Me sacudo el cansancio y me reclino sobre la silla porque Marcia, mi compañera de piso, hace su escandalosa entrada. Es bastante alegre y dicharachera, y una distracción total cuando quieres concentrarte. Hemos convivido tantos años que ya la adoro así, y aunque no llevemos la misma sangre, es más que una amiga para mí. Es mi hermana.
Marcia es la hija menor de la familia donde fui acogida luego que mi abuela Elsa falleciera, increíblemente una semana después de aquella dichosa entrevista; ahora me pregunto si tanta dicha, no trajo fue muy mala suerte para mí.
Me lleva dos años; y desde que entré a la universidad nos fuimos de casa y empezamos a compartir espacio en un piso que alquilamos entre las dos. No ha cambiado nada desde que se graduó como administradora de empresas. Sigue siendo una aventurada enamoradiza y alocada fiestera, a diferencia de mí, que soy más como un ratón de biblioteca, Ese es su apodo favorito para mí, Ratona, que se lo copió de... Lucas, su hermano mayor. Y lo cierto es, que me he privado por gusto de toda clase de diversión; porque, aunque tuve un benefactor que se hizo cargo de mis gastos y estudios durante la secundaria, yo ahora debo mantener a toda costa mis notas altas, para no perder mi beca universitaria y graduarme muy pronto con honores como comunicadora social; también debo mantener mi trabajo como pasante remunerada en A&C Publishing, donde redacto artículos y reseñas para la sección de deportes a cargo de la editora Claudia Almenara, mi jefa. Estoy a escasas semanas de culminar mi carrera y no puedo esperar para graduarme. Y tal vez, cuando lo consiga, mi situación en la agencia por fin cambie…
No estaría mal un ascenso.
La verdad, odio a Claudia con todos mis huesos y la verdad es que deseo dejar de ser una pasante a su cargo y ascender para tener mi propia línea editorial, para no tener que aguantármela. Todos los días está encima de mí porque soy la única que le lleva el ritmo de trabajo, y aparte de esmerarse por humillarme con su despampanante presencia, compuesta por sus grandes senos ―apuesto las nalgas que no tengo a que son hechos en el quirófano―, y nalgas de la misma procedencia; también me echa en cara su idolatría por Eliot Maddux ―razón del por qué siempre vuelven mis recuerdos―, y como desea tener una entrevista con él para conquistarlo. Proclama que apenas la vea caerá rendido a sus pies.
¡Ya quisiera!
Lo cierto es, que ya descubrí por qué me escogió para ser su ayudante y la razón de su comportamiento opresivo conmigo, y es, porque se enteró que fui la niña afortunada que entrevistó a su sueño mojado imposible. Por suerte, Noah Carter, el jefe senior de sección, no es así…
―Podrías despegarte de ese aparatejo por un mísero momento de tu aburrida vida. Ya respira que te pones vieja ―exclama su perorata destapando una botella de agua dándole un largo sorbo.
Debe estar deshidratada, luego de irse de juerga toda la noche con su nuevo y rico novio. Pero la muy condenada siempre luce radiante, a pesar de trasnochar y dormir todo el día. que le voy a hacer. Así es ella, y me extrañaría mucho si se portara de forma contraria.
―No puedo ―respondo muy seria―, necesito terminar mi artículo sobre las ligas menores de béisbol. Claudia lo necesita el lunes a primera hora en su escritorio.
Ella rueda sus ojos poniéndolos en blanco, con la última frase.
―¡Dios! Eres una santa, ¿cómo te aguantas a esa mujer?
Ya voy reconociendo que no es bueno quejarse de la jefa ni del trabajo con ella.
―¡Oye! Más respeto. Esa mujer es mi jefa, y mientras sea una practicante para ella, debo rendirle culto si es necesario. ―Suspiro, y es que esa es mi triste realidad.
Una cosa es lo que yo deseo, otra lo que me toca hacer. Así es mi vida, y, de todos modos, no es un desperdicio. Amo lo que hago y siempre doy lo mejor para que así sea y no tenga ninguna queja, aunque eso signifique que cada vez me exprima más.
―¿Y cuándo piensas sacudirte un poco el trasero?, se te va a desaparecer de tanto estar sentada tecleando letras. O ya se te borró la raya de las nalgas.
