Capítulo 130
Era fin de semana y no esperaba que hubieran venido tantos superiores. Mientras hablaba, el guardia amenazaba con la mirada a Celeste, advirtiéndole que no hablara demás. La mirada de Celeste estaba gélida y les dijo con frialdad a todos:

—¡Ni siquiera lo conozco! ¡Vine a visitar a un preso y él me engañó para traerme aquí!

—Maldita perra, ¿aun así sigues parloteando? ¡A ver si te creo los humos! ¡Tengo que darte una buena lección de eso! —exclamó el guardia enfurecido y levantó el puño, dispuesto a golpear a Celeste.

—¿Es usted?

En ese momento, desde la entrada resonó una voz masculina llena de asombro. Uno de los hombres, con el rango más alto de uniforme, avanzó a grandes pasos hasta llegar frente a Celeste, y le dijo atónito:

—Señorita, ¿por qué está aquí?

—Director Valbuena, ¿conoce a esta señorita? —preguntó el director de la cárcel muy sorprendido.

Alfonso Valbuena, el director de policía, no le respondió, solo le preguntó a Celeste mirándola fijamente:

—Señorita, nos vemos en e
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