El ambiente era alegre, mientras a joven conversaba con el anfitrión de trivialidades. El anciano se sentía a gusto con ella, y se sorprendía de las cosas que le contaba, pero, sobre todo, la creía. En uno de esos momentos, sus ojos se posaron detrás de ella, en una figura masculina que los observaba a ambos.— Creo que no se resistió a venir a verla, señorita Machado — comentó el hombre —. No voltee.— ¿De quién habla? — preguntó ella, con cierta confusión en su voz.— De su esposo. ¿De quién más? — respondió cortes.Leandro estaba cerca de ellos, y escuchaba parte de la conversación.— La última persona que querría ver, sería yo, Don Emiliano. Pero por ahí anda su ex novia — manifestó.Aquello le dolió oír a el empresario, pero se mantuvo firme.— Pero mis ojos solo están puestos en ti, belleza. — La espalda de la joven se irguió en ese momento, su piel se erizó, y sus ojos se abrieron como platos, mirando al anciano frente a ella, quien tenía una sonrisa dibujada en el rostro.— Us
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