La recepcionista pareció no prestarle mucha atención.
— Le pido por favor que modere su tono de voz — Emiliano sacó del bolsillo la tarjeta del lugar y la puso frente a la cara de la mujer.
— ¿Estos son ustedes?
— Si, somos nosotros.
— Bien, pues aquí trabaja ella y necesito que me dé esta información — la mujer sacó el catálogo que tenía debajo del escritorio, era una revista grande llena de fotografías de mujeres hermosas.
— Si está ahí, tal vez — Emiliano tomó la revista y comenzó a pasar las hojas. La mayoría tenían nombres de acompañantes, pero él sabía muy bien qué eran. Cuando llegó a la categoría de bailarinas la encontró en el primer puesto. Sonreía con el cabello rubio corto y la mirada alegre, pero no era alegre en realidad, solo él la conoció lo suficiente como para ver que aquella mirada estaba cargada de muchas emociones, no solo alegría, menos que alegría.
— Es ella — debajo de su fotografía aparecía el nombre de: Paloma Dorada. Era su seudónimo de bailarina — Necesito que me diga dónde encontrar a Paloma Dorada — la mujer tomó de nuevo la revista y la metió en su escritorio.
— Lo siento, ya le dije que no puedo brindar información sobre nuestras trabajadoras — Emiliano se inclinó hacia el frente.
— La necesito, ella estuvo en mi departamento anoche y me robó algo importante, tengo que saber dónde vive — mintió. La mujer abrió los ojos.
— De ser así entonces yo misma me encargaré de hacer que ella devuelva lo que se robó… m*****a muchacha — tomó el teléfono y comenzó a marcar un número, pero Emiliano se lo quitó arrebatándoselo.
— Escúchame bien, se lo diré solo una vez más, mi nombre es Emiliano Monter, soy el representante legal, presidente, CEO o como quieras llamarlo, de la empresa de modas Casa Monter y sé muy bien qué es lo que hacen en este lugar. Esto no solo es bailarinas exóticas y compañeras, esto es un prostíbulo y si no me dice aquí y ahora dónde encontrar a Sara voy a utilizar todas mis influencias para que cierren este lugar y los metan a todos a la cárcel — a la mujer le temblaron las manos cuando tomó el bolígrafo y en papel escribió una dirección y luego se la dio a Emiliano que se la arrebató de la mano y salió de lugar a toda velocidad, se subió a su auto y le indicó al chofer la dirección. cuando llegó, le ordenó al joven que lo esperara en la esquina y caminó el resto del trayecto a pie, cuando llegó frente a la casa de la mujer el corazón le latía con fuerza, estaba furioso, tenía la boca seca.
Las manos le temblaron cuando tocó un par de veces sobre la puerta. No sucedió nada, así que tocó nuevamente. Cuando la puerta se abrió apareció Sara. Las rodillas le temblaron, era tan hermosa como lo había sido en toda su vida, era tan hermosa como cuando se habían casado.
La muchacha tenía los ojos brillosos, se acercó hacia él, lo tomó por la camisa y luego le dio una tremenda bofetada que lo desequilibró y casi lo tiró al suelo.
— ¿Qué te pasa? — le preguntó él conmocionado.
— ¿Que qué me pasa a mí? Anoche te dije que me dejaras en paz, pero no tenías que ir al lugar donde trabajo a amenazarlos y decirles que robé algo. Hace cinco minutos me acabó de llamar mi jefe, estoy despedida por su culpa.
— Pues es lo que tenía que pasar — dijo él y se metió a la fuerza en la casa a pesar de las negativas de la mujer que trató de empujarlo, pero él se metió de todas formas — ¿dónde están los niños? — le preguntó — ¿dónde están mis hijos? — Sara abrió los ojos.
— Ya te dije que no son tus hijos — Emiliano se acercó a ella, quiso tomarla por el cuello y apretarla.
— ¡¿A caso crees que soy un idiota, Sara?! — gritó y cerró la puerta de golpe — ¿crees que no vi mis ojos en los ojos de ese niño? ¿Crees que no vi en el rostro de la niña el rostro de mi madre? no me importan las razones por las que te fuiste, pero que me creas así de estúpido me ofende — le dio la espalda y caminó hacia el fondo de la casa, era roída y llena de humedad, se preguntó como Sara terminó en ese lugar, con todo el futoro que tenía como diseñadora.
Al fondo, estaban los maniquíes de tallaje que la mujer usaba para diseñar, sobre la mesa estaba un cuaderno con varios diseños que le parecieron muy buenos.
— Emiliano, quiero que te vayas ahora — pero él se volvió hacia Sara.
— ¡Claro que no¡ no voy a permitir que me alejes nuevamente de mis hijos, eso no pasará… no pasará porque serás la nueva diseñadora de Casa Monter — a Sara pareció entrarle un fuerte mareo y se sentó en la silla más cercana.
— ¿De qué estás hablando? yo nunca regresaré a ese lugar — Emiliano se acercó a ella y se inclinó.
