Capítulo 38: Corazones gemelos.
El viento gentil acaricio su rostro logrando despertarla. En techo blanquecino le resultaba desconocido, y la forma de las enormes ventanas cuyas cortinas se mecían suavemente, no eran las mismas de su habitación. Era de noche, y la luna ya se asomaba en lo alto. Incorporándose, Elianna sentía aquel punzante dolor de cabeza atormentarla, y repentinamente los recuerdos de lo ocurrido la golpearon con crudeza. — ¡Bolita! — gritó desesperada. La puerta de aquel lugar desconocido se abrió repentinamente. — Señorita Elianna, que bueno que ya despertó, venga, la ayudaré a levantarse, le he preparado la cena — Helen, la amable secretaria de Caleb y niñera de su gato, la miraba angustiada. — Helen...en, ¿En dónde estoy? ¿Cómo está Bolita? — preguntó sintiéndose agitada y adolorida. — Está en el departamento del señor Auritz, el salió por la tarde y no dijo a qué hora regresaría, el veterinario se ha comunicado y dijo que Bolita se encuentra estable y completamente fuera de peligro, en u
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