-Ay ¿lo llamo o no lo llamo?-, estuve cavilando todo el día, metida en mi cama, turbada, fastidiada y ciertamente reventando por los celos. Lo que no quería es que Gonzalo se entusiasmase conmigo, porque entonces sí que estaría en graves problemas. Por fin lo llamé. -¿Katherine? ¿Eres tú?-, balbuceó Gonzalo cuando timbré su móvil. -¿Qué es de tu vida?-, junté los dientes, jalé mis pelos, moví mis tobillos, golpeé mis rodillas y sentí erguirse mis pechos en el busto. -Todo igual, Katy, en la unidad, sigo siendo Sub oficial, tenemos un nuevo teniente, un tipo malgeniado que me trata mal, pero todo está igualito-, me fue contando. -Me extrañas entonces-, fui al grano. Mi corazón rebotaba en las paredes de mi pecho. -Bastante, teniente, sin ti esto no es igual-, me dijo. -Me dieron el rango de capitana cuando me echaron-, me reí. -¡¡¡Verdad!!! capitana-, se entusiasmó. -Estoy jugando tenis-, le conté. -¿Tenis? ¿De campo o de mesa?-, se interesó vivamente. -De campo, en una ca
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