— ¿Acaso crees que te estoy dando una opción? si no lo haces, iré por la vía legal, te voy a quitar a mi hijos, Sara, te los quitaré si no me obedeces, será fácil para el ceo de Casa Monter hacerse de la custodia de sus hijos cuando su madre no es más que una simple y sucia bailarina erótica — los ojos de Sara se llenaron de lágrimas, pero a Emiliano no lo conmovieron, él había tenido que llorar mucho por ella y ahora ella lloraría como castigo.
— No puedes quitarme a mis hijos — Murmuró ella con la voz rota.
— Sí, sí puedo, pero no lo haré si me obedeces, yo no le quitaré la madre a mis hijos así como tú les quitaste a su padre — se irguió y se sacudió el costoso traje — debo irme, mi esposa me está esperando. espero que le hables de mi a los niños, los veré pronto…
— Ellos te odian — Emiliano golpeó la pared con fuerza.
— Si es tu culpa, lo pagarás — caminó hacia la salida y antes de cerrar la puerta tras él, se volvió hacia Sara — Mañana habrá entrevistas para contratar al nuevo diseñador, te quiero ahí temprano, si no llegas ya sabes qué pasará. Acabar con una bailarina de un nivel tan bajo como tú será fácil para mí — se fue cerrando la puerta.
Sara se puso de pie, tomó un maniquí y lo lanzó hacia el espejo llena de rabia y dolor y el vidrio se rompió en mil fragmentos. ¿Qué había pasado con el hombre amoroso y sensato del que ella se había enamorado? del que ella estaba aún enamorada... la respuesta le llegó a los labios y la pronunció con la voz rota.
— Yo lo maté, yo maté a ese Emiliano y ahora debo enfrentar al monstruo que salió de ese dolor.
Sara se recostó en la puerta y lloró.No podía ser que después de tantos años los sentimientos que tenía por él no hubieran desaparecido, ella lo sabía en el fondo, sabía que lo seguía amando a pesar de todo, pero nunca imaginó que volvería a verlo, ni siquiera cuando regresó a la ciudad temió que pudiera encontrarlo. Siempre trataba de evitar los lugares donde podría tal vez encontrarlo, pero nunca imaginó que sería el hombre de La despedida de soltero. Cuando paró de llorar y los recuerdos dejaron de atormentarla, se puso de pie y caminó hacia los diseños. Tenía que terminar dos vestidos esa misma tarde, esos le permitirían vivir al menos una semana, después ya verían qué lograban hacer. Estaba trabajando en ellos intentando no pensar en Emiliano y en que podía quitarle a sus hijos si no aceptaba la propuesta de diseñar para Casa Monter cuando la puerta se abrió, su hermana Sofía y sus hijos entraron por ella con el uniforme del colegio.— ¿Qué están haciendo aquí tan temprano? —
Sara estaba a punto de enderezarse para darle un puñetazo a su excuñada cuando la voz firme de Emiliano resonó por toda la sala de espera. Ambas levantaron la cabeza y se encontraron con la mirada fiera del ceo que avanzó hacia ellas con paso firme. — ¡Qué la sueltes! — le gritó a su hermana, pero Luna no soltó a Sara. — Esta mujer tiene el descaro de aparecerse en Casa Monter — bufó la trilliza— yo misma la sacaré del cabello. La mano de Emiliano se movió rápido y se afianzó en la muñeca de su hermana apretándola con fuerza, tanta que la mujer se removió del dolor y la final soltó el cabello rubio de Sara que se acarició la cabeza. — Pues Sara es mi invitada, así que te pido… no, ¡Te ordeno! Que la dejes en paz — Luna le dio una fría mirada a Sara. — No puedo creer que tenga el descaro de regresar y tú de invitarla después de todo lo que pasó. — ¿Todo lo que pasó? — bufó Emiliano — ¿Te refieres a todas las humillaciones que le hicieron? No seas cínica, Luna, y mejor métete a la
Sara sintió que el corazón le dio un vuelco en el pecho, contuvo el aliento y apartó la mirada de todos los miembros de la junta que clavaron sus ojos en ella.—¿Pero de qué estás hablando, abuela? — preguntó con brusquedad Luna y doña Amelia tomó el cuaderno de Sara y se lo lanzó a su nieta golpeando la mesa con fuerza.— Mira los diseños. Ninguno de los diseñadores que hay afuera logrará hacer algo como esto. Pienso que las ideas innovadoras de Sara podrían hacerle bien a la compañía en un momento tan crítico como estos, Pero eso no lo puedo decir solo yo. El presidente es Emiliano. Él tiene dos votos a diferencia de nosotros que tenemos solo uno — Laura, la otra gemela, habló mientras se observaba las puntas del cabello, Vanidosa, — Es obvio que mi hermano va a votar que sí.— y yo les pido que ustedes voten igual — las regañó la abuela — Sara recordaba bien a la mujer, era fuerte y decidida como su esposo, todos la respetaban, su opinión importaba, era la matriarca del legado Mo
