Todos los capítulos de La tentación del CEO: Esposa ciega, vuelve a mí: Capítulo 51 - Capítulo 60
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51. Voy a darte lo que quieres
Samira Estoy prendida en fuego. Las manos de Amir se sienten como brasas calientes sobre mi piel y el hecho de no poder verlo hace que, de alguna manera, mi excitación sea mucho mayor, pues no sé qué es lo que va a hacer. Por eso, en el instante en que siento su respiración justo en la zona más sensible de mi cuerpo, mi sangre se calienta de una forma que ni siquiera puedo describir. El primer instinto que siento es el de cerrar las piernas, nunca nadie me ha visto ahí. Nunca nadie me ha tocado de la forma en la que él lo está haciendo. —Oh no, cariño, nada de cerrar, deja que te adore como quiero.—la voz ronca y gruesa de Amir solo consigue que mi centro se humedezca mucho más de lo que ya está. Debo estar absolutamente roja ahora mismo y mejor ni hablar de la manera desbocada en que late mi corazón. —Me… me da vergüenza, nunca… nunca nadie… —Lo sé, princesa—Me dice y deja un beso en el interior de mi muslo y ¡santo padre! se siente como electricidad pura—Yo quiero ser el prime
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52. Lo tenemos en jaque
Amir Me despierto sintiendo un peso en mi costado. Mis ojos se sienten pesados y mi cuerpo más liviano que nunca. Lentamente abro los ojos y lo primero que veo es una melena de cabello oscuro regado en mi pecho antes de observar la delicada figura de una Samira todavía desnuda a mi lado. La sola visión consigue que mi hombría brinque y se endurezca con una rapidez impresionante. Entonces, ni siquiera lo pienso antes de comenzar a dejar pequeñas caricias por su espalda y seguir bajando hasta el inicio de su trasero, ese firme y respingado trasero que podría ponerme de rodillas si así lo quisiera. Debo admitir que la noche anterior ha sido la mejor experiencia de mi vida. Nunca la intimidad se había sentido de esa forma. Jamás pensé que podría sentir tanto al entregarme a una mujer, pero bueno, el punto aquí es que no estoy hablando de cualquier mujer sino de la princesa. A estas alturas seguir negando lo innegable es totalmente absurdo: Tengo sentimientos hacia la chiquilla. No qui
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53. Una sobreviviente
Samira Esta última semana ha sido un sueño hecho realidad. Me siento como si estuviera viviendo en una nube y el responsable de eso no es otro más que Amir. En estos días me ha explicado que mi nueva condición como la señora Rahal también me ayuda a que mostrarme al público sea menos peligroso, pues mi padre me mantuvo muy bien protegida a lo largo de mi vida, por lo que fingir que no soy Samira Nader no debería ser tan complicado. Sin embargo, como hay gente que sí me conoce y en especial gente mala, solo puedo salir de la mansión a sitios muy concurridos, acompañada de Anya y dos guardaespaldas. Dígamos que la seguridad pone un poco paranoico a Amir, pero no lo culpo.Sin embargo, lo que en realidad me tiene emocionada el día de hoy es que finalmente voy a empezar el tratamiento de la vista. Escucho la puerta de la habitación ser abierta y de inmediato el aroma que ya reconozco como el mío propio llega a mis fosas nasales y por alguna tonta razón me sonrojo. Puede ser por el recu
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54. La boca del lobo
Amir Acabo de reunirme con el último de los testigos y el único jefe de policía que no ha sido comprado por mi padre, este ha escuchado todos los testimonios y le hemos mostrado copias de gran parte de las pruebas, pues de confianza o no, no pienso poner en manos de nadie los originales y finalmente tenemos la respuesta que tanto hemos esperado. —Esto es más que suficiente para una orden de arresto y para inspeccionar sus propiedades. —Debemos tomarlo por sorpresa o te aseguro que no encontraremos nada—respondo con la emoción a flor de piel.El oficial asiente con la cabeza y deja salir un suspiro nervioso antes de volver a tomar en sus manos los documentos y las fotos que muestran a mi padre torturando personas, recibiendo chichas de camiones y reunido con gente que todos saben son del bajo mundo.En esta oportunidad no va a poder sacudir a la justicia y si llega a conseguirlo ya tengo un plan B para destruir su nombre por completo, pues si la justicia quiere hacerse la ciega, esto
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55. De rodillas
Amir Mis pasos resuenan en el corredor mientras avanzo hacia mi oficina, con cada zancada mi corazón late más rápido. Al llegar frente a la puerta, contengo la respiración antes de girar el pomo y adentrarme en la habitación. Lo primero que veo es a mi padre, sentado en mi silla detrás del escritorio, flanqueado por dos hombres armados. Una sensación de ira mezclada con determinación se apodera de mí. —Dos visitas en un mismo mes, algo debo estar haciendo bien para tenerte así —le digo a mi padre, tratando de ocultar el nerviosismo que siento. Mi padre levanta la mirada con una sonrisa maquiavélica antes de chasquear la lengua y recostarse en la silla. —Oh, Amir, creo que debí ser más estricto con tu educación. Mira que hablarle así a tu padre, cualquiera creería que los años de entrenamiento te servirían —responde con voz burlona. —Si con entrenamiento te refieres a la tortura, entonces sí, claro que me sirvieron, pero para darme cuenta la clase de basura que eres. Ahora quiero
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56. Es mi amiga
Samira Hoy he decidido dar un paseo con Anya y Maya al centro comercial más cercano, pues tampoco me gusta alejarme demasiado de la mansión, en especial porque soy muy consciente de que hay personas que quieren hacernos daño a Amir y a mi. Pero el encierro estaba empezando a volverme loca, por más que Amir consigue distraerme y hace que mis días sean geniales, el hecho de no poder salir me estaba pasando factura, sin sumar que el tratamiento de la vista es intenso y doloroso, lo que ha hecho que estos días me sienta algo sensible. Sin embargo, tanto Maya como Anya han conseguido que mi ánimo se sienta mucho mejor, para empezar me llevaron a comprar lencería, lo cúal me parecía una locura debido a que no puedo verla, pero Maya se encargó de detallar muy bien cómo eran las prendas. Tanto que incluso sentí que me ponía colorada hasta las orejas, pero acepté llevarme tres juegos pues estoy segura que a Amir le van a encantar. Luego Anya dijo que debía renovar mi guardarropa por prenda
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57. ¿Qué es lo que sientes por mí?
