La noche caía sobre la ciudad, y Jazmín se encontraba en su departamento, sumida en sus pensamientos, cuando la puerta sonó. Al abrir, se encontró con Santiago, el leal escolta de Leandro, con una expresión de preocupación en su rostro. Por inercia, observa hacia el estudio, y se encontró con la puerta abierta.Frunció el ceño, confundida.— Santiago, ¿qué sucede? ¿Dónde está Leandro? —preguntó Jazmín, notando la gravedad en la mirada del hombre.Obviamente, su esposo no se quedaría sentado.El escolta suspiró antes de responder: — Señora, Leandro ha sido incriminado en la muerte de Don Alonso. Está detenido y enfrenta serias acusaciones.La joven cerró los ojos, y soltó un sonoro suspiro, mientras le daba paso al hombre de ingresar.— Supuse que eso pasaría, y se lo advertí. Incluso el abuelo se lo dijo — comentó.Santiago asintió.— Lo sé, señora. El señor desde que discutieron ha estado actuando un poco raro. además, la madre de Roberto ha manipulado la situación para inculparlo. E
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