¿Qué opinan? ¿EL abuelo le creerá? . . . Leo sus comentarios, por fis, interactúen.
El anciano confundido, la miró con curiosidad. Las palabras de la chica no tenían sentido, y menos, si estaba sentada frente a él. — Explícame — murmuró el anciano. — Es que… no sé cómo explicar sin que me vea como una loca — gimió Jazmín. — Sólo dilo y ya. Intentaré comprender — expresó el anciano. — Esto del anuncio, ya ha pasado, al menos en mi vida. Planean acabar con tu vida e incriminar a alguien — inició —. En el futuro, fui yo la que fue presa por tu muerte. — Mi niña… — Ese día estaba feliz. Acabábamos de hablar, e iba a prepararme. Había descubierto que estaba embarazada de Roberto; sin embargo, no imaginé que ellos llegarían a tal punto de mandarme a matar junto con mi bebé. — ¿Estás diciéndome que tú vienes del futuro? — cuestionó el anciano —. Ya me parecía extraño ese cambio repentino en ti. — ¿Me crees? — ¡Claro que lo hago, pequeña florecilla! — Entonces, vámonos de aquí — el anciano sonrió. — No iré a ninguna parte. Hay cosas que no puedes cambiar, hija — re
El abuelo se encontraba encerrado en su habitación, pensando en las palabras de su nieta adoptiva. Era una locura que fuera real, pero por alguna razón le creía. Saco el celular, mientras marcaba el número de su hijo, su nuera ingresaba con una bandeja de té.Sabía lo que contenía.— Hijo mío — habló, llamando la atención de la madre de Roberto. El anciano le dio una señal, que, a duras penas, pudo obedecer —. ¿Cómo estás?— ¿Qué le has dicho a Jazmín? — preguntó de inmediato —. La encontré llorando en el estacionamiento.El abuelo sintió una pena en el corazón.— Simplemente le pedí que me haga una promesa.— Sigue empeñada en que algo te va a pasar — el hombre sonrió —, y no quiere decirme de que hablaron.— Espero que cumpla su palabra.— ¿Qué está sucediendo, padre? — preguntó.Leandro era un hombre de poca paciencia, y no entendía lo que estaba pasando.— No quiero que vengas en la reunión del viernes. No te quiero tener aquí.— Sabes que no quiero tu dinero, pero al menos explíc
Después de una larga caminata nocturna, Leandro había vuelto a su departamento. Su esposa no se encontraba por ninguna parte; pero cuando entró a la habitación, la encontró allí durmiendo, después de haber llorado tanto. Leandro se encontraba en su estudio, sumido en una batalla emocional desgarradora. Las palabras de Jazmín resonaban en su mente como un eco perturbador, creando un torbellino de emociones contradictorias. » No puede ser real. «se repetía a sí mismo una y otra vez. La mujer con la que compartía su vida, su amor, le había confesado que venía del futuro, un futuro oscuro y desgarrador. Ella había descrito una realidad tan aterradora que él se sentía atrapado entre la incredulidad y el temor. Su mente se debatía entre la lógica y la idea de que su esposa podría haber perdido el contacto con la realidad. Sintiendo el peso de la confesión, sintió la presencia de ella. La mirada de su esposa reflejaba una mezcla de tristeza y urgencia. — Sé que lo que te he contado suena
La noche caía sobre la ciudad, y Jazmín se encontraba en su departamento, sumida en sus pensamientos, cuando la puerta sonó. Al abrir, se encontró con Santiago, el leal escolta de Leandro, con una expresión de preocupación en su rostro. Por inercia, observa hacia el estudio, y se encontró con la puerta abierta.Frunció el ceño, confundida.— Santiago, ¿qué sucede? ¿Dónde está Leandro? —preguntó Jazmín, notando la gravedad en la mirada del hombre.Obviamente, su esposo no se quedaría sentado.El escolta suspiró antes de responder: — Señora, Leandro ha sido incriminado en la muerte de Don Alonso. Está detenido y enfrenta serias acusaciones.La joven cerró los ojos, y soltó un sonoro suspiro, mientras le daba paso al hombre de ingresar.— Supuse que eso pasaría, y se lo advertí. Incluso el abuelo se lo dijo — comentó.Santiago asintió.— Lo sé, señora. El señor desde que discutieron ha estado actuando un poco raro. además, la madre de Roberto ha manipulado la situación para inculparlo. E
