Golpea de nuevo y me sobresalto, lo hago por inercia, levanto un pie y luego el otro. Me los quita, y no sé qué los hace luego con ellos, solo que se incorpora de nuevo y se pega detrás de mí rodeándome con sus brazos. No sé qué hacer con mis manos, así que las dejo laxas a los lados. Y permanecemos así, de pie, por un instante que se me antoja eterno. Estoy sin saber que decir u hacer, quisiera resistirme, pero la excitación que siento me gana. Posa una de sus manos en mis senos apretándolos, apretujándolos por encima de la tela suave del vestido, y con la otra baja lentamente por mi vientre hasta que la mete debajo del vestido y me toca allí, en la piel blanda, con sus dedos. En el centro de mi feminidad. Gimo y aprieto mis piernas, y él emite un gruñido negativo y ronco en mi oído cuando reculo mi trasero y le toco lo duro que está. Me estremezco. Sus dedos insisten hasta que se hacen paso y los introduce sin ningún decoro por mi cavidad, provoca que abra la boca
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