Sara tiró del cabello de Luna, la empujó con fuerza contra el pavimento y ambas mujeres salieron rodando, ella ya no era la misma niña tonta que se dejaba humillar, se ganaría el respeto de las trillizas así fuese a los golpes, Así que se subió a horcajadas sobre Luna y le apretó el cuello contra el pavimento.— Yo ya no soy la de antes —le dijo. Le escurría champán por el cabello que la melliza le había tirado en la cabeza, la cara de la mujer estaba roja de la ira. Las otras dos mellizas llegaron corriendo con Luna para rescatarla del fuerte agarre en el que la tenía Sara, la tomaron por debajo de los brazos y la sacaron de ahí.— ¡¿Ahora qué está pasando?! No puedo creer que ya lleguen a esto — les gritó alguien desde la entrada, era Emiliano que corría hacia ellas.— Ella empezó — le dijo Sara mientras Luna se desarrugaba el costoso vestido. — No me importa que no hubieras empezado. Tú eres una accionista de la empresa y ejecutiva, y tú ahora eres la nueva diseñadora, no pueden d
Sara se apartó del agarre de Emiliano con fuerza, dándole un golpe en la muñeca. — No me puedes exigir que te diga nada, ya no importa. — No, te equivocas, importa, así que dímelo.— Pero antes no querías que te dijera nada — Emiliano dudó.— Pues ahora sí quiero.Sara sabía que no podía escapar de aquella situación, pero tal vez podía retrasarla un poco, así que abrió la puerta del auto en medio de la calle y salió corriendo a toda velocidad dejando al CEO en su auto, fúrico. No tenía dinero para tomar un taxi, así que tuvo que caminar hasta la estación del metro y cuando llegó a casa se encontró a su hermana ayudándole con la tarea a sus hijos. Mael corrió hacia ella y se le colgó del cuello, luego la tomó por la mano y la llevó al mueble. — ¿Dónde estabas, mami? — Sara observó los tres pares de ojos que se posaron en ella, con anhelo y esperanza. — Logré conseguir trabajo — les contó y Sofía se puso de pie y caminó hasta ella. — ¿Dónde? — Sara le apartó la mirada. — Soy la
En efecto, Emiliano Monter había pagado la colegiatura de seis meses por adelantado en uno de los mejores colegios de la ciudad. Para Sofía era complicado, estaba un poco triste de dejar a sus amigos con los que había estudiado durante toda su vida. Pensó que se graduaría con ellos, faltando tampoco cambiar de colegio era un golpe duro para la muchacha, pero no se lo dijo a Sara, la joven entendía que estaban pasando por un mal momento, que si Emiliano había pagado la colegiatura, lo mejor que podían hacer era aceptar, no podían darse el lujo de rechazar una gran oportunidad, pero Sara en la noche entró a la habitación de la muchacha que estaba acostado boca abajo con la cara entre las almohadas.— Tú volverás a tu antiguo colegio, te lo prometo.— Claro que no, Emiliano fue muy amable al pagarme un cupo en esta prestigiosa escuela, no puedo ser tan arrogante y malagradecida, además salir graduada de ahí sería bueno para mi currículum — Pero Sara negó.— ¿Y para tu vida? ¿Sería bueno?
Sara entró a la oficina de la gemela, era amplia, con un enorme ventanal. Cuando se sentó frente al escritorio Leticia la miró de los pies a la cabeza. — ¿Qué diablos es lo que quieres? — le preguntó la gemela. Sara se aclaró la garganta. Simplemente quería pedirle el favor y luego salir corriendo de esa oficina, pero luego se encogió de hombros.— Leticia, tú y yo nunca hemos tenido problemas, nunca hemos tenido un conflicto más allá del conflicto en el que nos haya metido Luna, siempre he creído que eres una mujer amable y emocional.— ¿Te estás burlando de mí? — preguntó la gemela y Sara negó con vehemencia. — Claro que no me estoy burlando de ti, a lo que quiero llegar es que no tenemos que ser enemigas, ninguna de nosotras tenemos que ser enemigas. Ahora trabajamos para el mismo equipo e independientemente de lo que hubiera pasado con nosotros en el pasado, no debería de afectarnos ahora — Luna dice…— ¿Y no estás harta de pensar lo que Luna piensa y hacer lo que te diga que
Sara llegó con la mujer, separadas únicamente por un palmo. Si alguna quisiera podría abofetear a la otra.— No permitiré que vengas aquí a insultar a mis modelos. Cuando me contrataron en la junta, fue muy claro que diseñaría para personas del común, es el nuevo nicho al que quiere apostar Casa Monter — Luna le apartó la mirada y miró por sobre el hombro de Sara a los seis modelos que estaban bastante incómodos.— Una cosa es diseñar para gente común, otra cosa es diseñar para mediocres. No me he partido la espalda todos estos años en esta empresa para que al final una gorda como estas termine modelando un diseño de Casa Monter. A mí no me importa si la gran diseñadora Sara Fansheri quiere dañar su reputación permitiendo que este tipo de personas modelen ropas con su apellido, pero no las modelarán con el emblema de Casa Monter en la etiqueta. Esta es una empresa del glamour, de exquisitez, para personas que son personas dentro de la sociedad, no para cualquiera que tenga el dinero p