» ¿Qué va a recuperarme, dice? «Se preguntó mentalmente, mientras lo miraba incrédula. — ¿Recuperarme? — cuestionó, mientras una sonrisa se formaba en sus labios —. ¿Qué planeas recuperar si nunca hubo nada? Ni siquiera te conozco. Nunca lo hice. — Te crees demasiado por estar con mi tío, Jazmín. ¿No? — susurró, con la mandíbula apretada —. ¿Él sabe? — ¿Saber qué? — ¿Qué yo fui el hombre que amabas? — No. Solo sabe que eres el hombre que me ha roto — respondió ella, dándole la espalda, para alejarse de ese idiota. Se acercó a Santiago, y preguntó por el amigo de su esposo, pues no deseaba estar ni un minuto más en ese lugar; sin embargo, debían sacar a Leandro de ese maldito lugar. Miró a su prima, y a su tía, y estas las miraban con desdén, hasta que el hombre llegó, y salieron los tres juntos, para poder hablar en privado. — ¿Cómo está la situación? — Complicada. Aseguran que hay muchos testigos — respondió Jazmín —, pero todos son uno hijos de putas… — Tranquila — dijo sonr
La sala del tribunal estaba llena de tensión mientras Leandro era llevado esposado por un policía. Aquello era un acto de humillación, y el hombre tenía claro que no lo iba a dejar pasar. Los ojos de los presentes se posaron en él, y la familia de Roberto, con expresiones triunfantes, esperaba ansiosamente el veredicto.Jazmín se encontraba en la sala, con el corazón apretado en un nudo de impotencia y tristeza. Ver a su esposo, esposado y custodiado por un policía, ha sido algo bastante chocante para ella; mientras la mirada triunfante de Roberto y su madre parecía resonar en cada rincón de la sala. Ambos, no podían ocultar su regocijo. Se reían abiertamente, lanzando miradas de victoria como si el destino de Leandro ya estuviera sellado. Jazmín, en medio de la multitud, se sentía pequeña e impotente.Los ojos de Leandro se encontraron con los de Jazmín, y a pesar de la dureza de la situación, intentó enviarle un gesto de fortaleza. Sin embargo, las risas burlonas de la familia de su
La sala de la mansión Belmont estaba llena de tensión mientras la familia se reunía para abordar el tema del testamento del difunto abuelo. Leandro y Jazmín se sentaron juntos, compartiendo una mirada de complicidad que solo ellos entendían. Aunque rodeados por la familia Belmont, sentían que enfrentaban la adversidad juntos.El abogado de la familia, junto con el abogado de Leandro, estaba presente, sosteniendo el documento que determinaría el destino de la fortuna y el imperio Belmont. La atmósfera estaba cargada de expectación y desconfianza, ya que cada miembro de la familia esperaba ansiosamente conocer el contenido del testamento.El abogado de la familia abrió el sobre que contenía el testamento y comenzó a leer en voz alta las disposiciones del difunto abuelo. La sala se sumió en un silencio tenso mientras las palabras resonaban, revelando el destino de la herencia.— A Roberto Belmont, nieto del difunto, se le otorgan cincuenta millones de dólares — anunció el abogado, y una
La joven seguía aturdida por lo que acababa de suceder, pero no iba a permitir que aquellas personas que le habían hecho tanto daño, la vieran llorando. Se descontroló un segundo, y no planeaba que vuelva a suceder.Sentía que todo se rompía en ella, pero no podía darse el lujo de que la vean mal. Respiró hondo, y secó sus lágrimas, y salió caminando hasta donde todos estaban, con una sonrisa radiante en sus labios que sorprendió a todos. Leandro era uno de ellos.— La familia Belmont siempre me ha tratado mal, y hoy no es la excepción — dijo, mirando a su esposo y sonriendo —. Leandro, mi esposo, me dijo que aceptara esta herencia, pero antes de que empiecen a gritar como verduleros, déjenme decirles que no me importa. Sé lo que se siente no obtener lo que uno desea.— ¿A dónde quieres llegar, m*****a zorra? — gruñó la madre de Roberto. Jazmín realizó un gesto dramático.— Que boquita tan sucia señora, y dices tener educación. — Se burló —. Me haré cargo del dinero que dejó el abuelo