— Quédate a esta niña tan molesta por el amor de dios — la voz de Trisha fue firme y despectiva — no quiero ni mirarla a la cara, no sirve para nada si este bastardo no va a hacerse cargo.— Qué estás diciendo Trisha, no puedes dejarme a una niña así de la nada — la abuela de Hanna habló con disgusto — ya tuve suficiente contigo.— Si no la cuidas, tú la voy a echar a la calle, ¿lo oíste?— Eres una mala persona, Trish, no sé cómo terminaste convirtiéndote en esto — la mujer negó mirando a Hanna, que no recordaba exactamente bien a su abuela —. No sé con qué hombre te involucraste ahora, pero esto es…—Ese perro tiene dinero, pero no necesitaba esta niña, así que encárgate de ella y trata de que no termine odiándote como yo.La pequeña niña, en medio de aquellas dos mujeres que discutían en aquella tarde de verano, se quedó de pie mirando cómo la mujer que la había criado los últimos tres años se marchaba lejos de aquella casa que ella no conocía. La niña miró el recorte de revista qu
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