84. Una indiferencia que atosiga
Mientras la sigue observando, Angelina sigue sosteniendo también la ropa de su niño entre sus manos, pero el roce de Giancarlo en sus mejillas en una llama que quema no sólo su piel, sino su corazón.Lleva el rostro hacia atrás para romper el contacto, mirando hacia otra parte. —Hay muchas cosas de las que... no puedo soportar —Angelina se enfrenta por primera vez luego de meses a ésta tortura de hablar de lo sucedido, al menos lo intenta—, no hagas esto, Giancarlo. No me toques…Su voz se quiebra, y aún con los ojos cerrados, siente que los sollozos quebrarán su garganta.—No puedo soportar verte aquí —Angelina observa la ropa de su bebé, tan pequeña, tan frágil—, y lo único que haces es torturarme…—sin dejar de acariciar, murmura—, y no quiero seguir con esto. Ya no quiero.—¿O lo que quieres es ya no estar conmigo?Angelina se digna a verlo a los ojos. Y no le agrada lo que observa: indiferencia.—¿Qué es lo que pretendes…? —le pregunta con lentitud—, ¿Crees que voy a ir tras de t
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