El hombre emanaba un aura gélida y peligrosa. Su mirada fiera era como la de un lobo hambriento, a punto de clavar los dientes en el cuello de su presa.Celeste mordió su labio y le respondió:—Señor Vargas, si tienes la necesidad, puede buscar ayuda de otras mujeres.En el corazón de Celeste, le agradecía que la hubiera salvado. Sin embargo, eso no significaba que ella quisiera tener una relación física íntima con él. Además, al pensar en que él también había tenido una relación con Joana, sintió un poco de asco involuntariamente…—No tengo interés en nadie más —dijo Lorenzo, con la mirada fija en ella.No sabía por qué, pero el cuerpo de Celeste ejercía sobre él una atracción diferente.Celeste también tuvo que admitir que, aunque Lorenzo fuera frío y mordaz, esas palabras de amor le parecían más o menos satisfechas…"No tengo interés en nadie más"… Esas palabras sonaban como si solo tuviera ojos para ella, qué hombre entregado parecía.Celeste rio con ironía, mirando a Lorenzo con c
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