Todos los capítulos de La tentación del CEO: Esposa ciega, vuelve a mí: Capítulo 41 - Capítulo 50
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41. ¿Qué es lo que estás dispuesto a darme?
Samira Dios mío, me ha visto desnuda. Ese pensamiento no abandona mi mente mientras seco mi cuerpo y salgo de la tina colocandome la ropa interior y atando con fuerza el albornoz a mi cuerpo, sin embargo, el simple hecho de saber que tengo que enfrentarlo hace que todo el cuerpo se me acalore. Es que ¡Es un atrevido! ¿Cómo se le ocurre entrar de esa forma al baño? Tomando un respiro me decido finalmente a salir del baño, no vaya a ser que por estar demorando vuelva a entrar de imprevisto. Abro con lentitud la puerta y me es imposible saber en qué parte del cuarto se encuentra, ahora mismo debo pareces un pobre cervatillo asustado, pero no puedo evitarlo. —¿Amir?—digo, para cerciorarme que sigue aquí, aunque su olor está muy presente, lo que me hace saber que si es así. —Aquí estoy, princesa—me dice y el hecho de que su voz se oiga más gruesa de lo habitual no me ayuda para nada con el acaloramiento. —¿Po-¿Podrías salir un momento? Tengo que cambiarme y…. —Yo no tengo ningún pr
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42. Noche de bodas
Amir Ha dicho que sí. No pensé que aceptaría, mucho menos con tanta rapidez. Joder, si es que cuándo le he dicho a Said que pienso hacerla mi esposa, ni siquiera estaba pensando en hacerlo hoy, pero entonces ella me ha visto con esa cara de princesa y ha empezado a hablar sobre estar confundida y sintiendo cosas por mi y sencillamente no pude evitarlo. Las palabras salieron solas de mí y aunque sé que hay muchas más identidades que puedo darle para que no esté en la mira de nadie, el hecho de saberla mía, es algo que despierta mi lado más animal. Ahora la tengo justo enfrente, viéndose malditamente tentadora, sonrojada y llevando únicamente un albornoz cubriendo su cuerpo y no puedo estar más de acuerdo con la locura que acabo de hacer, pues plan o no de por medio, la chiquilla es y será únicamente mía. Un gruñido bajo sale de mí y me apego más a su cuerpo sintiendo como su figura encaja perfecto bajo mi cuerpo y en el momento en que ella deja salir un pequeño gemido, ahí mi cord
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43. ¿Qué es lo que ocultas Amir?
Samira Han pasado varios días desde ese momento en el que Amir y yo decidimos comprometernos, pero la tranquilidad que debería acompañar un compromiso se ve opacada por la oscura nube de problemas que se ciernen sobre nosotros. Para empezar está el misterio del asesino de mi padre, luego el hombre extraño que vino a la mansión a incordiar y la cereza del pastel fue el hombre que nos seguía, desde entonces la mansión ha estado llena de una tensión palpable. Los hombres de seguridad ahora patrullan cada rincón, pero aún así, no puedo sacudirme la inquietud que se ha instalado en mi pecho. A pesar de mis dudas iniciales sobre Amir, ahora cada vez que pienso en él solo tengo a un hombre dispuesto a protegerme, aunque sospecho que su método de hacerlo es más oscuro de lo que imagino. Pues algo me dice que hay mucho de Amir Rahal que no conozco. Sin embargo, no puedo negar que me siento segura a su lado, aunque la sombra del pasado y sus enemigos nos acechan, amenazando con destruir
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44. Voy a matarlo
Amir Los documentos que Samira me entregó son mucho mejor de lo que pensaba. Estoy en la oficina con Said desde las siete de la mañana revisando letra a letra, número a número lo que se encuentra ahí y no puedo evitar que la emoción se apodere de mí. Al parecer, Mohamed no solo había llevado un registro de todos los movimientos extraños que mi padre hacía, sino que además ha dejado las ubicaciones y los nombres de los posibles implicados, los cómplices. Muchos de los cuales ya tengo incluidos en mi tablero del caso y sé muy bien que están más que ligados a mi padre. Sin embargo, como siempre mi amigo sabe encontrar la manera de arruinar mi humor y esta última semana lo ha hecho con más frecuencia de lo debido, en especial desde que se ha enterado de todo el tema del compromiso. No entiendo porque demonios está tan sorprendido con el tema, si yo mismo ya le había dicho que ella sería Samira Rahal, pero al parecer, según él, quien no se da cuenta de las cosas soy yo. —Muy bien,
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45. Dejar de ser un hombre soltero
Samira Ha pasado aproximadamente una hora desde que escuché los gritos en la oficina de Amir, decidí no irme a la habitación y mejor esperar caminando en la terraza, lejos de la piscina, a que él se desocupe y así poder hacerle todas las preguntas. Tal vez este no sea el mejor momento, pero sinceramente pienso que nunca lo va a ser y yo ya no puedo seguir con las dudas en mi mente, ya suficiente tengo con no poder verlo para ahora tampoco poder conocerlo. El sonido de la puerta corrediza de la terraza me toma por sorpresa y de inmediato todo mi cuerpo se tensa en un buen sentido, pues de alguna forma se que se trata de èl. —¿Ya acabaste de gritarle al pobre Said?—digo y su risa baja y varonil que tanto me gusta se filtra en mis oídos. —¿Cómo sabías que era yo?—me dice y siento como avanza hacia donde estoy. No tengo manera de responderle sin parecer una loca, pues la única explicación que tengo es que mi cuerpo parece reconocerlo incluso desde la distancia, es como si al quitarme
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46. ¡Saquen a Samira de aquí!
