Estaba decidido, Alice no permitiría que Dalton la siguiera pisoteando. Ni él, ni nadie, tendrá el derecho de hacerlo nunca más. Aunque su matrimonio era un negocio, una simple y fría transacción con intereses monetarios de por medio, habían acordado respetarse y él había violado esa regla. Era muy injusto que él pudiera acostarse con su exesposa en su car, mientras ella debía “mantener las apariencias”. ¿Acaso sentía celos? No lo sabía, pero sí estaba segura de darse la vida y los cuidados que nunca antes se había permitido. Alice subió a su habitación rápidamente y se metió a la ducha, lavó su cabello, lo secó con ayuda de un secador y se hizo hondas en el cabello y luego se maquilló para impactar, aunque solo iría a su oficina (En la compañía madre de Nicholas que ahora le pertenecía), quería atraer las miradas de todos. Cuando estuvo lista, salió del baño y fue directo a su vestidor, ese que había mandado a llenar el mismo día que compró la casa para poder vestirse acorde a su
Era una noche tranquila en la oficina, al igual que el día liberador que lo precedía. Alice estaba inmersa en un mar de documentos. Las luces fluorescentes iluminaban su espacio de trabajo, creando un ambiente monótono que parecía reflejar su estado de ánimo. La discusión de esa mañana seguía resonando en su mente como un eco molesto.De repente, un suave golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos. Levantó la vista y vio a Malek, con una expresión nerviosa pero esperanzadora. En sus manos sostenía un ramo de girasoles que iluminaba el ambiente con su color vibrante.—Hola, Alice. —Dijo Malek, abriendo la puerta lentamente. —¿Puedo entrar?—Claro, Malek. —Respondió ella, sintiendo una mezcla de alegría y ansiedad al verlo.Su sonrisa era contagiosa. Malek cruzó el umbral y se detuvo frente a su escritorio. La tensión entre ellos era palpable, pero Alice notó que él intentaba romper el hielo.—Traje esto para ti. —Dijo él, extendiendo el ramo hacia ella. —Quería disculparme por lo q
Alice y Malek salieron de la oficina y se subieron al auto de la castaña por seguridad, el aire fresco de la ciudad les dio la bienvenida. Las luces de los edificios brillaban como estrellas en el suelo, y el murmullo de la vida nocturna comenzaba a hacerse palpable. Alice, con una sonrisa traviesa, miró a Malek y dijo:—¿Listo para una noche épica? Este lugar es conocido por ser uno de los mejores de la ciudad.Malek se ajustó el abrigo y respondió con entusiasmo:—¡Por supuesto! He oído que tienen un DJ increíble esta noche. Espero que pongan buena música, es la primera vez que salgo de noche en esta ciudad y quiero que sea una buena experiencia.Mientras Alice conducía hacia el club, el bullicio nocturno de la quinta avenida se filtraba por las ventanas del auto, creando una atmósfera vibrante que hacía que su corazón latiera más rápido. Al llegar a la entrada, ambos bajaron del auto, y uno de los porteros elegantes los saludó con un gesto.—Bienvenidos al Lounge Bombshell. ¿Tienen
Alice sintió las lágrimas asomarse a sus ojos mientras luchaba por mantener la compostura.—Lo siento, Malek. No puedo quedarme más tiempo y te pido perdón por haberte hecho venir aquí conmigo— Masculló la castaña manteniendo la vista fija en Dalton, quería asegurarse de que él no la viera.Malek estudió su expresión por un momento y luego se dio la vuelta para ver hacia donde estaba mirando Alice y así poder entenderla. Pero, lo que menos esperaba era ver a Dalton pavoneándose con su exesposa y menos en público, en un club donde hay docenas de empresarios de la ciudad que lo conocen al igual que a Alice.—Está bien. Ahora lo entiendo… —Afirmó el pelinegro— Vamos, te acompaño al auto.Alice asintió ansiosamente y luego ambos salieron del club. Al llegar a la camioneta, Malek se apresuró a abrirle la puerta a la joven y esta subió de inmediato.Alice se acomodó en el asiento del conductor, mientras inspiraba hondo para intentar calmar los latidos de su corazón que latía desbocado al ti
