Dexter estaba sentado en esa maldita silla, qué era como su prisión, como una tortura, que odiaba con todo su ser, pero del cual no podía escapar, trato de mantener la calma, como le había ordenado el doctor.Era algo difícil, quería que las cosas se hicieran a como él lo ordenaba, se había vuelto muy exigente con todas las personas a su alrededor, odiaba cuando algo se salía de sus manos. Miraba en dirección a la entrada del pequeño aeropuerto con algo de impaciencia en sus ojos, eran las 2 pm, el vuelo saldría en media hora y Aurora no estaba allí como lo había prometido, era demasiado despistada y eso en realidad lo hacía enojar a menudo. Su teléfono empezó a timbrar, su guardaespaldas lo tomo rápidamente y respondió, últimamente ese era su trabajo, ser prácticamente su asistente personal, debía de pagarle algo de más, pensó para sí mismo. —Sí, señora, ya casi salimos, estamos en el aeropuerto, no se preocupe, su hijo, está bien, yo me haré cargo de todo, pierda cuidado.La llam
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