Capítulo 122
En ese momento, se escucharon unos pasos que se detuvieron frente a ella y una voz fría de mujer resonó por encima de su cabeza.

—¡Vaya lumbrera en seducir a los hombres!

Celeste abrió los ojos y vio a Miranda, vestida con una bata blanca, parada frente a ella con una sonrisa burlona en los labios.

—Desde la primera vez que te vi, supe que no eras una mujer sencilla. ¡Era capaz de hacer que Lorenzo se arriesgara por ti! Eres joven, pero tus artimañas son de lo más inusuales.

Celeste frunció el ceño:

—¿Qué quieres decir?

La voz gélida de Miranda cayó sobre ella:

—A Lorenzo solo le interesan las mujeres que pueden satisfacer sus necesidades físicas, pero no las que le causan problemas. ¿Sabes quién es él? Si le pasara algo anoche, ¿podrías hacerte responsable?

Cada una de sus palabras era un reproche, y la mirada de Celeste se enfrió de inmediato.

—Yo no soy la mujer de Lorenzo, el haberme salvado fue solo algo que yo no esperé. ¡Te pido que hables con más respeto!

—¿Respeto? —Miranda la
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