Y ahí va Marcia con su inconfundible y sarcástico humor.
―¡Ja y ja! ―me mofo sacándole la lengua―. Lo haré mañana domingo.
―¡Por fin! ¿Y que se supone que harás? ―rechista toda incrédula y me detiene con su mano acallándome―. Ya lo sé, no es difícil adivinarlo. Harás las notas de Claudia para que siga quedando como una reina con Noah y su grupo. ¡Genial! Muchas felicidades ―añade con mucho sarcasmo.
Me hace achinar la mirada y fruncir la boca.
―Tenme un poco de fe. A&C Letters & Histories, la filial principal de la agencia que equivale a la casa matriz me escogió a mí y no a ella para reseñar un evento de esparcimiento deportivo. Será un partido de fútbol con niños. Y no, esta vez no tiene nada que ver con Claudia, gracias al cielo.
Cruzo mis dedos y agradezco mentalmente que se me haya dado está oportunidad. y no dudo que haya sido una intervención de Noah, por eso le admiro.
―¡En serio!, que emoción ir a ver pubertos jugar. Aunque, yo en tu lugar, preferiría unas lindas, musculosas y bien contorneadas piernas de papis machotes y adultos.
―¡Que graciosa! ―Marcia realmente me hace reír con sus ocurrencias―. Búrlate todo lo que quieras. No es cualquier cosa, ese artículo es un abono para conseguir por fin mi ascenso. Y como lo ansío. ―Cruzo mis dedos mentalmente―, y más, cuando puedo quitarme con eso a la pesadilla de Claudia de encima.
Eso le hace abrir los ojos.
―¡Vaya! Por fin harán valer tu inteligente trasero. Para algo te debe servir desgastártelo tanto con esa bruja, aparte de quemarte las pestañas con la universidad.
―¡Gracias por lo que me toca!
La rechisto abriéndole los ojos tras mis lentes. Después me los acomodo por la montura porque ahora me mira con mucha seriedad. Marcia tiene una cualidad particular. Siempre es directa, no se guarda nada, y aunque haga que se me paren los pelos de punta con su extraña sensatez adoro que me lo diga todo a la cara, odiaría que no.
La realidad de las cosas, muchas veces hacen que pongas tus pies sobre la tierra, y esa es una lección que he aprendido a lo largo de mi vida.
―Sam, no me lo tomes a mal; pero, a pesar de todo eso que estás diciendo con mucho optimismo, no crees que desperdicias tu talento en esa revista de medio pelo.
Hace parte de una buena agencia. ¡Vamos! Eso ha dolido.
―¡No exageres! ―resoplo las palabras―. No lo es, tampoco es tan así; ascender requiere tiempo y esfuerzo. También deben notar que tienes ganas y talento. Y la agencia A&C, es de lo mejor que hay para empezar a superarte.
―¡En serio!, yo creo que llevan mucho tiempo sin notar el tuyo. Y por Dios mujer, apenas tengas el diploma en la mano consíguete otro trabajo, olvídate del estúpido de Noah, y de paso búscate un buen novio que aparte de tenerte ganas, tenga mucho dinero para que mantenga tu gran empeño. Porque Noah jamás hará eso. Está cómo quedadito con eso.
―¡Oye! Déjalo en paz. Noah es bueno conmigo, y deja de decir eso. Él es mi amigo; además tiene una novia de años ―chillo, y ella sacude sus manos y luego bosteza.
―En fin, no se le nota, cuando no hace nada por sacarte de debajo del yugo de Claudia; y mejor te dejo Ratona, me muero de sueño.
Ella sale de mi habitación y entra en la suya, allí se deja caer en su cama como un muerto. Puedo verlo desde donde estoy sentada, su habitación queda al frente de la mía y no tiene alientos ni para cerrar la puerta. También me sonrío tonta con lo que ha dicho.
¿Noah o un hombre rico?
El primero, no está a mi alcance. Noah está a punto de casarse; pero el… segundo...
¡Si cómo no!
Esto es la vida real y Cenicienta es un cuento de hadas que solo ocurre como un golpe de suerte, o en las novelas románticas.
Vuelvo a sacudir mi cabeza y esta vez con incredulidad sobre las locuras que dice Marcia y a las que termino siempre prestándole atención, aunque no quiero. Me desperezo y sigo un poco más con mi redacción y al terminar me voy a dormir porque si estoy cansada, y mañana me espera un día un poco agitado observando pubertos.
