La parcaAlice sintió cómo el tiempo se detuvo en ese instante, el sonido del disparo quedó resonando en sus oídos como un eco aterrador. La imagen de Dalton, su rostro iluminado por la confusión y el miedo, pero a la vez se lo veía calmado, sin duda, su expresión se grabó en la mente de la joven. Ella se aferra a su torso una vez más, con sus dedos temblando, totalmente incapaces de soltarlo.Dalton, aunque estaba herido, intentó sonreírle para tranquilizarla. Su mano aún temblorosa acarició su mejilla una vez más, tratando de infundirle un poco de calma en medio del caos.—Alice, escucha— dijo con voz firme, pero suave —no mires atrás. Solo concéntrate en mí. Estaré bien, no es tan grave como parece, lo juro. Aunque duele como los mil demonios, sé que puedo soportarlo. —Añadió jadeando un poco.Mientras que las luces cálidas de la habitación parpadeaban cada tanto por lo viejas que eran a iluminándolos a medias con su luz blanca amarillenta, Alice sintió que su corazón latía estaba
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