—No soy la mujer con la que Daniel quiere estar casado. Siempre ha creído que me casé con él por el poder de la Familia Kash —dijo Adriana con tono burlón. Lo que Daniel no sabía era que, en los tres años que llevaban casados, ella nunca había utilizado ni un céntimo del dinero de su familia. Incluso cuando la familia Jiménez cayó, ni siquiera le había pedido que ayudara a sus padres.Adriana se había casado con él para cumplir su propio sueño y nada más. En algunas ocasiones, se había encontrado pensando que, si Paula no se hubiera marchado al extranjero, dejando a Daniel sumido en la depresión, su abuelo, Javier Kash, no le habría permitido que se casara con él, con el fin de que lo ayudara a olvidar el dolor de aquella triste ruptura amorosa. Sin embargo, Javier se había equivocado.Al principio del matrimonio, Adriana era realmente apasionada, pero, ahora, toda su pasión por Daniel había desaparecido por completo. —Bueno, y, entonces, ¿qué vas a hacer? —preguntó Carmen, tra
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