteLa habitación estaba sumida en una penumbra inquietante, iluminada solo por el parpadeo de las luces de la máquina que zumbaba ominosamente. Dalton, con los ojos fijos en el panel de control, ajustaba los diales con una determinación fría. Cada giro del voltímetro parecía resonar como un latido más fuerte en el pecho de Damián, quien estaba inmovilizado en la silla, su cuerpo convulsionando mientras la corriente comenzaba a fluir a través de él.Alice, situada en un rincón oscuro, observaba la escena con una mezcla de horror y parálisis. Su mente luchaba entre el deseo de intervenir y el miedo a las consecuencias. Las imágenes de su pasado compartido con Damián se agolpaban en su mente: miradas, secretos y por supuesto, su pelea con Dalton, su intento de asesinar a Sami y su abuso a querer sobrepasarse con ella en Italia.—¡Detente, Dalton! —La voz de Moscú resonó con firmeza mientras entraba en la habitación. Su figura imponente se recortaba contra la luz tenue, y sus
Media hora más tarde, el transporte de los sicilianos llegó, rompiendo el silencio tenso que había invadido el lugar. Un vehículo negro, elegante, pero austero, se detuvo frente a la guarida temporal de Moscú donde yacía el rubio, su rostro pálido y sudoroso mostrando la lucha interna que libraba. Damián, con su mirada penetrante y una mezcla de preocupación y determinación en su expresión, se acercó al equipo médico que salió del vehículo. Así sin poder caminar demasiado.Los médicos, vestidos con trajes oscuros y portando maletines llenos de instrumentos, comenzaron a trabajar rápidamente. Uno de ellos se arrodilló junto al rubio y empezó a evaluar su estado.—Necesitamos estabilizarlo antes de moverlo. —Dijo con voz firme mientras conectaba un monitor a su pecho.Damián sentía el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Sabía que el viaje de regreso a Europa estaba lleno de peligros, pero no podía permitir que su vida se extinguiera allí. Su existencia era valiosa; había infor