Cuando terminó todo eso y salió de la cocina, se encontró con que la televisión estaba encendida y Lorenzo estaba dormido en el sofá, probablemente no tan profundamente, con el ceño ligeramente fruncido.Toc, toc, tocEn ese momento se escucharon tres suaves golpes en la puerta. Celeste fue a abrir la puerta y vio a Andrés de pie afuera, sonriéndole:—Celeste, vengo a traerle unos documentos al jefe.—Está dormido —respondió Celeste.—Entonces, por favor, entrégaselos para que los firme cuando despierte, y volveré a recogerlos.Andrés le entregó los documentos a Celeste, quien arqueó una ceja:—Mejor entrégaselos tú mismo, de lo contrario, si ustedes vuelvan a tener algún plan y alguien más dice que fui yo quien robé los documentos de nuevo, entonces ni siquiera tendré la oportunidad de limpiar mi nombre otra vez.La expresión de Andrés se congeló por un momento, luego sacudió la cabeza y se rio impotente:—Celeste, me he dado cuenta de que tú y el jefe se parecen bastante en el aspect
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