Jazmín estaba jadeante de placer, mientras su esposo, la giraba con astucia y cuidado boca para abajo, para después, tomarla de las caderas, y levantar su culo y dejarlo al aire y a la vista de él. El hombre tragó en seco, al ver lo redondos que estaban, y se agachó para dejar un beso, que hizo que la joven se sobresaltara un poco, y luego sonriera. El sonido de la cremallera del cierre, hizo que la piel de Jazmín se erizara, ansiosa por sentirlo, hasta que, sintió el peso del cuerpo de su esposo sobre ella sutilmente, y sus labios sobre su lóbulo. — ¿Ansiosa? — Ella asintió, con los labios entreabiertos. Estaba con el rostro colorado, el cabello despeinado y la piel erizada por la excitación. El miembro de Leandro acariciaba su entraba, llenándose de su humedad, y torturándola en el proceso. — Sí — gimió finalmente, y el magnate sonrió satisfecho. Con un movimiento rápido, se enderezó, enroscó su cabello con una de sus manos y la otro se empuño en su cadera, para por fin darle l
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