La luz del día comenzaba a ceder, dando paso a la oscuridad. Otro día más en que Milen o, mejor dicho, Estefanía, como ahora todos la llamaban, no encontraba esa pieza que le faltaba a su vida, una que encajara con su nuevo nombre, su nueva vida, su nuevo yo.Una chica universitaria que anhelaba comerse al mundo de un bocado mientras se abría paso a la madurez, disfrutando de esa felicidad sin responsabilidades y siendo inmensamente feliz.A ella le faltaba precisamente esa felicidad. Intentó recuperarla, dios sabe que lo hizo, cada día, cada segundo… y nada, su esfuerzo la llevaba siempre a lo mismo, a la desesperación y la locura.Se forzó tantas veces a fingir que estaba bien, que después de tantos meses lo había conseguido, ya le salía natural. Se volvió como un reflejo predestinado que su cuerpo activaba cada vez que tenía a alguien frente a ella.Como ahora que conversaba con Rigo, mientras caminaba por uno de los jardines que rodeaban los dormitorios de la universidad.— Estás
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