Capítulo 127
Comparada a la última vez que se vieron, Rosalina se veía un poco más llenita y con mejor semblante, ataviada en un vestido de lana de tonos claros que le daba un aire como antes, mostrando un aura de las damas de la alta sociedad.

—Señora Rodríguez —la saludó Celeste.

Se le acercó y se sentó en el sofá.

—Celeste ¿por qué vienes vestida así? ¿Estás enferma? —preguntó Rosalina, sorprendida.

Celeste sonrió:

—Sí, estoy malita, pero nada grave.

El mesero se acercó con el menú y, al ver la ropa de Celeste, también se sorprendió. Ella pidió un vaso de agua de limón.

—Señora, ¿me buscaba por algún asunto? —preguntó Celeste.

Rosalina guardó silencio unos segundos y luego rompió a llorar. Celeste, desconcertada, le acercó una servilleta:

—Señora, ¿le pasó algo a la señorita Jiménez?

¿Acaso Lorenzo realmente le hizo algo a Viviana?

Rosalina lloró por un rato y luego, negando con la cabeza, le dijo:

—No es ella, es su papá… Hoy me enteré de que en la cárcel lo maltratan mucho y está muy lastimado
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