Un vestido de anciana desgarbada hasta más debajo de las rodillas ―algo que diría Marcia―, chaqueta de mezclilla, zapatillas rojas, mi bolso, mi libreta de apuntes, mi teléfono, mi cámara, mi pelo suelto y el fleco que me cae sobre mis lentes; son todo lo que necesito para pasar desapercibida y realizar mi labor. Si lo sé, soy más parecida a Betty la fea; pero bueno, verme muy poco atractiva por lo menos evitará que no se fijen mucho en mi apariencia. Me miro al espejo, me agrada lo que veo. Suficiente arreglo pasar desapercibida; pero no mis ojeras. ¡Casi no pude dormir!, la ansiedad porque todo salga perfecto no me dejó conciliar el sueño. Siempre me pasa cuando me enfrento a algo serio, ya me ha pasado… antes. Sin embargo, mi estómago aun revolotea desde anoche y me pregunto por qué; ¿acaso me ocurrirá una catástrofe? ¿Será que entregaré la peor crónica deportiva de mi vida? me encontraré un papi millonario como augura Mar. ¡Diantres! Espero que no. Y pensando en ella y sus mal
¿Es él? ―El mismo "señor" que viste y calza. ―Se auto alude con tono burlón, y en serio que hace chistosas comillas con sus dedos. No… puede… ser… ―¿En serio eres Eliot Maddux? ―pregunto y él asiente corroborándolo, su mirada realmente me hipnotiza como aquella vez. No puedo afirmar que lo consideré mi crush en ese momento, pero vaya que hacía, y aun hace desestabilizar a una mujer. Me fijo en su apariencia y supongo que no quiere llamar la atención―. Cómo es posible. Esto es una… verdadera coincidencia ―añado cuando dejo de flipar internamente, ahora me emociono como tonta. No siempre te reencuentras con alguien a quien pensabas no volverías a ver jamás en tu vida. ―Bueno, llámalo mejor, influencias. Me alegra que hayas seguido trabajando por tus sueños ―aduce y yo no dejo de mirarle como boba. Podría ser; pero influencias o no, se siente grato este reencuentro con una pieza importante de mi pasado. ―Sí ―exhalo luego de espantarme la bobería. Vuelvo a concentrarme―, ha sido d
―¿¡Por qué hiciste eso!? ―recrimino a Marcia cuando quedamos solas y empezamos a tomar camino hacia su auto.―¿Qué cosa?―No te hagas ―la reprendo―. ¡Que más que comprometerme con él!―¿Por qué crees? Prácticamente, te lo estaba rogando.¿Qué diantres vio Marcia?―¡No exageres! Está casado y tiene un hijo, que no los ves. Son evidentes.―Entonces es bisexual y mujeriego. Y también un guapo millonario que te ha invitado a su casa para pasar una linda velada viendo una vieja entrevista. Solo hay que asesinar a la esposa y desaparecer al mocoso, y al supuesto amante.―¡Cielos! ¡Estás loca! ―flipo por sus maquiavélicas ideas, y ella solo ríe a carcajadas.El viernes a las ocho, en su casa. ¿Cómo pasó eso?Respuesta: Obra de Marcia.Maldigo mil veces a Marcia por su grandiosa idea, ¿cómo me dejé convencer para hacer eso? Tuve que hacer un esfuerzo triple para salir ilesa de mis últimos exámenes. Luego apurarme en enviar los borradores de la reseña hasta el jueves y casi a medianoche, para a
Eliot es un hombre hermoso y bien estructurado. Sus años en el deporte de alguna forma le dejaron la mejor apariencia y esto ha mejorado notablemente con el tiempo. Él entorna su rostro de cejas negras, de manera picara y me escruta con sus hermosos ojos claros intimidándome, se me seca la garganta y creo que empiezo a sudar allí abajo también. Eso no es algo que me pase muy frecuentemente.―Entra, Sam ―dice recordándome que me he clavado en la entrada y aun no pongo un pie dentro.Me siento aturdida, y tengo que espabilarme, finalmente entro y me sobresalto cuando escucho que cierra la puerta.¡Que diantres!Me comporto como una chica que no ha visto a un hombre jamás; no obstante, no es absurdo mi comportamiento. Es Eliot. Un hombre que causa revoluciones en las mujeres, y si lo hizo conmigo cuando era chica, ahora mucho más. Estoy tan entretenida con mis pensamientos que me sobresalto