Amir Un mes y medio, ha pasado ya más de un mes desde que me casé con Samira y debo decir que estar casado está lejos de ser lo que yo pensaba, pues siempre creí que sería un martirio, pero con la chiquilla todo es distinto. Ella ha conseguido despertar un lado celoso y protector que ni siquiera pensé que podría llegar a tener y mejor ni hablar de su cuerpo, pues eso se ha convertido en casi una obsesión para mí. A estas alturas no me imagino con ninguna mujer que no sea Samira. Sin embargo, he podido notar que algo le pasa, desde hace unas semanas la noto más apagada, cómo si algo le estuviera molestando pero no me lo dice y ya no sé que hacer para que lo haga, más que preguntarle de frente. Aunque sospecho que tiene que ver con el tratamiento de la vista, ha sido más lento y doloroso de lo qué el médico había previsto y temo que eso la este deprimiendo y si le juntamos que desde lo de Karim no ha vuelto a salir de la casa, entonces podría decirse que ella no está del mejor humor.
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58. Comida para cerdos
Samir Rahal se encontraba en el despacho de su ostentosa mansión, uno de sus hombres apuntaba con un revólver a la frente de Sujen, mientras que él disfrutaba de una calada de uno de sus puros cubanos favoritos. —Sujen, Sujen, estás haciendome perder la paciencia querida, y deberías saber que cosas muy malas suceden cuándo eso ocurre.—le dijo el hombre consiguiendo que todo el cuerpo de la mujer en cuestión temblara como gelatina. —L-lo lamento ssseñor, pero es que… Es que no sé de qué me está hablando. Samir chasqueó la lengua con fastidio y le pidió a uno de sus hombres que abriera la puerta para que su informante entrara en la sala. —Muy bien querida, veamos si ella puede explicártelo mejor que yo. En eso la puerta del estudio es abierta y Haifa aparece en el lugar vistiendo de manera majestuosa y caminando directo hacia el hombre que se reclina en su asiento para permitir que la mujer se siente en sus piernas. —Haifa, cariño, porque no le cuentas a nuestra invitada qué es eso
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59. Mi esposo es muy apuesto
Samira Puedo verlo. Aún no puedo creer que finalmente el tratamiento esté dando resultado, pues aunque no es nítido ni perfecto, mis ojos están volviendo a la vida. Tal como el médico nos advirtió debo seguir usando el bastón en todo momento pues hay momentos en los que todo vuelve a oscurecerse y regresa cuándo menos lo espero, pero según sus palabras todo es normal y parte del proceso. Y es por eso que atesoro los momentos en que regresa, así sea de manera borrosa como ahora. Mis ojos no pueden despegarse de un emocionado Amir que está caminando de un lado a otro de la sala. Llevo toda la mañana escuchándolo hablar sobre órdenes de captura, juicios y demás cosas que no alcanzo a comprender del todo, pero lo que sí entiendo es que al parecer finalmente va a poder hacer justicia por mi padre. Sin embargo, sus siguientes palabras hacen que me quede congelada en mi lugar. —Princesa, odio tener que ponerte en esta posición, pero vas a tener que testificar. Mi cabeza comienza a neg
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60. Informantes en la mansión
Samira Amir se aleja hecho una furia de dónde estoy, pues por más que haya intentado disimularlo, sé que la rabia sigue muy latente dentro de él, y eso que ni siquiera le dije que Sujen había intentado sobornarme hace un tiempo, eso lo habría empeorado todo. Ahora me estoy debatiendo entre si irme a la habitación o esperar aquí a que él termine de hablar de ella, pero si soy sincera ninguna de esas dos opciones es lo que realmente quiero hacer, pues el gusanito de la curiosidad se ha despertado dentro de mí y no creo que pueda volver a dormirlo por ahora. Y es justo por eso que, tratando de hacer el menos ruido posible y evitando que Anya o alguna de las criadas me vea, camino en puntas de pie hacia el despacho de Amir para tratar de escuchar algo y saber si esa mujer ha venido a pedirle o exigirle algo. Sin embargo, antes de poder llegar, veo lo que creo es uno de los hombres de seguridad, pues mi vista aún no permite diferenciar nada con facilidad, caminar justo hacia dónde esto
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