—¡Por favor! ¡No le hagas daño!— Suplicó a gritos la castaña llevándose ambas manos a la cabeza. —¡No grites! ¡No quiero que tus guardaespaldas nos interrumpan!— Ordenó el rubio con una sonrisa malévola. —Si los haces venir las cosas se podrían poner feas para este pequeño bastardo… —Añadió entre risitas psicópatas. —Bien, haré lo que me digas. Pero, por favor… suéltalo. —Suplicó Alice entre sollozos. —Descuida… No soy un asesino, de hecho, el pequeño estorbo me agrada más que su padre— Respondió el rubio con sorna. —Damián, él no tiene nada que ver con esto. Es a mí a quien quieres… Alice dio un par de pasos hacia ellos con sus manos alzadas en son de paz, Pero Damián, la vio como una amenaza y de inmediato apretó más la hoja del cuchillo contra la piel del pequeño. —¡Alice, ayúdame, por favor!— Chilló Samuel con una mezcla de desesperación y terror en su voz. —Si das un paso más, serás la causante de convertirme en asesino— Sentenció Damián. —Está bien, está bien— Musitó la
Cómo un saco de papas, Dalton lanzó a Alice a la cama y luego comenzó a desvestirse, dejando todo en el piso, sin apartar la mirada de la de Alice ni un segundo. En los ojos de Alice podía verse el deseo ardiente, mientras jadeaba con urgencia, entre tanto los ojos de Dalton eran intensos y perversos, tenía las pupilas dilatadas como un animal al acecho que está a punto de desmembrar a su presa.Cuando estuvo totalmente desnudo, con sus veinticinco centímetros de gruesa hombría palpitante, se trepó sobre Alice y comenzó a besarle el abdomen, succionando y mordiendo cada tanto; Dejaba su rastro por toda la zona, claramente quería demostrarle a quien sea que pudiera desnuda, que Dalton Monroe estuvo allí.Continuó descendiendo con destreza, controlado por su enfermizo frenesí, el cual había. Mantenido a raya por demasiado tiempo. Hábilmente, sujetó los muslos de la castaña para luego tirar de ellos hacia afuera, abriéndola como puertas de iglesia en domingo.—¿Por qué te humedeces sin m
Alice permanecía sentada al borde de su cama, con la cabeza metida entre sus rodillas y el corazón latiendo con fuerza. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, cada una representando un fragmento de su angustia. La habitación estaba en silencio, pero el eco de sus pensamientos resonaba en su mente como un tambor. —¿Por qué no puedes entender? —Murmuró ella, rompiendo el silencio, sin levantar la vista—. No estoy lista para esto. Dalton, aún parado en el umbral de la puerta, sintió cómo una mezcla de impotencia y frustración lo invadía. Su mirada se suavizó al ver a Alice tan vulnerable, pero rápidamente se endureció de nuevo. —¿Y qué pasa con lo que yo quiero? —Replicó el ojiverde, con su voz cargada de desdén—. ¿Acaso mis deseos no importan? Alice levantó la mirada, sus ojos brillantes reflejaban una tormenta de emociones. —No se trata de tus deseos, Dalton. Se trata de mi vida. Hay tantas cosas que quiero hacer: viajar, estudiar un posgrado, encontrarme a mí misma. Tener h
Alice finalmente salió de la farmacia cabizbaja, con un nudo en la garganta y el corazón agotado por tanto bombear sangre tan rápido. Lo importante es que había tomado su decisión y ya no había vuelta atrás. Si es que estaba embarazada, iba a mantenerlo en secreto de todos, incluso de Dalton hasta decidir qué haría con él bebe, podría quedarse con él o solo lo daría en adopción a Nicholas y su esposa para que cuidaran muy bien de él.Su mente divagó hacia Nicholas y su esposa. La idea de dar al bebé en adopción a ellos parecía tentadora; sabían cómo cuidar a un niño y tenían tanto amor para dar. Pero también había algo profundamente doloroso en esa opción. ¿Podría realmente dejar ir a su propio hijo?Mientras continuaba perdida en sus pensamientos, optó por dejar las bolsas en su camioneta y luego ir a tomar un paseo caminando para distraerse un poco. Esa mañana había nevado bastante, pero ahora ya había parado y las calles estaban mucho más pobladas. Alice se detuvo frente a un parqu