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3| Un monstruo hecho de dolor.

La recepcionista pareció no prestarle mucha atención.

— Le pido por favor que modere su tono de voz — Emiliano sacó del bolsillo la tarjeta del lugar y la puso frente a la cara de la mujer.

— ¿Estos son ustedes?

— Si, somos nosotros.

— Bien, pues aquí trabaja ella y necesito que me dé esta información — la mujer sacó el catálogo que tenía debajo del escritorio, era una revista grande llena de fotografías de mujeres hermosas.

— Si está ahí, tal vez — Emiliano tomó la revista y comenzó a pasar las hojas. La mayoría tenían nombres de acompañantes, pero él sabía muy bien qué eran. Cuando llegó a la categoría de bailarinas la encontró en el primer puesto. Sonreía con el cabello rubio corto y la mirada alegre, pero no era alegre en realidad, solo él la conoció lo suficiente como para ver que aquella mirada estaba cargada de muchas emociones, no solo alegría, menos que alegría.

— Es ella — debajo de su fotografía aparecía el nombre de: Paloma Dorada. Era su seudónimo de bailarina — Necesito que me diga dónde encontrar a Paloma Dorada — la mujer tomó de nuevo la revista y la metió en su escritorio.

— Lo siento,  ya le dije que no puedo brindar información sobre nuestras trabajadoras — Emiliano se inclinó hacia el frente. 

— La necesito, ella estuvo en mi departamento anoche y me robó algo importante, tengo que saber dónde vive — mintió. La mujer abrió los ojos.

— De ser así entonces yo misma me encargaré de hacer que ella devuelva lo que se robó… m*****a muchacha — tomó el teléfono y comenzó a marcar un número, pero Emiliano se lo quitó arrebatándoselo.

— Escúchame bien, se lo diré solo una vez más, mi nombre es Emiliano Monter, soy el representante legal, presidente, CEO o como quieras llamarlo, de la empresa de modas Casa Monter y sé muy bien qué es lo que hacen en este lugar. Esto no solo es bailarinas exóticas y compañeras, esto es un prostíbulo y si no me dice aquí y ahora dónde encontrar a Sara voy a utilizar todas mis influencias para que cierren este lugar y los metan a todos a la cárcel — a la mujer le temblaron las manos cuando tomó el bolígrafo y en papel escribió una dirección y luego se la dio a Emiliano que se la arrebató de la mano y salió de lugar a toda velocidad, se subió a su auto y le indicó al chofer la dirección. cuando llegó, le ordenó al joven que lo esperara en la esquina y caminó el resto del trayecto a pie, cuando llegó frente a la casa de la mujer el corazón le latía con fuerza, estaba furioso, tenía la boca seca. 

Las manos le temblaron cuando tocó un par de veces sobre la puerta. No sucedió nada, así que tocó nuevamente. Cuando la puerta se abrió apareció Sara. Las rodillas le temblaron, era tan hermosa como lo había sido en toda su vida, era tan hermosa como cuando se habían casado. 

La muchacha tenía los ojos brillosos, se acercó hacia él, lo tomó por la camisa y luego le dio una tremenda bofetada que lo desequilibró y casi lo tiró al suelo. 

— ¿Qué te pasa? — le preguntó él conmocionado.

— ¿Que qué me pasa a mí? Anoche te dije que me dejaras en paz, pero no tenías que ir al lugar donde trabajo a amenazarlos y decirles que robé algo. Hace cinco minutos me acabó de llamar mi jefe, estoy despedida por su culpa.

— Pues es lo que tenía que pasar — dijo él y se metió a la fuerza en la casa a pesar de las negativas de la mujer que trató de empujarlo, pero él se metió de todas formas — ¿dónde están los niños? — le preguntó — ¿dónde están mis hijos? — Sara abrió los ojos. 

— Ya te dije que no son tus hijos — Emiliano se acercó a ella, quiso tomarla por el cuello y apretarla. 

— ¡¿A caso crees que soy un idiota, Sara?! — gritó y cerró la puerta de golpe — ¿crees que no vi mis ojos en los ojos de ese niño? ¿Crees que no vi en el rostro de la niña el rostro de mi madre? no me importan las razones por las que te fuiste, pero que me creas así de estúpido me ofende — le dio la espalda y caminó hacia el fondo de la casa, era roída y llena de humedad, se preguntó como Sara terminó en ese lugar, con todo el futoro que tenía como diseñadora. 

Al fondo, estaban los maniquíes de tallaje que la mujer usaba para diseñar, sobre la mesa estaba un cuaderno con varios diseños que le parecieron muy buenos. 

— Emiliano, quiero que te vayas ahora — pero él se volvió hacia Sara. 

— ¡Claro que no¡ no voy a permitir que me alejes nuevamente de mis hijos, eso no pasará… no pasará porque serás la nueva diseñadora de Casa Monter — a Sara pareció entrarle un fuerte mareo y se sentó en la silla más cercana. 

— ¿De qué estás hablando? yo nunca regresaré a ese lugar — Emiliano se acercó a ella y se inclinó. 

— ¿Acaso crees que te estoy dando una opción? si no lo haces, iré por la vía legal, te voy a quitar a mi hijos, Sara, te los quitaré si no me obedeces, será fácil para el ceo de Casa Monter hacerse de la custodia de sus hijos cuando su madre no es más que una simple y sucia bailarina erótica — los ojos de Sara se llenaron de lágrimas, pero a Emiliano no lo conmovieron, él había tenido que llorar mucho por ella y ahora ella lloraría como castigo. 

— No puedes quitarme a mis hijos — Murmuró ella con la voz rota. 

— Sí, sí puedo, pero no lo haré si me obedeces, yo no le quitaré la madre a mis hijos así como tú les quitaste a su padre — se irguió y se sacudió el costoso traje — debo irme, mi esposa me está esperando. espero que le hables de mi a los niños, los veré pronto…

— Ellos te odian — Emiliano golpeó la pared con fuerza. 

— Si es tu culpa, lo pagarás — caminó hacia la salida y antes de cerrar la puerta tras él, se volvió hacia Sara — Mañana habrá entrevistas para contratar al nuevo diseñador, te quiero ahí temprano, si no llegas ya sabes qué pasará. Acabar con una bailarina de un nivel tan bajo como tú será  fácil para mí — se fue cerrando la puerta. 

Sara se puso de pie, tomó un maniquí y lo lanzó hacia el espejo llena de rabia y dolor y el vidrio se rompió en mil fragmentos. ¿Qué había pasado con el hombre amoroso y sensato del que ella se había enamorado? del que ella estaba aún enamorada... la respuesta le llegó a los labios y la pronunció con la voz rota. 

— Yo lo maté, yo maté a ese Emiliano y ahora debo enfrentar al monstruo que salió de ese dolor.

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