Capítulo 50: Entregados al placer

Maxim mantuvo a Valeria abrazada con fuerza, mientras con una mano acariciaba su espalda con lentitud. Poco a poco ella comenzó a relajarse y volvió en sí. Valeria levantó la cabeza y lo miró directo a los ojos con una sonrisa en los labios.

—Eso fue increíble —dijo ella.

—Deberíamos volver a la orilla —sugirió, tenso.

—Me prometí que no te tocaría.

—¿Por qué harías una promesa como esa?

—Te traje aquí porque quería que habláramos, recordaras la conexión que compartíamos. —Soltó un suspiro—. No quiero que pienses que lo único en lo que estoy interesado es en llevarte a la cama. Por supuesto que quiero hacerlo, pero no sin antes dejarte claro cuan importante eres para mí.

—¿Y qué pasa si yo quiero que me sigas tocando? —preguntó Valeria y dejó que una de sus manos se deslizara por el pecho de Maxim de arriba hacia abajo—. ¿Qué pasa si quiero mucho más?

Maxim soltó un gemido que revelaba lo mucho que le costaba contenerse.

—Valeria, ya me es difícil mantener el control sin ti diciendo
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