Estuve, sin mentirles, cinco días llorando. No fui a entrenar ni le mandé mensajes a Ashley. Nada. Simplemente lloraba todas las horas, tumbada en mis almohadas, dolida, sumida en el dolor, angustiada, arruinada, incluso y me sentía muy miserable. Heather llegó a mi casa, tocó el timbre, incluso pateó la puerta, pero no le abrí, no quería que me vieran ni nada. Seguí llorando sin contenerme, sintiéndome la mujer más desafortunada del mundo. Tanto había anhelado estar con Marcial, que él me declarase su amor, para que, finalmente, me confesara que amaba a Blokhin. No sé si tenía alguna relación o era solo platónico, pero yo estaba muy dolida, lastimada y como les digo, me sentía miserable. Ni siquiera quería comer. Apenas tostadas, algunos panes, frutas y agua. Me la pasé llorando y viendo telenovelas que me hacían llorar aún más. Ni siquiera tenía amigas para contarles mi desdicha. Supe, en ese instante, que era una ermitaña amargada y frustrada, sin sueños ni futuro, con un balazo
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