— ¡Esta mujer es mi esposa! — ante tal confesión, La rubia se soltó con fuerza del agarre de Emiliano y salió corriendo. Sus tacones resonaron por el suelo de mármol, sobre la alacena del corredor había dejado su abrigo.Se cubrió con él y salió corriendo, pero Emiliano no podía dejarla ir.Utilizó la fuerza de voluntad y la adrenalina que le había dado el encuentro para correr tras la bailarina, el corazón le latió con fuerza, el dolor en el pecho fue como un apuñalada.¡La había encontrado nuevamente¡ ¡después de tantos años de haber pedido su rastro! Mientras corría, le dolía con fuerza el corazón.Salió al corredor de su edificio y cuando las puertas del ascensor comenzaron a cerrarse, corrió tras ella, pero no logró llegar a tiempo. — ¡Sara! — gritó a las puertas cerradas del elevador, pero no la dejaría escapar, no esa vez. Salió corriendo a toda velocidad por las escaleras, eran ocho pisos. Saltaba de a dos a tres escalones, cuando llegó al primer piso, cansado y sudoroso,
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