Voy a casarme. Más puntualmente estoy a pocos minutos de hacerlo. Si alguien me hubiese dicho que este año terminaría huérfana, ciega y casándome voluntariamente con un hombre que me compró y que al mismo tiempo se convirtió en mi salvador, le habría dicho que debe dejar las drogas. Sin embargo aquí estoy, dejando que Anya y Maya me arreglen a su antojo mientras que ambas parlotean sobre lo bella que me veo. Según sus descripciones y lo que he podido deducir con el tacto, estoy llevando un lindo vestido de seda entallado al cuerpo que cubre mis brazos y cuello, pero que se amolda perfecto a mi figura. Anya está terminando de ajustar el hiyab en mi cabeza mientras que Maya no ha dejado de parlotear sobre lo épico que es este momento. Algunas veces me olvido por completo de la existencia de la chica y por más que quiero mantener la distancia, es imposible que ella no me agrade. —Listo mi niña, estás perfecta.—me dice Anya con la emoción vibrando en su voz. Siento que los ojos me ar
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47. ¡Mi mujer!
Samira Los dos hombres de seguridad de Amir me llevan casi que a rastras hasta una de las habitaciones de la primera planta de la casa. Escucho sus voces ansiosas y desesperadas, pero no consigo entender qué es lo que está pasando. —¿Qué está pasando? —pregunto sintiendo el cuerpo tembloroso—¿Quién es ese hombre? Ambos hombres continúan hablando entre ellos ignorándome completamente. Sin embargo, por más que lo intento no consigo entender qué es lo que pasa más allá que llegó alguien que Amir odia, pues los hombres hablan con tanta rapidez que únicamente consigo escuchar palabras sueltas de la conversación. —Disculpen…—intento nuevamente pero, en definitiva es como si en lugar de ciega fuera invisible. Por eso, cansada de la situación y sin poder quedarme quieta sin saber qué Amir está bien, me muevo con ayuda del bastón hacia donde creo que está la puerta y con mucho cuidado la abro, antes de salir al pasillo de la mansión. Los gritos y el sonido de pasos y voces es lo primero
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48. Siempre voy a cuidarte
Amir No puedo creer que esto esté pasando. El día había empezado demasiado bien y sinceramente mi mente estaba concentrada únicamente en Samira. Y es que ¡por alá! Hoy más que nunca es acertado llamarla princesa, porque es justo lo que ella parece. Mis ojos no podían separarse de su figura, de la manera en que el vestido de seda roza sus curvas y cae en cascada por su cuerpo haciéndola ver como toda una diosa. Anya tenía una sonrisa enorme en el rostro y los ojos enrojecidos mientras la traía hacia mí y el hecho de que sea ella quien lo hiciera consiguió que un sentimiento enorme entre la emoción y la nostalgia se forme en mi pecho. Pero entonces, todo se fue a la m****a en cuestión de segundos cuando el infeliz de Karim apareció en mi terraza, en medio de mi boda, reclamando a Samira. La ira que siento ahora mismo no se compara a nada de lo que haya sentido antes. Voy a matarlo con mis propias manos y voy a disfrutarlo. Veo como se llevan a Samira mis hombres de seguridad y es
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49. No quiero perderte
Samira Este día ha sido un completo sube y baja de emociones, pero ahora mismo aquí sosteniendo la mano de Amir enfrente del notario que va a unir mi vida a la suya me siento la mujer más feliz del mundo. No sé qué es lo que este hombre hizo en mí, o cómo es que los sentimientos que tengo pusieron haberse desarrollado con tanta rapidez en tan poco tiempo, pero lo que sí sé y ya no puedo negar más es que estoy completamente enamorada de él. De el hombre serio, poderoso y protector, así como del risueño, cariñoso y posesivo que me vuelve loca. Cada faceta de él me enamora más y me hace sentir que estoy en una nube de la que no quiero bajarme. El notario le ha pedido que diga sus votos y mi corazón ha empezado una carrera en su lugar a espera de lo que él va a decir. Estoy temblando de emoción. Mis manos están un poco frías, pero las de Amir las envuelven con fuerza y calidez. Frente al notario, frente a nuestras vidas entrelazándose, espero ansiosa a que Amir pronuncie sus votos. —
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50. Quiero que ardas
Amir Ni siquiera lo pienso y tomo a Samira de la mano y la guío fuera del jardín sin siquiera despedirnos de nadie. No es como si ellos no supieran qué es lo que vamos a hacer ahora mismo. La chiquilla viene callada y sonrojada a mi lado y cuando llegamos al pie de las escaleras la cojo por sorpresa cuando la tomo en brazos. —¡Amir! ´¿Qué haces?—su rostro entre sorprendido y asustado me saca una sonrisa. —Llevo a mi esposa a su noche de bodas, por supuesto—le digo. Y así, con una sonrojada y risueña Samira en brazos, subo las escaleras hasta que llegamos a mi habitación. Esa misma que mandé a adecuar para este momento, pues aunque ella no puede ser, si puede oler y sentir y espero hacer de esta noche algo inolvidable. Al entrar dejo un beso pequeño sobre sus labios antes de lentamente irla poniendo en el suelo mientras veo como parpadea con rapidez antes de decirme. —Huele… Huele a flores—me dice y no paso por alto la emoción que se filtra en su voz. —El hecho que no puedas ve
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