Valeria revisó el diseño en el que había estado trabajando la última semana, casi estaba finalizado, pero había algo en él que no terminaba de convencerla. Frunció los labios en señal de frustración mientras intentaba descifrar como hacer que cada parte funcionara en conjunto con el resto, pero finalmente soltó un suspiro y se rindió. No había nada que pudiera hacer para mejorarlo, no sin hacer cambios significativos, cambios que el cliente se negaba a aceptar.Su negocio había prosperado mucho en los últimos meses, y parte de ese éxito se lo debía a Maxim. Él tenía conexiones en todas partes y se había asegurado de promocionar su trabajo. Por supuesto, lo había consultado con ella primero. Al principio, Valeria dudó en aceptar su ayuda —su orgullo la impulsaba a querer lograr todo por sí misma. Maxim, sin embargo, le recordó que solo le estaba dando una mano, y que el mérito de mantener a sus clientes satisfechos dependería únicamente de ella y su talento. Con el tiempo, Valeria acep
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