Capítulo 115
Después de terminar sus palabras, Isabella colgó directamente la llamada. Celeste pensó que, aunque ella la odiaba no la dejaría morir. Nunca imaginó que sería tan cruel.

Ella estuvo a punto de marcar al 911.

De repente, se escucharon unos pasos acercándose. Era los dos hombres que la habían secuestrado. El gordo vio que ella tenía el teléfono en la mano y se abalanzó sobre ella para arrebatárselo, estrellándolo contra el suelo con fuerza.

—¡Carajo! ¿Esa perra se atreve a llamar a la policía? ¿Quieres morir o qué? —exclamó.

—¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué me han secuestrado? Si quieren dinero, puedo darles dinero — Celeste se esforzó por mantener la calma.

—A la mierda tu dinero apestoso, nuestro jefe quiere verte. ¡Vámonos! —maldijo el hombre gordo empujándola bruscamente hacia afuera.

Llegaron a una escalera y subieron por ella. Afuera, la luz era deslumbrante, y Celeste no pudo evitar cerrar los ojos. Cuando se acostumbró a la luz, siguió subiendo por la escalera.

Una brisa salada
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