Golpea de nuevo y me sobresalto, lo hago por inercia, levanto un pie y luego el otro. Me los quita, y no sé qué los hace luego con ellos, solo que se incorpora de nuevo y se pega detrás de mí rodeándome con sus brazos. No sé qué hacer con mis manos, así que las dejo laxas a los lados. Y permanecemos así, de pie, por un instante que se me antoja eterno. Estoy sin saber que decir u hacer, quisiera resistirme, pero la excitación que siento me gana. Posa una de sus manos en mis senos apretándolos, apretujándolos por encima de la tela suave del vestido, y con la otra baja lentamente por mi vientre hasta que la mete debajo del vestido y me toca allí, en la piel blanda, con sus dedos. En el centro de mi feminidad. Gimo y aprieto mis piernas, y él emite un gruñido negativo y ronco en mi oído cuando reculo mi trasero y le toco lo duro que está. Me estremezco. Sus dedos insisten hasta que se hacen paso y los introduce sin ningún decoro por mi cavidad, provoca que abra la boca
―¡Espera! ―llamo su atención antes de que de la vuelta y se marche, porque, por lo que él asume, cree que conozco su casa cuando apenas y he visto el recibidor y la sala―. Esto… ―¿Esto qué? ―replica mi pregunta con otra. Ladea un poco su cabeza como si deseara que dijera algo más. Me hace exhalar un poco, soy yo quien quiere una explicación de esto. Grandioso y todo, pero; ¿dónde quedó lo de ofrecer primero algo de tomar? Eliot me observa, su cara ahora no parece tan risueña―. ¿Esto qué, Samantha? ―continúa y su voz se percibe algo sombría, con ese deje autoritario de cuando me dijo que debía darme una ducha, y la tonta de yo se queda muda. ¿Dónde está la actitud risueña de ayer? O de cuando me abrió la puerta. Me sacudo mentalmente. ―¿Dónde… queda el...baño? ―pregunto con voz algo trémula, acobardándome. Me urge un lugar donde pueda estar sola y procesar. Si es que es algo que se pueda hacer. Es que no salgo de la conmoción, y no porque sea algo malo
La realidad me golpea, casi quiero llorar. Cierro la llave y me apresuro en salir. Busco una toalla en el armario que indicó y me seco. Después me visto rápidamente, y otra realidad me golpea cuando toco debajo de mi vestido. No tengo calzones. Exhalo hondo, y tomo aire, los necesito de veras. ¡Bien!, él me los quitó, y tendré que pedírselos de nuevo y acabar con todo esto. Lo medito con mucha determinación.Me dirijo hasta la planta baja recorriendo el camino de vuelta y le busco en la sala, no está. La atravieso bastante rápido, porque cuando miro hacia el sofá me abochorno. Escucho ruido proveniente de la que debe ser la cocina. Me guío por el ruido y voy hacia ella. Me detengo en la entrada. Es inmensa, tiene un mesón de mármol multifuncional en el centro que también sirve de comedor en uno de sus lados donde tiene dos bancos altos. Precisamente el lado donde est
―¿Qué significa eso? ―pregunto bastante mosqueada con mis deducciones a flor de piel, luego de recuperar un poco de mi cordura y aliento y mis piernas han menguado sus temblores. ¿Hasta la mañana? Suena… tentador con todo lo que me ha hecho vivir en tan pocas horas; pero lejos de pedir piedad, tengo que pedirle es una explicación. Se supone que estaba determinada a parar esto y parece que solo lo estoy alargando. O él es quien lo está haciendo. Con todo esto tan repentino, ahora no sé qué teorías son ciertas o no. ¿Las de Marcia? ¿Las del resto del mundo? ¿O las mías que se reducen a pensar que él maneja la información su antojo y deciden que debe o no creer? Sin embargo, siento que estoy conociendo al Eliot que nadie conoce. Un hombre como todos, con pasiones sucias y desvergonzado, y que puede tomar una mujer y meterle mano a su antojo. ―Lo que escuchas. Ahora come ―responde. Toma sus cubiertos y prosigue comiendo con toda la elegancia y la